Diferencias entre un estúpido y un idiota
OAXACA, Oax., 31 de mayo de 2016.-
1.- En una contienda de estructuras, clientelas y cacicazgos la gran ausente en la disputa por la gubernatura es la sociedad. A contrario ‘sensu’ de 2010, hoy los ciudadanos son, en lo general, actores pasivos de un proceso electoral en donde la gubernatura se estará definiendo entre dos proyectos afines al viejo régimen, sin compromisos de fondo con el cambio y transformación de Oaxaca y diferenciados, eso sí, por identidades grupales, líneas de mando, lealtades personales, trayectorias políticas, compromisos económicos y afiliaciones partidistas.
2.- Si el ganador es Alejandro Murat esto no significará el fin de las libertades, de la democracia, progreso y paz social que con Gabino Cué fue solamente publicidad y discurso político, pero sí la reinstauración en el poder ejecutivo del muratismo y el desplazamiento, por segunda ocasión, del diodorismo, ahora en la versión gabinista-castillista. Si, por el contrario, gana la contienda José Antonio Estefan Garfias, está garantizado que habrá las mismas libertades políticas, porque son derechos ya ganados por la sociedad, y más democracia dirigida y de papel (en abundancia) así como progreso a secas; sin duda también está garantizado la continuidad del mismo grupo político que se empoderó en el 2010 con Gabino Cué, pero ahora cogobernando ya no con el priísmo muratista sino con otro priísmo mas nocivo y letal y cuyo principal referente para evaluarlo es el 2006: el ulicismo. Y al PRD y al PAN, ahora sí, algunas secretarías vip que correspondan a sus sacrificios políticos y al valor de sus votos aportados.
3.- La trillada e inexistente coalición gobernante del gabinismo devino en un pluralismo de grupos y personajes afines al círculo personal y escolar del jefe del poder ejecutivo y de sus confidentes más cercanos, fortalecido con cuadros del viejo y nuevo priísmo, predominantemente del círculo muratista. La gran paradoja de este primer gobierno de alternancia, producto de la derrota del PRI, fue que se cogobernó con el proyecto de este partido y no con las propuestas y proyecto de gobierno de la sociedad civil que lo apoyó ni mucho menos con los programas del PAN o del PRD, cuyos cuadros burocráticos estuvieron representados solo testimonialmente en el gabinete legal y ampliado.
4.- Entre los múltiples pasivos y tropiezos del gabinismo, lo que ahora sale a la luz pública, pero que buena parte de los oaxaqueños atestiguamos durante el largo invierno de la fallida transición democrática, es el tráfico de influencias y la megacorrupción que en la coyuntura del relevo sexenal ahora ya del conocimiento de la opinión pública estatal, nacional y hasta internacional. Y el principal personaje es Jorge Castillo, amigo y cómplice del gobernador quien en forma indebida e inconstitucional lo invistió de poderes plenos para corromper a líderes políticos, dirigentes partidistas, líderes empresariales y, faltaba más, para hacerse de un capital financiero superior a los 7 mil millones de pesos.
5.- ¿Todo esto cambiará con el nuevo sexenio? Las promesas de campaña son eso, y solo podrán aterrizar en el Plan Estatal de Desarrollo y en las políticas públicas si la sociedad participa, exige y se moviliza y se rediseñan leyes e instituciones. Con Murat o Pepe Toño veremos casi los mismos rostros de otros sexenios: los viejos e impresentables que se fueron y regresan y los no tan viejos que repiten y se engolosinan; los tecnócratas del ITAM, del Tec de Monterrey y de instituciones privadas extranjeras que volverán a tomar a Oaxaca como centro de experimentación de sus teorías neoliberales y, por encima de todos, los capos de la política y los grandes negocios que nunca se fueron y que continuarán beneficiándose de la obra pública y de los megaproyectos que ahora tendrán como destino el istmo de Tehuantepec.
Al tiempo.
Twitter. @YescasIsidoro