Quien está en desacato es la jueza, dice Sheinbaum sobre reforma judicial
Juchitán, Oax. 3 de febrero de 2009 (Quadratín).- Juchitán está en mi corazón, fueron las sentidas palabras con las que Emilio Mendoza Kaplan expresó el por qué decidió abrir su precampaña en esta ciudad, cuna de su crecimiento como persona y como estudiante.
Así se expresó ante la gran militancia y la dirigencia del PRI local y distrital reunidas en un conocido salón de fiestas, quienes de manera unánime le mostraron su incondicional respaldo para llevarlo al triunfo en las elecciones del 5 de julio a la diputación federal por el distrito de Juchitán.
Allí personajes de ámbitos diversos reconocieron en Emilio Mendoza Kaplan a una persona destacada, un ejemplo como estudiante por sus menciones honoríficas, un hombre que camina sin ocultar su entereza por competir, porque ahora a nadie se le regala una diputación federal. Ahora hay que ganarla.
Con la certeza de estar en el camino correcto, Emilo Mendoza Kaplan dijo que es hora de superar los 20 años de atraso que ha sufrido Juchitán, y por esta razón será un diputado para la gente, en la realidad de la gestión.
Asimismo, abogó por la transformación del Istmo en el centro de energías limpias con el proyecto eólico y los biocombustibles, con la premisa de que estos proyectos deberán generar riqueza para los paisanos istmeños, tal como debería ocurrir con la agricultura desde hace 50 años con el distrito de riego que requiere la modernización de su infraestructura por parte del gobierno federal, gestión a la que se comprometió Mendoza Kaplan a encabezar para que se convierta en realidad.
Para el abanderado del partido tricolor, el desarrollo de este municipio, su distrito, y los estados de la República sólo será posible si desde el Congreso los legisladores cumplen con su papel de contrapeso a la política centralista del gobierno federal que ejerce una distribución discriminatoria de los recursos hacia los estados.
Mendoza Kaplan abogó por una reforma que restrinja los poderes del Ejecutivo para alcanzar la distribución equitativa de la riqueza, función intrínseca del buen federalismo.