
México y la semana aquimichú
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Oaxaca, Oax., 3 de febrero de 2012 (Quadratín).- Artículo 4°. La religión de la nación mexicana es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana. La nación la protege por leyes sabias y justas, y prohíbe el ejercicio de cualquier otra.
Acta Constitutiva de la Federación Mexicana. 1824
Desde el 2008, el arzobispo de Oaxaca José Luis Chávez Botello, comenzó a criticar la educación en nuestro estado, a tal grado que la Sección 22 de los estafadores de la educación por voz del secretario de Organización, Ezequiel Rosales Carreño (26 de mayo de 2008) le pidió ser imparcial en sus comentarios. Pero fue en el año que pasó cuando los comentarios del prelado sobre la pésima educación en Oaxaca arreciaron. Con la propuesta de reforma al Artículo 24 de la Constitución, suponemos por qué.
La Iglesia, culpable de atraso de siglos
Ese tipo de comentarios no son locales solamente, la mayoría de obispos del país han declarado en ese sentido. Es más, desde mediados del 2007, el cardenal Norberto Rivera Carrera se pronunció porque les sean otorgados los mismos derechos a los sacerdotes que todos los ciudadanos; incluso, por impartir la educación religiosa en escuelas públicas y poder obtener bienes y administrarlos.
Por supuesto que llama la atención que la Iglesia señale lo mal que está la educación; ya que, si por ella fuera, la educación la recibirían los mexicanos en sus conventos, como antes de las Leyes de Reforma. Es decir, estaríamos en la miseria cultural.
Y no es que les falte razón. En materia de educación el país está atrasado, y Oaxaca peor. Pero el clero no tiene la calidad moral para denunciar eso. Desde la llegada de Cortés a América, la educación estuvo en sus manos.
Al término de la Independencia se pudo constatar que en nuestro país existía un ¡98 por ciento de analfabetos! ¿Qué había hecho la Iglesia en 300 años para educar, si esas eran las miserables cifras?
Por eso un indígena de Guelatao, hasta 1818, a los doce años, apenas pudo aprender español y conocer las letras
y no en una escuela.
Más de sesenta años después, ya era más razonable: 90 por ciento de iletrados. Se entiende que, con tantas guerras patrocinadas por la Iglesia (para imponer a Iturbide, para subir varias veces a Santa Anna, para eliminar a Juárez y sus leyes, para imponer a Maximiliano e intentar volver a eliminara a Juárez
) no se haya podido educar a los mexicanos.
Por eso, cuando don Porfirio arrebató la presidencia (con él la Iglesia regresó al poder, y las leyes de Juárez y compañía fueron ignoradas), se encontró que México tenía un 90 por ciento de analfabetos. A su caída., más de treinta años después, había un 85 por ciento de iletrados (82 para otros). Ni siquiera mejoró medio punto por año.
Dice el historiador Luis González: También es insólito que la Iglesia católica, tan enemiga del positivismo, no hubiera tratado de combatirlo mediante la fundación de un gran número de escuelas. En 1900 los planteles escolares del clero apenas llegaban a medio millar; sólo representaban el 4 por ciento de los existentes. Eso sí, desde 1896 hubo Universidad Pontificia.
No le ha importado a la Iglesia educar. Poco a poco el Estado mexicano se pudo sacudir la gran influencia del Clero. Aún tuvo que pasar otra guerra, la Cristera, para que se hicieran a un lado levemente. Leve, porque la Iglesia, a pesar de lo que se queja, ha incursionado en la educación, desde preescolar hasta niveles superiores. Y sus colegios son de los más caros del país.
Pero, ¿usted sabe cuántas escuelas ha fundado el Clero en las zonas indígenas? Ya que le importa tanto la educación, la Iglesia, ¿no podría, con las ganancias de sus escuelas para ricos, hacer escuelas para pobres?, principalmente en esos recónditos lugares, como los de Oaxaca o los de la zona Tarahumara.