
Campo de golf en Huatulco: bienestar, desarrollo y sostenibilidad
**Y yo me pregunto ¿dónde está la paz? Acaso se asoma en un grito conjurado de la multitud o en el remanso conciliador de nuestro interior
Julia Astrid / Colaboración
Oaxaca, Oax. 9 de mayo de 2011 (Quadratín).- Hoy he despertado con pancartas, letreros, caminatas, frases y multitudes que dan cuenta de las protestas por la paz y es entonces cuando mi pregunta se ha tornado mayor en el sentido de anotar nuestra suma en el camino de paz o sencillamente advocar a nuestra falta de autosatisfacción o más aún que tanto nos mueve la creencia de caminar hacia la paz social o quizás a la falta de reconciliación con nosotros mismos.
En sí, cuando el Estado falla en su cometido de preservar la paz y alzamos nuestras voces, cabría repasar cuántas de las veces este cambio deseado se ha dado o sencillamente sólo ha abonado al capital de la clase política.
Los politólogos nos dicen que vivimos en un estado fallido, los ciudadanos conjuramos por un cambio y buscamos a los responsables de nuestros infortunios nos enojamos, protestamos y hasta gritamos y al final de la jornada nos volvemos consumados protestantes sin resultados.
Pareciera como una encrucijada o trampa sin salida, sin olvidar las obligaciones del estado para con los ciudadanos volvemos a pensar en el fondo de nuestra protesta por la violencia que nos indigna y posiblemente nuestra suma es más por el enojo que traemos con nosotros mismos que por nuestra intención de coadyuvar al cambio.
La cultura del grito y sombrerazo aduce a una realidad donde no pasa nada, tan solo resulta el desfogue de nuestras emociones con la impotencia a cuestas.
En estos momentos en que todos buscamos un cambio me pregunto si seguiremos siendo protestantes sin resultados o voltearemos al remanso concilio con nosotros mismos para alcanzar la anhelada paz. Que así sea.
Foto: Archivo