Mantiene Oaxaca éxito rotundo en el Festival Internacional Cervantino
OAXACA, Oax. 25 de abril de 2014 (Quadratín).-La ciudad merece ser cantada, bien vale la pena todos los esfuerzos. Nunca antes se había visto un pacto entre líderes sociales y autoridades para realizar una fiesta.
Las ciruelas del tiempo de calores de cáscara sensual roja y amarilla, dispuestas junto a la mujer que invita con la mirada a realizar comercio sabían de la fiesta grande.
El día amaneció con aviones en el cielo que celebraron el aniversario 482 de la señora Antequera, la ciudad de las piedras verdes.
La tarde antes, el gobierno local había anunciado un pacto con dirigentes de organizaciones sociales para evitar, durante los festejos de celebración, marchas y plantones, bloqueos viales.
El ánimo subversivo de los pobladores de la ciudad, los hace impredecibles. Más en los días de fiesta.
Manuel Brioso y Candiani así lo supo la mañana del 11 de octubre de 1811, cuando hace publicar en el periódico La Prensa su soneto A Oaxaca: “Tus costumbres y leyes liberales/ te hacen ¡oh Patria! Edén de los amores”.
Con el sobrevuelo de los aviones Pilatus Siete de la Fuerza Aérea Mexicana, el cielo se pintó de colores patrios. A este fervor por un cielo propio cantaron los poetas oaxaqueño del siglo 19:
“Son tus hijos indómitos y fieros, / pues en la lucha nadie los abate, / porque eres la nodriza de guerreros / y la clásica tierra de combates“. (Severa Aróztigui, Álbun literario de Oaxca)
En 1883 Emilio Rabasa publicó su breve antología La musa Oaxaqueña, ahí marcó el desarrollo de la poesía desde los siglos XVII y XIII hasta lo que llamó los poetas modernos.
En opinión de Rabasa la literatura escrita especialmente por religiosos en la época colonial no podía ser considerada propiamente oaxaqueña, toda vez que no fue dirigida al pueblo ni considerada por él.
Los datos los proporciona José Pascual Buxó, quien publica su Poesía oaxaqueña 1860 /1900, publicado por la Uabjo en 1996, siendo Secretario General el doctor Odavías Martínez Soriano.
Esta ciudad merece ser cantada, como a una quinceañera: “Porque eres tú para el que sufre el duelo / La esperanza y la luz, la fe y el cielo”, Manuel C. Brioso, La Prensa, 27 de septiembre de 1888.
Los fotógrafos se dicen atraídos por el cielo de Oaxaca, la luz del alba, la luz en la hora del atardecer les son propicias para realizar su trabajo.
La gente rebelde que habita la ciudad la hacen un sitio singular para la crónica periodística, el relato.
Este existir a contrapelo de la razón hace del oaxaqueño un personaje singular para una literatura actual, que está por escribirse.
La mañana de los festejos abrió con un repique de campanas como si se tratara del día de un muerto grande. Las campanas daban inicio a los festejos del cumpleaños 482 de la señora Antequera.
En la cabeza del agobiado por penas y calores, el peatón, revoloteaban los versos finales de un soneto de Brioso:
“Y si en tu cielo vi la luz primera, / Quiero mirar tu cielo cuando muera”.
La ciudad merece en su día de fiesta un deseo de larga vida y derramar en su suelo una frondosa copa de mezcal.