Rechaza PRI Oaxaca tómbola para elegir jueces y magistrados
OAXACA, Oax. 24 de septiembre de 2015.- Ser transgénero, de origen indígena, activista y haber perdido un brazo no ha sido tan difícil para Amaranta como lidiar con la discriminación y prejuicios de los académicos en la Universidad Veracruzana y habitantes de Xalapa, una de las ciudades consideradas como las más cultas del país.
En su natal Juchitán, Oaxaca la homosexualidad no es un tabú ni motivo de burla. Los muxes, hombres que asumen el rol de mujeres en su vestimenta y actividades son perfectamente aceptados en las familias y barrios.
“Vengo del Itsmo. La referencia es mi contexto local, en la cultura zapoteca el mundo del género es más amplio que el que vivimos en las ciudades. Parece ser que en las ciudades sólo existe ´la´o ‘el’ y hay pocas posibilidades de que las personas se desarrollen en un tercer género. Cuando uno sale de la comunidad, del pueblo es un choque cultural con las otras realidades donde el nivel de discriminación es elevado. Donde los crímenes por homofobia son constantes. Particularmente las personas transgéneros pareciera como si el único destino posible es la prostitución o el estilismo como únicos reductos de desarrollo”.
Desde muy joven, aún como Jorge, Amaranta Gómez Regalado decidió vivir, sentir y pensar como mujer. No fue tan difícil hasta que decidió estudiar Antropología Social en la Universidad Veracruzana donde no le reconocían su identidad femenina. Siempre la llamaronJorge como estaba asentado el nombre en su acta de nacimiento.
“Particularmente, en la Facultad de Humanidades fue todo un proceso de romper con el no reconocimiento a la identidad, al nombre propio. Una de las cosas que viví ahí fue el no reconocimiento. Fui parte de un comité de elección del director de la carrera de Antropología. Siempre me ponían como Jorge, finalmente firmé como Jorge, sí, pero entre paréntesis le puse Amaranta”.
Hoy Amaranta Gómez Regalado está terminando su tesis de Antropología Social. En su documentación como egresada se expide como Amaranta, esto tras haber logrado el cambio de género luego de un proceso legal, publica Telenews Veracruz.
“Eso me movió mucho, aunque ya lo traía en mente. Fue cuando hicimos el cambio de género. Hubo ciertas resistencias. El ex rector (Raúl Arias Lovillo) no era tan resistente a esta cuestión. Me decía que necesitaban el acta… ya no le tocó el proceso. La rectora en un momento dado me escribió un correo donde me decía que se había enterado del cambio de nombre y mandó a alguien del jurídico a verme. Hubo buena disposición al final”.
Lo que reflexiona como activista y antropóloga es la falta de criterio en el mundo académico para romper con la resistencia al cambio de género y ni se diga para la adecuación de investigaciones y aplicación de las políticas públicas a poblaciones indígenas.
“El gran reto me parece, es que si a Humanidades le está costando…a ingeniería y otras facultades imagínate. No sólo el área de Xalapa…con la UVI hicimos un recorrido y el tema de discriminación a nivel de la institución la verdad que es fuerte a pesar de que tiene una Unidad de Género. Hay poco trabajo y oportunidades”.