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México y la semana aquimichú
El desafío de Oaxaca, un Ensayo crítico, una contribución al debate
Una propuesta abierta a la refutación y el enriquecimiento
¿Qué hemos hecho y hacia dónde debemos ir los oaxaqueños?
El consultorio del doctor Martín Vásquez
Oaxaca, Oax., 09 de enero de 2012 (Quadratín).- El cuerpo social de Oaxaca tiene activos y aflicciones. Son muchas sus potencialidades y muchas sus dolencias. El inicio de año, el emblemático 2012, un año decisivo para la nación y para el estado, es una buena oportunidad para revisar ese organismo social y aplicar, todos juntos, una terapia no para la rehabilitación temporal sino para la salud permanente.
Para empezar, es preciso hacer un diagnóstico crudo, sin contemplaciones, una revisión exhaustiva de lo que somos como sociedad civil, de la calidad de nuestras instituciones públicas, de nuestro devenir histórico y de nuestras proyecciones a futuro.
Son tiempos diferentes, son tiempos de apertura, son tiempos de mostrar con claridad las venas abiertas de Oaxaca, y arriesgar hipótesis lo más sustentadas posibles sobre lo que debemos hacer, hacía donde debemos ir si queremos construir un Estado diferente, orgulloso de su cultura pero también orgulloso de sus realizaciones colectivas.
Ya no basta vanagloriarse de un pasado ciertamente glorioso en sus raíces culturales y en las contribuciones definitivas de los estadistas que tuvieron como cuna a Oaxaca, como el estadista por antonomasia Don Benito Juárez y el artífice de la estabilidad política, el presidente Porfirio Díaz.
Mucho menos hay que regodearse en la subcultura de la victimización, que se reduce a condenar las políticas nacionales que han prohijado desequilibrios y asimetrías regionales. No. Hay que llegar más lejos. Hay que asumir una actitud proactiva.
A esa necesidad de no mantenernos impasibles, indiferentes ante el rezago histórico, estructural de Oaxaca, obedece la presentación de mi libro mañana martes, El desafío de Oaxaca, reflexiones para el 2012. Es una visión del Oaxaca de hoy, sus pasivos y potencialidades, y una propuesta global para construir el futuro. ¿Qué hemos hecho hasta ahora? ¿Hacia dónde debemos encaminar nuestros pasos? Es una preocupación plasmada en un Ensayo de un ciudadano nacido en esta tierra, no una fría disertación académica.
Anima a este Libro una preocupación central: ¿Por qué se han venido incrementando los presupuestos estatales y no han mejorado sustancialmente los indicadores económicos y sociales?
Los datos duros son muy claros: Ha habido mejoría en rubros como educación superior, salud, alfabetización y apoyo a vivienda rural, pero seguimos en los últimos lugares en PIB per cápita, empleo estable, recaudación fiscal, infraestructura carretera, desarrollo humano, escolaridad y esperanza de vida.
Un dato contundente es que la mayoría de municipios de Oaxaca, el 80 por ciento según INEGI, se encuentran clasificados como de alta o de muy alta marginación. Concluyo que no ha habido políticas de Estado con visión de largo plazo. Los gobiernos, tanto el federal como los estatales, han administrado la pobreza, han mitigado la miseria, pero no han aplicado políticas transexenales para erradicarla.
Las políticas asistencialistas, con orientación electoral, han prevalecido sobre las políticas de desarrollo sustentable, con dimensión generacional, pese a que ha habido ya alternancia en los tres ámbitos de gobierno.
Hemos conquistado la democracia electoral, el sufragio efectivo, la transmisión pacífica del poder, perno no hemos podido construir, ni en el país ni en el estado, una democracia eficaz, una democracia de resultados.
Se requiere consolidar un Estado que invierta en lo estratégico y que facilite la inversión privada, tanto en México como en Oaxaca, pero sobre todo aquí, en el estado, donde es más palpable el rezago.
Si queremos eliminar y no sólo atemperar la pobreza es necesario que en Oaxaca demos prioridad a lo importante sobre lo urgente. Hay que pensar en el largo plazo, crear crecimiento y bienestar con proyectos estratégicos que detonen las potencialidades productivas del estado.
Uno de esos proyectos, inexplicable y absurdamente postergados, es el proyecto de desarrollo del istmo de Tehuantepec, la cintura de América, un proyecto macro que impulsaría el despegue no sólo de Oaxaca sino del sur y del sureste de México.
Oaxaca tiene oportunidades de desarrollo en todas sus regiones a partir de sus dos principales activos, su riqueza cultural y su belleza natural. Construyamos infraestructura para detonar esa riqueza pasiva.
Los mexicanos en general tenemos que reflexionar sobre el país que hoy tenemos: Al amparo de las dos administraciones federales panistas, México se ha estancado en algunos rubros e incluso ha retrocedido en otros. El crecimiento real se ha frenado, la competitividad y el desarrollo humano, especialmente la calidad educativa, han descendido.
Un dato no menor es que los presupuestos de combate al crimen organizado crecieron y la inseguridad pública se disparó: hoy ciudades antes tranquilas y prósperas viven en la zozobra.
Por eso estas son reflexiones de cara a las elecciones determinantes, históricas del 2012: está en juego el destino de México y de Oaxaca. ¿Políticas de largo plazo para crear desarrollo sustentable o más de lo mismo, limitarse a que un partido u otro en el poder federal simplemente usufructúe electoralmente la pobreza?
Los datos duros y las reflexiones precedentes dejan claro que México y Oaxaca requieren un golpe de timón. Tenemos que mirar al largo plazo, sembrar desarrollo sustentable, crear condiciones de gobernanza democrática y mejorar en definitiva los indicadores del bienestar social y la calidad de vida.
Ha llegado la hora de la ciudadanización de la política, planteamos en este Ensayo, ha llegado el momento de que cada mexicano y cada oaxaqueño, más allá de la partidización de la política, se organice para definir la orientación del poder público y para escrutarlo, para exigirle resultados y cuentas
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