El alarido de la libertad
OAXACA, Oax. 28 de junio de 2015.- Las pasadas elecciones federales de este año 2015 marcaron, para los partidos políticos en Oaxaca, el fin de un período de preparación para entrar a la acción franca y conquistar la gubernatura en junio de 2016.
Está pendiente la adecuación de la ley estatal electoral a la federal, mientras, no podemos saber cómo piensan los diputados locales ajustar los tiempos de Oaxaca con los federales, a saber: ¿tendrá Oaxaca un gobierno de dos años, o uno de cinco? O de plano no habrá reforma electoral. Esto último parece poco probable.
Aunque falta que los señores diputados decidan qué hacer con el ajuste en relación con la reforma electoral federal, los dirigentes de los partidos políticos comienzan a calibrar sus instrumentos para diseñar la “estrategia” que les haga vencedores en el 2016.
Escribí la palabra estrategia entre comillas, porque tengo la impresión que ninguno de los partidos se ocupa de cómo resolver la problemática con la que se enfrentarán los oaxaqueños a fines de este año y durante los primeros meses del 2016.
Tampoco parece importarles qué cuentas entregará la administración de Gabino Cué Monteagudo, ni cómo afectarán los saldos pendientes del gabinismo a los oaxaqueños.
La preocupación, si la hay, se reduce a dos aspectos: cómo puede afectar el actual marco legal a sus eventuales candidatos y cuántos votos pueden conseguir para asegurar el triunfo o la participación en el reparto de los futuros puestos en el gobierno.
Ni por asomo se discute cómo sacar a Oaxaca de sus problemas; de qué manera dar oportunidades de empleo a los oaxaqueños; cómo mejorar sus actuales condiciones de vida y de trabajo.
Tampoco se plantean el problema de cómo enfrentar la situación financiera del gobierno del estado, que hasta ahora se ha manejado bien dentro de los cánones establecidos por las calificadoras, pero que es muy probable que el equilibrio se pierda apenas entre el nuevo gobierno en funciones en diciembre del próximo año.
Ni hablar del problema magisterial que merece un tratamiento aparte y muy meditado, pues los rumores de que el gobierno federal prepara la aplicación de la ley a secas, preocupa a varios personajes.
En resumen, los actores políticos oaxaqueños se ocuparán de la reforma a la ley electoral para que quede a su medida, lo que implica un nicho de oportunidad para que algunos diputados vendan caro su amor al mejor postor.
Por otra parte, trabajarán (bueno, es una manera de hablar) para que su aritmética electoral resulte favorable, es decir, calcularán las sumas de manera simple o bien le pondrán paréntesis, es decir harán alianzas, pero al final será solo otra forma de combinar los números.
Me sorprende cómo, fenómenos que los científicos sociales consideran complejos, los políticos los pueden reducir a simples cálculos aritméticos que cumplen con la mayoría de las leyes de los números naturales.
Pero, matemáticas aplicadas aparte, el hecho es que los partidos políticos no aprenden las lecciones; de nada sirven las sumas de votos, si no representan a un electorado dispuesto a luchar por un proyecto de sociedad, ojo: en los resultados de las sumas, no se notan los distintos intereses.
El caso de Grecia ilustra tristemente la situación referida. Syriza convocará en unos días a referéndum para consultar a los ciudadanos si se aceptan las condiciones de los usureros de Europa o no; el problema es que el electorado no tiene el mismo proyecto social, porque el voto a favor de Syriza viene tanto de la izquierda como de la derecha.
Podrán votar a favor o en contra, pero en los hechos la acción ciudadana se debilitará en lo principal: en su intento por recuperar con recursos propios la economía griega y la independencia nacional. Espero estar equivocado.
En México y particularmente en Oaxaca, parece que estamos a tiempo de vernos en el espejo griego y aprender de ellos como lo hemos hecho durante miles de años; solo lamento que ahora los griegos sean actores y víctimas en un género del que fueron inventores: la tragedia.