Juan Díaz Carranza / Las 10 del 2013

Oaxaca, Oax. 31 de diciembre de 2012 (Quadratín).-
1. Voluntad Política. Par de palabras que en el uso desmedido y pervertido han sido desvirtuadas hasta la ambigüedad, pero que siguen representando el antídoto a las soluciones dilatorias de los gobiernos. La atención a los dos principales fenómenos de nuestro país (corrupción e impunidad) depende de jerarquizarla por encima de la mezquindad.
2. El distintivo del sexenio. Aunque las primeras acciones de la administración de Peña Nieto han sido bien recibidas, es necesario definir cuanto antes la política pública del sexenio que marque su administración. La cruzada nacional por el hambre que recientemente echó a andar es un atino; sin embrago, combatir la pobreza y la desigualdad en el país no debe ser sólo una campaña coyuntural, sino el eje estratégico de carácter transversal que enarbole los empeños de los próximos seis años.
3. Reforma educativa. Su aplicación representa un avance para despolitizar la educación en el país, en consecuencia, debe ser respaldada por el 70 por ciento de las legislaturas locales para lograr la reforma constitucional emprendida. Apenas es un primer paso, es necesario dar el siguiente: la calidad de la educación.
4. Año electoral. En 2013 se celebrarán comicios en 14 estados de la República Mexicana para elegir a un gobernador (Baja California), mil 348 alcaldías y 451 diputados locales. En la gubernatura las posibilidades de un retorno del PRI al gobierno del estado estriba en el proceso de selección del candidato y la unidad entorno al ungido. En los 14 estados donde se llevarán a cabo elecciones intermedias se vaticinan dos escenarios: en 4 de ellos un panorama favorable para el PRI gobierno (Chihuahua, Durango, Hidalgo y Zacatecas); y elecciones competidas en las otras 10 por las alianzas que se han anunciado (PAN y partidos de izquierda). La diferencia para los estados que no gobierna el PRI será la habilidad y la adaptación que éste encuentre para mostrarse fortalecido, derivado de la capacidad de gestión que otorga ejercer el poder federal. El resultado de ellas determinará -en gran medida- las posibilidades reales de competencia en esas entidades.
5. Alto a la Violencia. No se podrá resarcir el tejido social si los crímenes de la guerra contra el narco y el sinnúmero de atrocidades perpetradas en la administración anterior no son enjuiciadas. Es un absurdo que los 25 mil 276 desaparecidos -que oficialmente no están ni vivos ni muertos- pasen inadvertidos para el gobierno. La buena señal del gobierno Peñista al retirar la controversia constitucional (que interpuso la administración de Calderón) a la Ley de Víctimas, puede revertirse en caso de dar carpetazo a los trágicos acontecimientos de hace seis años.
6. Derechos Humanos. La estrategia de seguridad que se pretenda emprender debe incorporar como eje central la protección a los derechos humanos, no sólo en la letra, también en la acción. Van más de 1,400 muertos en este primer mes del sexenio, ello demanda establecer inmediatamente puentes de comunicación con los defensores de los derechos humanos y atender el cúmulo de recomendaciones de los organismos internacionales que han formulado en la materia. Lo anterior, para no reproducir el espiral de violencia que fue heredado.
7. Una Reforma Fiscal-Social. Es urgente reivindicar el discurso revolucionario que le apuesta a la rectoría del Estado en la vida política, económica y social del país. El agua ya nos llegó al cuello y es momento de impulsar una reforma fiscal que ponga en el centro del debate el desarrollo social del país. Por un lado, que revise los regímenes de excepción que tolera que no se paguen impuestos; y por el otro, garantizar la calidad del gasto con estricto apego a la rendición de cuentas y transparencia.
8. Acabar con la impunidad. La iniciativa presidencial de Transparencia y Rendición de Cuentas que institucionaliza la fiscalización y evaluación en el desempeño de los servidores públicos es una buena iniciativa, pero quedará truncada si persiste el amiguismo que perdona la mala actuación de los servidores públicos. Llevar a cuentas a un correligionario como Humberto Moreira, Ulises Ruiz, Arturo Montiel, o Tomas Yarrington, será un tiro de tres bandas: otorga credibilidad al nuevo gobierno; gana margen de maniobra para castigar a los opositores; y marca un hito que se comprendería como un antes y después en el desempeño de la función pública.
9. Alianzas estratégicas. Dejar atrás la mediocre visión de participar en todas las cumbres internacionales temáticas sin agenda, objetivos y prioridades que nos vinculen en esos encuentros mundiales. Se requiere desarrollar un marco de referencia con una proyección nacionalista para poder salir a buscar aliados específicos en temas claves para México, priorizando nuestro interés nacional en el mundo. Algunos ejemplos: con Estados Unidos los asuntos migratorios y de seguridad; con España y Alemania aspectos de energías renovables; o con Corea podríamos empezar a explorar proyectos de tecnología. En política exterior los procesos son lentos, en consecuencia, es urgente comenzar a diseñar esa agenda.
10. Ciudadanía fuerte. El ejercicio de un gobierno conlleva desgaste y vicios en la acción. La sociedad mexicana mantiene una fundada malquerencia con la hegemonía priista, temerosa de su restauración, lucha por sostener los equilibrios y contrapesos. Pero los aliados del poder (principales medios de comunicación) se encargan tergiversar e infundir miedo, desanimo y desconfianza en la población para restar fuerza a los movimientos y criterios contestatarios del poder. La realidad obliga al nuevo gobierno a una pronta adaptación y respeto por la divergencia.
En lo particular anhelo para el año venidero una ciudadanía mucho más activa, consciente y comprometida. Preservando, a pesar de las difíciles circunstancias, nuestro peculiar humor y empeño por ser felices.
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Abogado, economista y periodista.