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En mal momento el asunto de El Mayo
——Cuarta y última parte
Oaxaca, Oax., 13 de diciembre de 2011 (Quadratín).- Pero en otro sentido, había otro más necio que Madero: Emiliano Zapata. Éste no creía en los catrines y ni siquiera le dio tiempo a Madero de aprender a manejar al Estado. Ya León de la Barra lo había perseguido, y Madero, como presidente, se entrevistó con él en Yautepec, para que el Atila depusiera las armas, incluso le ofreció una hacienda.
Zapata respondió, al tiempo que golpeaba su 3030 sobre el escritorio:No, señor Madero. Yo no me levanté en armas para conquistar tierras y haciendas. Yo me levanté en armas para que al pueblo de Morelos le sea devuelto lo que le fue robado. Entonces pues, señor Madero, o nos cumple usted, a mí y al estado de Morelos lo que nos prometió, ¡o a usted y a mí nos lleva la chichicuilota!. Y se los llevó.
El 25 de noviembre de ese año, Zapata lanzó su Plan de Ayala, al que se adhirió Pascual Orozco, y la lucha se reinició.
TABLADA: IGNOMINIOSO POETA
Uno de los principios inviolables para Madero era la libertad de expresión. Y fue por ahí donde lo atacaron arteramente. Por eso dice Enrique Krauze que la prensa ejerció contra él la más intensa campaña de ofensa y descrédito personal que haya recibido alguien en la historia de México.
Uno de los precursores fue José Juan Tablada, famoso por introducir en México el haikú o haikai (tienen diferencias, según O. Paz) de un viaje que hizo al Japón.
El reaccionario poeta defendió a Porfirio hasta la ignominia y, desde 1910, en la campaña presidencial, comenzó atacar a Madero. En ese año Tablada representó a Tlaxcala (nació en la ciudad de México y ahí vivía) como diputado en el Congreso de la Unión. A él se deben estos versos:
¡Qué paladín vas a ser,
te lo digo sin inquinas,
gallo bravo quieres ser,
y te falta Chantecler,
lo que ponen las gallinas.
Los mismos aparecen en la sátira Madero-Chantecler, donde Tablada firma como Girón de Pinabete, Alcornoque y Astrágalo. La obra está editada por la ficticia Compañía Aserradora de Maderos S. A.; lleva un epígrafe igual de chistosito: Para que la cuña apriete Ha (sic) de ser del propio palo; y la dedicatoria es para Edmundo Rostand: (Mandándole un boleto para el estreno de esta pieza.) .
La dedicatoria tiene que ver porque, meses antes (el lunes 7 de febrero de 1910), en París, se había estrenado la obra Chantecler de Rostand. Se trata de unos animales: Chantecler es un gallo de bello canto que provoca envidia en otros. En México, el gallo es Madero humillado por un perico quien, al final, lo matará (Tablada había sufrido una fractura en una pierna y decían que caminaba como loro en charola). Hay versos más terribles que los citados.
No en balde, José Emilio Pacheco escribió en su columna en la revista Proceso en 1982, que Tablada: dio la pauta para la infame campaña de la prensa científica contra Madero y los maderistas de 1912 [
] Si en la cloaca existen categorías, habrá que decir que el epigramista, y el maldiciente, el versificador habilísimo y mercenario, hacen de Madero-Chantecler una obra eficaz para sus propósitos.
Tablada escribió sobre el criminal Victoriano: Es un arquetipo de lealtad, un sacerdote del honor, un héroe de la abnegación [
]. Huerta en una chucha cuerera [
]. Es de bronce, ya lo he dicho, del mismo bronce de Cuauhtémoc, que no pudo fundir la infame hoguera [
].
Con Huerta fue jefe de redacción de El Imparcial (1913-1914) y director del Diario Oficial de la Federación (en esa época: Diario Oficial de los Estados Unidos Mexicanos). Al caer el usurpador, Tablada se exilió, y regresó, sin vergüenza, con el gobierno de Carranza y se dedicó a viajar como diplomático. Hermoso, ¿no?
Claro que no fue el único intelectual en contra de Madero, también Díaz Mirón (probablemente el más abyecto políticamente dice de él Monsivais), escribió, después de que Huerta visitó El Imparcial: Se marchó dejando un perfume de gloria. Se le sumaron Federico Gamboa, Enrique González Martínez, José López Portillo y Rojas, Genaro Estrada y otros
ESTADOS UNIDOS, TAN CERCA
En noviembre de 1911, Bernardo Reyes lanzó el Plan de la Soledad y en diciembre fue encarcelado. En octubre de 1912 el sobrino del dictador defenestrado, Félix Díaz, en Veracruz, se levantó en armas y una semana después era sometido y encarcelado. Una corte de guerra lo condenó a muerte. El nobilísimo Madero lo perdonó. Madero cometió un segundo desatino: ¡No fusiló a sus prisioneros!, señala Lesley B. Simpsom.
Madero había proclamado medidas nacionalistas que afectaban intereses gringos, como una nueva legislación petrolera que obligaba a extranjeros a pagar impuestos, entre otras, lo que tenía con malestar a los empresarios de USA.
Otro error de Madero fue menospreciar al malévolo Henry Lane Wilson, quien se conjuró con Bernardo Reyes, Félix Díaz y Victoriano Huerta. Wilson se encargó de acrecentar las fricciones enviando a su gobierno informes alarmistas sobre la situación del país, por lo que su USA exigió que se salvaguardara la integridad de sus ciudadanos radicados en nuestro país. El fantasma de la intervención se cernía.
El golpe de Estado se inició el 9 de febrero de 1913 y se consumó en diez días (La Decena Trágica). Por supuesto, Gustavo Madero sabía de la traición de Huerta y el papel de Lane Wilson. Madero bien pudo inventar la frase: ni los veo ni los oigo, porque no hizo el menor caso de su hermano.
Por ejemplo cuando le informaron que en la Ciudadela, donde se hacían fuertes los sublevados, se introducían alimentos, Madero llamó a Huerta para preguntarle. El marihuano general le informó que, de no permitir eso los rebeldes se dispersarían por la toda la ciudad. Agregó que si pudiera, enviaría licores y mujeres para que se mantuvieran reunidos y satisfechos. El súper ingenuo le creyó.
Huerta le puso las manos sobre los hombros y le sonrió: Usted está en los brazos del general Victoriano Huerta. Y así era.