
México y la semana aquimichú
Oaxaca, Oax. 25 de febrero de 2013 (Quadratín).- 1. El creciente deterioro de las condiciones políticas de nuestro estado y la preocupante degradación de los valores éticos de nuestros políticos amedrentan el proceso electoral local que se avecina. Se pretende persuadir al ciudadano en medio de la decepción, el hartazgo, la desconfianza y el aislamiento en el que se encuentran.
2. Conscientes de que presenciaremos un proceso electoral local más, en medio del malestar y el acostumbrado hartazgo, es necesario ubicar el derrotero para acudir a las urnas. Desafortunadamente las campañas locales no entusiasman ni motivan a reflexionar, el cobro de factura política y la apuesta por el menos malo son la constante. Así que el más apto, eficaz y honesto parece no tendrá cabida en estos comicios, sino el que atempere las circunstancias y simule mejor.
3. Para nadie es una novedad que del resultado del proceso electoral se desprenderán conclusiones trascendentes para la entidad. Detrás de la renovación de los ayuntamientos y del Congreso local se hallan tres fenómenos fundamentales: 1) la elección representa una especie de refrendo a la administración estatal actual; 2) se medirá la efectividad política de un PRI que regresa a la presidencia de la república pero arrastrando un negro historial en el estado; y 3) se perfilarán a determinadas figuras políticas rumbo al relevo en el gobierno del estado en el 2016, de ahí que atestigüemos todo tipo de alianzas y componendas.
4. Decepcionados e indignados por el cambio que nunca llegó con la alternancia, la sociedad se aproxima al proceso electoral influenciados por un contexto que ahoga e irrita. Vivimos un régimen de alternancia propiciador de corrupción, impunidad y su consecuencia inevitable: el desgobierno. Las grandes transformaciones fueron postergadas, los turbios manejos del pasado fueron dispensados con el agravante de acumularse nuevos males a los ya heredados.
5. Los partidos políticos perdieron su ideología y se convirtieron en sucursales que visualizan al ciudadano como mercancía. Su origen se encuentra en la crisis ética que invade a la actividad pública, pretenden que los electores seamos clientes de sus franquicias capaces de consumir mentiras y simulaciones para sostener la cultura de la ilegalidad y corrupción que los abriga.
6. En el PAN y el PRD están confundidos y acorralados por las circunstancias que los rodea, sostienen la idea de mantener los modelos híbridos entre fuerzas políticas disímbolas porque les otorga resultados favorables. Se niegan a reconocer la realidad porque no les conviene: una transición a la democracia que jamás llegó y que acabó en la reproducción de los viejos vicios. Situación que se convierte en la sombra que acompañará a sus candidat@s.
Parece que se resignaran con la morralla porque ven como éxito el detener al PRI, más no reconstruir su relación con la ciudadanía.
7. En el PRI con visible fatuidad no se alcanza a identificar que en el desanimo ciudadano también responsabilidad. Un partido incapaz de desinfectarse y reconstruir su relación con la sociedad, presenta aspirantes a candidat@s improvisados y favorecidos del habitual nepotismo tricolor. Errados en la traducción de la victoria de la elección presidencial, no pueden identificar que se venció pero no se convenció.
A nivel local desperdiciaron años preciados, años de oposición en los que menospreciaron la agenda de las causas populares, prefirieron cogobernar con la derecha hasta apropiarse de su doctrina (privatizaciones y más privilegios). Por eso hoy los tricolores cargarán con el peso de sus omisiones y de sus inconsistencias de ser un partido de supuesto centro izquierda. En razón de lo anterior, todo indica que la estrategia será cundir una sensación de desanimo social para sacarle ventaja a esa situación.
8. Entonces, ¿Cómo saldrán a buscar el voto que han venido defraudando unos y otros políticos?, ¿bajo qué faceta intentarán conquistar la confianza ciudadana? Ambas interrogantes son difíciles de responder ahora, pero si por las acciones nos orientamos, es muy probable que busquen conservar inspirar la paranoia social que tanto les reditúa: empaña el proceso de toma de decisiones y encubre su aberrante comportamiento.
9. La gran mayoría de los medios de comunicación juegan en el mismo tablero que los partidos políticos. La sociedad civil se encuentra desprovista de un espacio de debate público, los ciudadanos no gozamos de mecanismos para dirimir controversias políticas ni de aliados independientes del poder político. Los medios de comunicación no aprovecharon el arribo de la alternancia para instalarse en la función arbitral social y menos aún se orientaron hacia la neutralidad política, las opiniones se siguen originando desde el estómago con la finalidad de descalificar todo lo que se mueva. En términos generales, es penoso reconocer la clasificación de nuestro gremio: desde los tradicionales colaboracionistas del poder y el dinero que omiten y realzan lo que se les encarga, hasta los cuentacorrientistas que si bien son los menos malos, no dejan de ser limitados y omisos en el ejercicio de la profesión.
10. No quiero pecar de optimista, pero sostengo que las grandes lecciones las hemos dado los ciudadanos. Se trata de lanzar un llamado activo que cruce a los partidos políticos y a los mezquinos intereses que rondan alrededor de ellos. La ruta es salir del aislamiento, recuperar los espacios perdidos, tomar conciencia, organizarnos y movilizarnos hasta frenar la degradación de la vida pública, permitiéndonos fijar las condiciones de la propia contienda electoral. Los más importante para que nos caiga el 20 es que las soluciones a nuestros problemas como sociedad no pueden estar condicionados a los tiempos electorales.
[email protected]
Twitter: @juandiazcarr
Abogado, economista y periodista.
Foto: Archivo