Madrid, 15 de febrero de 2015.- Sophie y Hawa tienen seis años, nacieron el mismo día del mismo año. Sophie en Londres y Hawa en el este de Malí. Ambas ciudades están atravesadas por el meridiano de Greenwich. Este es el punto cero a partir del cual se miden las longitudes en el mundo, una línea imaginaria como todas las que dividen el mundo. Lo único que puede unir a estas dos ciudades es esta línea. Imaginaria.
La república de Malí es la tercera región más pobre de África. Se estima que más de la mitad de sus habitantes viven bajo la línea de pobreza y el 44% de sus habitantes no tienen acceso a agua potable. En Londres viven parte de las personas que conforman el grupo del 1% más ricos del mundo. Lo que une a este último grupo es poseer más de la mitad de la riqueza global.
Sophie solo consume agua mineral importada y productos orgánicos, es decir que en su producción no hayan sido tratados con productos químicos. La mamá de Hawa camina cinco kilómetros cada día para conseguir agua de un grifo comunitario colocado por UNICEF en una escuela cercana.
Un informe publicado por el periodista norteamericano Jacques Peretti afirma que el 1% de la población que conforma el grupo de los más ricos del mundo se convierten día a día en una raza aparte, en términos biológicos y psicológicos. “Los ricos ahora viven en su propia biosfera paradisíaca. En esta biosfera, comen mejor comida, van a mejores escuelas, visten mejor ropa, toman medicinas mejores y así hasta engendran un nuevo clan más puro y rico. Incluso respiran aire más limpio“, establece Peretti.
El periodista pasó medio año rodeado de la gente más rica para realizar un documental llamado The super-rich and us (Los super ricos y nosotros) para la BBC. Asimismo, establece que las diferencias que existen entre las personas más ricas y el resto, no reside solo en el dinero, sino en la eugenesia (o mejora de los rasgos hereditarios humanos mediante diversas formas de intervención manipulada). El informe que publicó afirma que “estas personas en sus mentes, no son solo son más ricos que el resto, sino mejores (…) y la palabra ‘mejor’ es importante, porque la falacia del perfeccionamiento moral que viene gracias al dinero es utilizada para justificar dicha desigualdad”.
Somos testigos de una elite social a la que se le considera superior por poseer mayores recursos económicos.
(Artículo proporcionado por el Centro de Colaboraciones Solidarias)
Clara Presman
Periodista