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Oaxaca, Oax., 21 de abril de 2011 (Quadratín).-Desde las primeras horas del día, doña Estela Montaño, artesana de Teotitlán del Valle, comienza en el taller de su casa, con el lavado de la lana, materia prima de los tradicionales tapetes de esta comunidad de los valles centrales. Una vez limpio, este material se convierte en un hilo que alcanzará formas increíbles en sus diestras manos.
Doña Estela, es una de los 100 artesanos que, desde el domingo pasado y hasta el 01 de mayo, dan muestra de su enorme talento en la Expo Venta Artesanal Oaxaca 2011 que se realiza en el Palacio de Gobierno.
En el espacio facilitado para promover sus productos, y mientras turistas husmean por éste y otros puestos que ofrecen de todo: desde alebrijes, barro de diferentes tonos, textiles, etcétera, la artesana teotiteca recuerda su diario trajinar: Con la ayuda de colorantes naturales dice-, elaborados con grana cochinilla, añil, cáscara de nuez, cáscara de granada y corteza de los árboles, doña Estela convierte el hilo en una cascada de colores. Es momento de sentarse al telar para comenzar una obra que tardará poco más de dos semanas en terminar.
Uno de estos tapetes, al igual que bolsas de mano con diseño de innovación que vende y atrae la atención, principalmente de mujeres, es el sello que distingue a doña Estela de sus demás compañeros por la particularidad de las propuestas artísticas que en otros tiempos promovieran artesanos pioneros de su pueblo que contaron con el apoyo del mismísimo maestro Francisco Toledo y que diera brillo a Teotitlán allende las fronteras.
Atiende a unas personas y vuelve a pensar en su telar, allá en el barullo de su casa:
Recuerda que sin darse cuenta, cada movimiento de sus pies y manos la inspiran para dar uno más. El cansancio y las labores de madre y esposa es lo único que la separa de su trabajo que es suspendido hasta el día siguiente, no sin antes echar un último vistazo para asegurarse que todo va bien. Es un día de trabajo allá, no muy lejos de la capital, apenas a 28 kilómetros al oriente, cerca de Tlacolula, en el camino a Mitla.
Cuando el tapete está concluido, listo para empacarse, confía, doña Estela siente una gran satisfacción interior, porque no sólo es una pieza que servirá para mantener a su familia, sino que representa un pedazo de su ser y su cultura.
Para mí, es un orgullo trabajar un tapete, cuando lo termino es algo maravilloso, porque lo veo y me emociona saber que lo has hecho con tus manos, con tu mente y es mágico comenta sin ocultar su alegría por ser parte de una tradición ancestral, que hoy en pleno año 2011 la muestra a quienes acuden a admirar esta exposición.
Obras como las de doña Estela Montaño, artesana de 45 años con tres hijas, una de ellas que la acompaña en el diario trajín, se pueden adquirir en el patio de la Casa del Pueblo convertido por estos días en un exhibidor de cientos de colores y texturas: algodón, lana, seda, palma, barro y cerámica, que se mezclan para crear un escenario multicultural que plasma la riqueza de Oaxaca.
Cuando un visitante tiene acceso al patio central de la Casa del Pueblo, lo recibe una enorme jirafa azul de cabello dorado, obra de creadores de San Martín Tilcajete, que con su arte e imaginación, atraen la atención de quienes no pueden evitar asombrarse por la historia y el trabajo detrás de cada pieza labrada y pintada con tonalidades mil.
También pueden observarse alfareros de Santa María Atzompa, orgullosos de su cerámica libre de plomo; los cuchilleros de Ocotlán de Morelos, las que tornean el tradicional barro negro de San Bartolo Coyotepec, reflejo de la piel morena de la raza zapoteca; además de huaracheros y curtidores de los Valles Centrales.
La técnica del deshilado y tejido en telar de cintura, característica de la mujer mixteca, se muestra en todo su esplendor a lo largo de los pasillos de la sede del Poder Ejecutivo.
No puede faltar el resplandor y brío de las mujeres istmeñas, que con sus inigualables bordados en seda y algodón, su arte de filigrana, el brillo de los ahogadores y rosarios, enmarcan la belleza de sus regiones.
Durante el recorrido por la Casa del Pueblo se puede encontrar también a doña Susana Hernández, originaria de San Vicente Coatlán, quien borda pacientemente el punto de cruz que adorna la tradicional blusa chenteña.
Lleva más de 40 años haciendo arte con sus manos. Para elaborar una blusa se tarda de tres meses a un año, cada prenda es hecha a mano con una técnica que se transmite por generación en generación.
Aprendemos a hacer esto desde muy niñas, es parte de nosotros y creo que son muy bonitas y nos gusta traerlas hasta acá para que todo el mundo las conozca
Para una de estas artesanas, crear es algo mágico, se trata de un proceso casi natural en el cual la imaginación domina sus manos, que entrelazan y moldean para dar como resultado figuras coloridas, que más que un producto, son una historia, un pedazo de cultura que se transmite y corren en las venas de quien las adquiere.
En estos días de Semana Santa, y hasta el próximo primero de mayo, hombres y mujeres indígenas y mestizos, trasladaron hasta aquí su cultura desde las 8 regiones del estado para mostrar a propios y extraños piezas únicas en las que dejan su corazón, su alma, como doña Estela, como doña Susana quienes esperan vivir mucho tiempo para seguir demostrando aquí y donde puedan llevar el arte de sus manos, que Oaxaca es singular, por el amor y la belleza con que están hechas todas sus cosas.