Inspecciona Protección Civil para evitar incidentes en Día de Muertos
OAXACA, Oax. 1 de agosto de 2014 (Quadratín).-Miguel Ángel Sosa García, médico traumatólogo del HGZ1 IMSS, informó que desde el tercer trimestre de gestación, un bebé en el vientre materno se acomoda de manera que pueda mantener las piernas y pies en cierto grado de rotación, las paredes de la matriz moldean cierto arqueamiento en las piernas; es por ello que al nacer los bebés se observan “sambos”.
Después, los primeros meses de crecimiento y maduración, él bebe va teniendo cierta corrección de las piernas y comienza a caminar alrededor del año de edad, es ahí donde se observa si al caminar lo hace con las puntas del pie hacia adentro, si gira todo el pie o sólo es la parte de enfrente.
Si el menor presenta marcha hacia adentro, pero las rodillas se ven hacia el frente estamos ante una problemática de la rodilla hacia abajo que puede ser pierna o pie; pero si se nota que al mismo tiempo en que mete los pies sus rodillas también giran hacia adentro entonces la problemática está originada desde la articulación de la cadera y ahí es en donde se tendrá que poner atención. Indicó Miguel Ángel Sosa.
Refirió que este problema es relativamente fácil de corregir, ya que si se detecta desde el momento mismo del nacimiento se empieza la ejercitación y es probable que se recupere completamente sin requerir más recursos.
Sin embargo, si al revisar al niño encontramos que el pie no presenta deformidad ni bordes curvos, pero al caminar mete los pies y las rodillas se ven de frente, entonces hay que investigar la posibilidad de una torsión tibia interna en donde la pierna es el origen del problema.
Por lo tanto, la atención estará indicada hacia una corrección del hueso tibial mediante un programa vigoroso de ejercicios y el uso de un artefacto ortopédico (llamados órtesis) que puede ser de uso diurno, nocturno o tiempo completo según la edad y severidad del caso.
El especialista del IMSS recomendó mientras se esté en el programa de corrección, evitar el uso de zapatos muy duros o pesados en proporción al peso del niño, zapatos que queden muy grandes o muy apretados, zapatos muy flojos como huaraches, chanclas, sandalias etc.
E indicó que para hacer el diagnóstico solo basta un examen clínico minucioso, donde se aprecie el tipo de marcha del paciente, además de iniciar un programa de fortalecimiento muscular selectivo y evitar el uso de calzado inadecuado.