Diferencias entre un estúpido y un idiota
Análisis a Fondo
MÉXICO, DF, 31 de julio de 2015.- Lo más grave de todo es que estos economistas de La Obra no se dan cuenta de que no se dan cuenta. La Comisión de Cambios –Banco de México y Secretaría de Hacienda– sólo viene dando palos de ciego ante la persistente depreciación del peso.
Y atizan la fuga de capitales que son muy bien recibidos en Panamá, en Caimán, en algún banco de Nueva York y hasta en Berna. Aquí en México no hay confianza. Se esfumó la confianza en la maltrecha economía.
Y mientras los pulpos de la especulación se sirven con la cuchara grande hinchándose de billetes por los pocos dólares que aún cruzan las fronteras hacia el sistema mexicano. Pero lo que la economía pudiera ganar por la llegada de dólares por turismo, por ejemplo, se pierde en la importación de bienes y servicios, particularmente bienes de capital y materias primas.
Y se pierde más por la política puesta en práctica por la Comisión. Déjeme decirle que la devaluación del peso va viento en popa, muy rápido y muy a pesar de las decisiones de Banxico y Hacienda.
Hace unos tres meses habían ya anunciado subastas diarias por 200 millones de dólares, de esos que aún están apilados en las bóvedas del banco central. Pero sin decir nada, resultó que las ofertas fueron de 50 millones. Ahora, anuncia que a partir de este viernes las subastas serán de 200 millones. Y quién cree. Tales subastas no sirven de mucho. De todos modos la especulación es imparable. Ya hay experiencia histórica desde las primeras devaluaciones, sobre todo de aquella de 1976, cuando el peso empezó a perder peso y volumen. Y masa.
No se les ocurre más que las subastas. El manejo de las tasas de interés podría ser más efectivo. Y el control. Pero le tienen pánico a la palabra control. Con eso de que no se controlan ni a sí mismos. Mientras el dólar continúa fortaleciéndose. Y todo afecta, al final de cuentas, a la economía que no se va a levantar, ni rezándole a Escrivá de Balaguer, por lo menos en lo que queda del sexenio en el que quisieron “mover a México” y la frase quedó como un grito desesperado de un populismo y una demagogia sólo digna de los más acérrimos defensores de la economía de mercado, bajo la inspiración de la política del dejar hacer, dejar pasar.
La moneda mexicana va entonces a merced de la especulación y los anuncios emitidos por las vocerías imperiales. 16.77 en ventanillas bancarias; 16.44 al mayoreo. Muy explicable.
El alza de la cotización se da luego del anuncio de que la economía de Estados Unidos creció 2.3% a tasa anual en el segundo trimestre de 2015, impulsada por una recuperación en el gasto del consumidor.
Y sólo se les ocurre derrochar los dólares guardados en el instituto bancario, que poco a poco se va vaciando. A partir de este viernes 31 de julio y hasta el 30 de septiembre de 2015, el Banco de México ofrecerá diariamente 200 millones de dólares en las subastas sin precio mínimo que hasta hoy eran por un monto de 52 millones. Bueno, debo aclarar que eso dice el vocero del banco. A nadie más le consta que sean 200 millones.
Y lo más grave es que saben, para tomar sus decisiones, que no son las mejores ni las más realistas, que es posible que se incremente la volatilidad en los mercados financieros.
Dicen que continuarán evaluando las condiciones de operación en el mercado cambiario y podrían llevar a cabo acciones adicionales en caso de ser necesario. Pero no dicen que tipo de acciones adicionales. Y alegan a su favor que es bueno el nivel actual de las reservas internacionales, a las que se agrega la Línea de Crédito Flexible contratada con el Fondo Monetario Internacional por cerca de 70 mil millones de dólares, aunque esta exorbitante cantidad es de pura saliva. No existe. Es sólo una “línea”.
Está bien. Cuando las arcas se empiecen a agotar de manera acelerada, entonces es muy probable que empiecen a darse cuenta. Ahora confían. Como no es de ellos el taxi. Si fuera de ellos lo cuidarían.
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