Diferencias entre un estúpido y un idiota
Oaxaca, Oax. 1 de marzo de 2009 (Quadratín).- A veces escribimos sobre cuestiones que nos inquietan, aunque los medios no se encarguen de ellas. A menudo la respuesta es inesperada, tal y como sucedió con el artículo La generación agotada escrito por Rosario Barahona de Monterrey, y que gracias a la generosidad de mi amigo Emilio Velásquez Cuervo, hoy tengo el gusto de compartirles. En adelante lo escrito por Rosario.
Nacieron en la última parte del siglo XX. Viven en una transición provocada por muchas revoluciones: la mediática, la cibernética, la sexual y la político-social. Las crisis han sido y son parte de su realidad cotidiana. Los anticonceptivos y la revolución sexual les permiten tener relaciones sexuales sin casarse. Posponen la edad de la boda y la llegada de los hijos (que son menos). Los homosexuales, las lesbianas, los bisexuales y los transexuales salen a la luz; exigen respeto y por fin, se integran al panorama social. Hablan de todo, sin tapujos.
Los privilegiados estudiaron y soñaron con una carrera que ayudara a cambiar el mundo. Los no privilegiados vieron crecer el abismo entre su mundo y el otro; cuando el campo se terminó y los salarios se degradaron. Los obreros que antes comían tres platos del portaviandas, hoy se conforman con un refresco y una bolsa de fritangas. Nutrirse es misión imposible; matar el hambre consigna para vivir.
Presenciaron la caída del muro que algunos interpretaron como un nuevo amanecer de paz y armonía. Los suspicaces intuyeron que al faltar el totalitarismo resurgirían las rencillas, los resentimientos y las luchas reprimidas, pero no resueltas. Y resurgieron. La frivolidad es su forma de vida: si no es espectáculo, que divierta, no vale la pena. Los artistas de verdad y los de pajas (creados por los medios), valen por el dinero que generan, no por su talento. Incluso los no artistas serán famosos durante quince minutos, anunció Warhol. El narco mundo, infierno o paraíso es omnipresente.
La juventud, la delgadez, el dinero y el consumismo son los nuevos dioses del Olimpo. Las arrugas, las canas, el cansancio, un cuerpo normal, no usar accesorios o ropa de marca son pecados imperdonables que los condenan al ostracismo social. Lo importante es discutir y defender los valores, no ponerlos en práctica. La doble moral (aceptada tácitamente) construye un sólido edificio sobre tales cimientos. El catolicismo pasa de ser refugio espiritual a distinción clasista. Dime con qué grupo estás y te diré por qué escalera crees que llegarás al cielo. Los Sacerdotes se vuelven mortales y la parafernalia eclesiástica, junto con la jerarquía, se vuelven obsoletos y rancios.
El capital cambia de inversión a especulación. El mundo dice que se globaliza (sólo una parte puede darse ese lujo) y se agrava la polarización entre el primer y el tercer mundo. México sigue empantanado a pesar de la transición iniciada por un Presidente con muchísimos altibajos. Los insaciables partidos políticos (sic) se enriquecen y se adueñan de país. La impunidad sigue permeando en nuestras vidas. ¡Para qué denunciar, si no pasa nada!
El empleo deja de ser de planta y sin prestaciones; los contratos laborales son temporales aunque duren diez años; pero no acumulan antigüedad, ni prestaciones. Trabajan jornadas dobles sin pagar horas extras y bajo la espada de Damocles: hay cientos esperando tu puesto es el mejor argumento. La ley los protege, pero se hacen de la vista gorda cuando las empresas se salen con la suya. La mayoría quieren primero tener y luego ver si pueden ser. Al casarse desean empezar con todo. Un solo sueldo no alcanza. La pareja debe trabajar. Hay que integrar las tareas domésticas y la intensa vida social. Si llegan los hijos, a buscar guarderías. Corren todo el día. Uno para un lado, la otra, para el otro. Se reencuentran por la noche, siempre cansados.
El estrés, la presión alta, los infartos y la depresión son familiares cercanos. Consumen Prozac como antes comíamos Salvavidas. Carro del año, vacaciones al sitio de moda, colegios caros (no necesariamente buenos), la acción en un club difícil de pagar, la casa en la colonia debida y el conservadurismo a flor de piel. ¡Qué flojera Chiapas (igual pudo ser Oaxaca) son todos pobres e indígenas!
Hable usted con ellos y compruébelo; están exhaustos. Si pudieran dormirían una semana completa. Les falta sueño y les sobra cansancio de tanto correr intentando morderse su propia cola. Es la generación joven agotada. Antes de morirse debería detener su tiovivo y bajarse e respirar, a ver las montañas, a dar gracias por estar vivos y a comerse un helado sin hacer nada. La vida también es eso. Rosana Barahona.
Como ya lo mencioné, en días pasados tuve la fortuna de platicar con mi amigo Emilio Velásquez: un empresario ejemplar, un jefe de familia responsable, un oaxaqueño visionario; pero particularmente un ciudadano comprometido con su entorno.
Durante la charla me compartió su preocupación por la situación que priva en nuestro estado; pero no se quedó en la queja, sino de inmediato aportó las posibles soluciones, sólo que muchas de ellas pasan por la concientización y la responsabilidad de la ciudadanía, particularmente de esa juventud que hoy se mira agotada y desconectada de la realidad. De ahí mi propósito por difundir éste artículo que ha sido considerado como uno de los más leídos de los últimos meses.
Transformar la realidad que nos ha tocado vivir, no depende de ideologías, de partidos políticos, o de propuestas de campaña. Depende de que cada uno de nosotros asuma con responsabilidad la actividad que nos ha tocado realizar; de reflexionar, de analizar y de visualizar cuál es el mundo en el que queremos que se desenvuelvan nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Una generación agotada, ensimismada, sin capacidad de reflexión y de análisis es sinónimo de retroceso y falta de solidaridad. Una generación agotada sólo favorece a quienes ambicionan aprovecharse de la falta de claridad de objetivos de quienes anteponen el bien estar, al bien tener. Es tiempo de retomar los valores y los principios para terminar con ese fatal agotamiento.
(*) Presidente del C.D.E. de Convergencia en el estado de Oaxaca