
Tareas de Claudia sin AMLO: economía y Casa Blanca
Oaxaca, Oax. 3 de septiembre 2012 (Quadratín).- Así vamos y así ya no debemos seguir. La previsión parte del contexto, de ahí que un gobierno que no prevé con seriedad sus deberes y riesgos seguirá dependiendo de los grupúsculos, saltando de problema en problema y de emergencia en emergencia, rehén de la turbulencia. Al igual que un gobierno que no se asume como tal, se sitúa en medio de los dimes y diretes de los partidarios de otras ideas, presa de las pasiones políticas. Sin previsión ni responsabilidad el país seguirá acosado por la discordia y las querellas políticas, y se acudirá a los viejos arreglos para solventarlos, sin entender que los tiempos modernos y los nuevos ciudadanos demandan propuestas contextualizadas para empezar a lidiar con el futuro.
Un asunto medular en la agenda de Enrique Peña Nieto (EPN) como Presidente Electo es, tender puentes de confianza y credibilidad con la sociedad mexicana en su conjunto -particularmente con los grupos que le son adversos-. Éstos que proclaman un discurso distinto al de él y que representan agendas diferentes a la suya. Incluso, por simple conveniencia así lo debe interiorizar: la inercia no ayuda, perjudica, provee de causas a la peligrosa coyuntura que las ha venido enarbolando.
CONTRAPESOS. Parto del reconocimiento de una amarga realidad que padecemos los ciudadanos mexicanos: no confiamos en nosotros mismos, no nos agrupamos para enfrentar los problemas sociales, y en general, somos muy apáticos. Lo anterior, lo demuestra una reciente encuesta (GEMS 2011) que identifica al 85% de los encuestados no participa en grupos organizados, y que apenas el 15% que si lo hace, lo expresa de una manera muy particular: el 45% está vinculado a organizaciones religiosas, mientras que el otro 45% lo hace en organizaciones sindicales o agrícolas. Con lo que se ostenta el México religioso y corporativo. En consecuencia, sólo un 4% de la población en nuestro país participa en organizaciones ciudadanas, lo que nos deja ver que los ciudadanos de este país no estamos organizados de frente al ejercicio del poder. Permitiendo que los abusos y la corrupción encuentren muy pocas resistencias para invadir todos los ámbitos de nuestra sociedad.
Una de las primeras conclusiones que extraigo es que la capacidad de asombro ya no tiene lugar en México desde que el imperio del individualismo (que trajo el modelo neoliberal), se apoderó del espacio principal. El egoísmo acendrado se acrecienta y los ciudadanos se vuelven cada vez más ajenos a los asuntos públicos.
Ante estas aberraciones y los excesos del poder hace unos meses surgió el Movimiento juvenil #Yosoy132 en medio de la apatía y desidia enraizada. Este expresión de protesta social rompió el comportamiento habitual en las campañas políticas. Jóvenes que se dieron por aludidos, expresaron su incomodidad por ser desoídos y no ser atendidos por el sistema gobernante desde hace mucho. Ellos vieron en la figura del entonces candidato presidencial priista, el estigma de la continuidad y sostuvieron un desaguisado que alcanzo niveles insospechados (aquel viernes negro de EPN en la ibero). Desde entonces y hasta ahora, se constituyeron en un frente activo que supo poner el dedo en la yaga: el predominio del clima de desinformación, exclusión, violencia y hambre, amparado desde la cínica intromisión de los poderes fácticos en el proceso electoral presidencial.
La contundencia de su discurso y la magnitud del movimiento, hicieron que se convirtieran en el eje central del discurso político del Peña Nieto. Hoy una de las tres principales propuestas de éste, para llegar menos acotado al poder responde a ellos: democratizar los medios de comunicación.
Ahora bien, la agenda del #132 ha estado plegada de desatinos y desorganización, pero su papel como contrapeso del poder político resulta vital en una democracia como la nuestra, frecuentemente tendiente a ser manoseada.
ASUNTO NUESTRO. Al margen del reconocimiento de resultados electorales adversos y posicionamientos particulares, los ciudadanos debemos asumir nuestra responsabilidad social. La calificación de la elección hecha por los magistrados del TRIFE y la omisa actuación de los consejeros del IFE no despeja sospechas sobre la supuesta trampa (que presumen adversarios) para ascender a la Presidencia de la República, y peor aún, abre un nuevo conflicto porque instaura la supremacía de la impunidad frente a la legalidad. Hoy las circunstancias hacen imposible sostener este escenario, los ciudadanos no debemos permitir que el sesgo informativo quede como una regla de ventaja (no escrita) de nuestros procesos electorales. Es penoso reconocerlo, pero nuestros políticos sólo acuden a nuestro llamado cuando ejercemos presión, la primera de ellas deberá ser, oponerse a la continuidad.
INCOMODOS ALIADOS. Peña Nieto llega a la Presidencia de la República en una situación más complicada que Felipe Calderón. Hace 6 años el PAN utilizó como instrumento de ataque al Consejo Coordinador Empresarial para emprender una campaña negra en contra del candidato presidencial de las izquierdas. Jamás vino reconvención alguna a esta facciosa intromisión que fue determinante en el resultado electoral. Con estos antecedentes, su actual presidente, Gerardo Gutiérrez Candiani, -reproductor de ideas ajenas y personero de esos perversos intereses que lesionaron nuestra incipiente democracia- retoma la postura servil de su agrupación: hacer los servicios de manipular desde la desinformación en un clima de encono social. De poco le sirve a EPN estos aliados cuando los nexos de entendimiento con la izquierda son vitales para la gobernabilidad de nuestro país.
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Twitter: @juandiazcarr
Maestro en economía, licenciado en derecho y maestrante en periodismo.
Foto:Ambientación