Economía en sentido contrario: Banamex
MÉXICO, DF. 10 de septiembre de 2014 (Quadratín).- Como corolario, al final de su conversación con François Granon (Télérama, febrero 15, 1995), Pierre Bourdieu concluía: “Cuando la verdad es complicada —algo que ocurre las más de las veces— solo se la puede exponer de manera difícil, a menos que se termine hablando de otra cosa [..]. Nuestro trabajo reside no solo en ir contra la opinión común y contra nuestras propias anteojeras sociales, sino también (en contra) de utilizar un lenguaje que se oponga a la divulgación de la verdad científica, que es siempre contestataria. Hasta las palabras están preparadas de modo que no se pueda hablar del mundo tal como es”.
En dicha conversación Bourdieu problematiza el rol de la industria noticiosa y sus periodistas en el abordaje de los conflictos, y consideré útil traerla a cuento para reflexionar sobre la historia «Indígenas y judíos se pelean en Guatemala», de CNN en Español (agosto 27, 2014).
Desde el encabezado inquietan el enfoque y el lenguaje, de modo que todo el tiempo uno se pregunta si la elegante reportera pensaba en informar, desinformar, entretener, alarmar, contribuir al escalamiento del conflicto o a su desescalamiento, nomás en ganarse la pitanza, ¡o en nada, actuando en automático!
Abordaré lo que considero más significativo:
1) ¿Todo grupo religioso minoritario es una ‘secta’?
(Las dos primeras acepciones del Diccionario de la Real Academia Española son tan ambiguas que podrían valer para cualquier grupo religioso: “Conjunto de seguidores de una parcialidad religiosa o ideológica” y “Doctrina religiosa o ideológica que se diferencia e independiza de otra”, pero la tercera clarifica: “Conjunto de creyentes en una doctrina particular o de fieles a una religión que el hablante considera falsa”).
2) ¿El grupo minoritario judío Lev Tahor —uno de los dos protagonistas centrales de la historia de CNN— realmente practica el “judaísmo ancestral”?
3) ¿Qué implicaciones etiquetantes tiene sostener que las fieles de Lev Tahor usan “velos similares a los chadores iraníes” —además de que esto es parte de su práctica del supuesto “judaísmo ancestral y sus mandamientos”?
4) ¿”Problemas legales” es lo mismo que “procesos legales”?
5) ¿Es “idílico2 que un grupo religioso, Lev Tahor en este caso, se exilie en una comunidad maya guatemalteca al considerar que no puede vivir ya en su país de origen?
6) ¿San Juan La Laguna es una “pintoresca aldea”?
7)¿El conflicto obedece, de raíz, a la condición étnica, la cosmogonía y las prácticas religiosas de Lev Tahor; al apego de la comunidad maya a sus costumbres; a la falta de comunicación y la nula mediación del Estado entre ambas; o a todo entremezclado?
(El subtítulo de la historia revela su respuesta: “La llegada de la comunidad ultraortodoxa Lev Tahor ‘choca’ con las tradiciones indígenas de San Juan la Laguna”).
8) ¿Qué nos refiere acerca de sus intenciones el que la periodista sentencie, como si tal: “Sus diferencias irreconciliables significan que ya no pueden vivir juntos”.
Tuve la tentación de transcribir aquí la descripción que hace aquí Bourdieu acerca de nosotros los periodistas en su charla con Granon, pero considero más útil proponer pautas basadas en las metodologías aportadas por el periodismo para la paz, el periodismo preventivo y el periodismo hiperlocal, tres escuelas que nos enseñan cómo cubrir conflictos y violencias de manera socialmente responsable y útil:
1) Extirpar de nuestro ejercicio profesional toda palabra, expresión, comportamiento o enfoque estigmatizante o discriminatorio.
2) Describir comportamientos sociales como lo que son —en este caso, xenofobia, intolerancia, antisemitismo, ataques de odio.
3) Exponer las opciones para que el conflicto sea encauzado pacíficamente o el riesgo de que derive en violencia.
4) Evitar todo enfoque fatalista en el sentido de que solo hay un camino para el conflicto: el violento —en este caso, “se largan o se largan” es lo que podemos inferir de la sentencia: “Sus diferencias irreconciliables significan que ya no pueden vivir juntos”.
5) Enfocarse en las causas multifactoriales del conflicto.
6) Evidenciar la falta de árbitro —en este caso, la ausencia inaceptable del Estado, cuyas instituciones están obligadas a propiciar la transformación pacífica del conflicto.
7) Dar voz a organizaciones, activistas y académicos que propongan una mirada holística de las realidades, sin maniqueísmo, banalidad y alarmismo.
8) Dar seguimiento noticioso al conflicto.
9) Por supuesto, lo óptimo es que los medios noticiosos establezcan ingenierías de procesos editoriales para el abordaje de conflictos sociales y los periodistas asumamos sin condiciones estos y otros estándares deontológicos.
Resuena en mi cabeza: “Cuando la verdad es complicada… solo se la puede exponer de manera difícil”.