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OAXACA, Oax. 1 de octubre de 2014.- Después de un mes de fiestas patrias, hoy iniciamos octubre, un mes emblemático para la historia reciente de México, un mes en el que se recuerda la matanza de estudiantes en Tlatelolco en la ciudad de México.
El dos de octubre de 1968 representa un parteaguas en la vida social y política de nuestro país; esta fecha, que se recuerda con tristeza por quienes participaron en el movimiento estudiantil, abrió la ruta hacia la esperanza.
A pocos días de conmemorarse el 46 aniversario de este acontecimiento, uno de los líderes más representativos del movimiento estudiantil, Raúl Álvarez Garín, falleció a consecuencia de un cáncer que padecía desde poco más de un año.
A su funeral asistieron sus ex compañeros del Consejo Nacional de Huelga (CNH), familiares, amigos, dirigentes sociales y líderes de partidos políticos de Izquierda, como el PRD, en el que militó en su vida y por el que fue diputado.
Su memoria nos lleva a recordar la valentía de miles de jóvenes que luchaban por la libertad de expresión, por la no represión y por la libertad a presos políticos como mi paisano espinaleño, el fallecido líder ferrocarrilero Demetrio Vallejo Martínez.
El dos de octubre de 1968 marcó un cambio en México, y la actitud alegre y firme de la juventud permitió debilitar al régimen autoritario y represor para dar inicio a la democratización de la vida pública.
Este hecho cambió la mentalidad de los jóvenes, que son el motor de la esperanza. Es evidente que la juventud en México ha despertado y expresan, tanto en las calles como en las redes sociales, que están en contra del autoritarismo y la corrupción.
Hoy la lucha es por una democracia plena en donde se respete el voto de los ciudadanos, hoy la lucha es por una educación pública de calidad, por mayores y mejores empleos, por la salud, por el medio ambiente, por la equidad, por la cultura, por el respeto a las minorías y por elementos que les garantice a los jóvenes una vida digna.
Los jóvenes mexicanos representan lo mejor de la sociedad, son entusiasmo, alegría y rebeldía ante un futuro incierto, los jóvenes son la fuerza que no quiere vivir atada al pasado, son los que mantienen viva la llama de la esperanza.
Los jóvenes deben mantener su espíritu en lo alto y a seguir participando, en un marco de respeto, concordia y por la vía pacífica, por la transformación de la vida pública de nuestro país.
Sin embargo, hoy se sigue reprimiendo a los jóvenes, con hechos que nos deben obligar a que el dos de octubre de 1968 no se repita, como lo ocurrido en el municipio de Iguala en el estado de Guerrero, en donde tres alumnos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa perteneciente al municipio de Tixtla Guerrero, fueron asesinados producto de impactos de bala de fuego, y varios más permanecen como desaparecidos.
José Carlos Fuentes Ordaz
Twitter: @JoseCarlosFO