Seis años de impunidad: no hay #JusticiaParaSol
C. Gobernador Constitucional del Estado de Oaxaca, Lic. Gabino Cué Monteagudo; Sr. Presidente
Municipal de Oaxaca de Juárez, Lic. Luis Ugartechea Begué;
Amigos gobernadores que nos acompañan; Sr. Presidente de la Cámara de Diputados; Sr.
Presidente Consejero del Instituto Federal Electoral;
Señores representantes de los poderes Legislativo y Judicial; amigos presidentes de organismos empresariales;
Lic. Oswaldo García Jarquín, Presidente de Coparmex Oaxaca; distinguidos miembros del Presidium;
Querida comunidad Coparmex; señoras y señores; amigos todos:
Agradezco a todos aquellos que hicieron posible la realización de este Encuentro Nacional Empresarial Coparmex 2011.
Nuestro reconocimiento al Centro Empresarial de Oaxaca y a su Presidente, el Lic. Oswaldo García Jarquín, por el esfuerzo de más de un año que hoy vemos culminado.
Gracias al Gobierno del Estado y al Municipio de Oaxaca, por las facilidades y el respaldo prestados; a nuestro Comité de Contenido, responsable de la base conceptual de este Encuentro; a los patrocinadores; a los ponentes que nos acompañaron; a los socios que se involucraron en la organización y el financiamiento; al personal de la Confederación.
A todos ustedes, que acudieron a la convocatoria para reunir en este foro a empresarios y ciudadanos de todos los estados del país.
A mis queridos paisanos: gracias, de todo corazón.
Amigos: hace un mes, la revista The Economist ilustró su portada con la imagen de un hoyo negro en el espacio y una afirmación: Hasta que los políticos no hagan realmente algo respecto a la economía mundial, tengamos miedo.
Se habla de la ausencia de soluciones que generen confianza, entre los agentes económicos y esperanza para la población. De la incapacidad para lograr acuerdos trascendentes, siempre con la limitación de los intereses particulares de cada país y su coyuntura político-electoral.
Como en México, preocupa la falta de visión y voluntad para emprender los cambios estructurales que se requieren, fuera de medidas reactivas y enmiendas provisionales. La dificultad para que se actúe en función de lo necesario, efectivo y justo, aunque haya un costo político a pagar, e intereses creados que enfrentar.
Podemos coincidir con el diagnóstico, pero no con la resignación: no debemos vivir con frustración o angustia, sin hacer algo para remediarlo. El riesgo es que las amenazas se vuelvan realidades, los desequilibrios más agudos y que los problemas se agraven, con un mayor costo y sufrimiento para la población.
En congruencia con la convocatoria de este Encuentro Empresarial, Mayor exigencia ciudadana, mejor democracia, estaremos de acuerdo en que no basta con votar y esperar a que nuestros representantes y gobernantes cumplan con su responsabilidad. Para conseguirlo, hay que exigirlo.
Se puede compartir o rechazar, los planteamientos y métodos de protesta de Los Indignados de Europa y el movimiento Ocupa Wall Street en Estados Unidos; pero no negarlos como expresión ciudadana genuina, que representa lo que sienten millones de personas de todo el mundo.
En este momento, hay más de 200 millones de desempleados. El debilitamiento de la economía global, impedirá en la próxima década crear los 400 millones de puestos necesarios, para compensar el crecimiento de la demanda de empleo adicional a nivel mundial.
En nuestro país, más de 13 millones de personas están desempleadas y cerca de 30 millones, ocupadas en la informalidad, sin remuneración o en condiciones laborales precarias.
Como dijo aquí en su ponencia, el economista Joseph Stiglitz, lo sorprendente es que estas protestas no se hayan presentado antes, y que detrás de los problemas económicos globales, hay una falla estructural de las democracias en el mundo actual: ¿a quién están respondiendo las instituciones y los políticos: a los intereses de los ciudadanos, a los que se deben, o a grupos de presión y poderes fácticos?
El reto, tanto en el mundo como en nuestro país, es convertir la incertidumbre y la indignación en una energía ciudadana que se transforme en esperanza.
Suele decirse que la política es el arte de lo posible, pero hay momentos en los que se requiere lo indispensable. Tiempos como los que hoy vivimos en México, por la inseguridad pública, el deterioro de nuestras instituciones, el crecimiento económico insuficiente y la falta de visión y voluntad con que gran parte del sector político, aborda los grandes problemas nacionales.
La política es algo tan importante, que no podemos dejársela sólo a los políticos. Se precisa de ciudadanos que propongan, que demanden, que denuncien. Günter Grass, el escritor alemán, dijo alguna vez que el trabajo permanente del ciudadano es mantener la boca abierta.
En este país, el cambio profundo para madurar como nación en el marco de la justicia, la democracia y la prosperidad, no va a darse porque surja súbitamente un gran líder, un estadista o un grupo de dirigentes extraordinarios. Depende de que los mexicanos ejerzamos nuestros derechos y obligaciones a plenitud.
Este cambio surgirá cuando no sólo nos avergoncemos o indignemos de la irresponsabilidad, impunidad y simulación que denigran la vida política en México, sino también de nosotros mismos, por permitirlo.
La transición democrática, no va a consolidarse por decreto o algún pacto político. Ocurrirá en el momento, en que los mexicanos seamos ciudadanos de hecho, y no sólo de derecho.
Cuando asimilemos a conciencia, que la democracia no es un fin, sino un medio para vivir como hombres y mujeres libres, consecuentes con la otra cara de la libertad, que es la responsabilidad.
Es un proceso permanente: una historia que se escribe todos los días, en la que el protagonista debe ser el ciudadano, más que los políticos.
La ciudadanía se ejerce con el voto, pero también con nuestros actos y decisiones en la vida cotidiana. Haciéndonos cargo de nuestro destino colectivo, sin transferir toda la responsabilidad a terceros; siendo agentes activos de la política y la historia.
Eso se hace informándose, denunciando y proponiendo. Con una actitud vigilante y exigente de la actuación de los políticos, pero sobre todo de nosotros mismos. La corrupción la crea el que recibe, tanto como el que da; en democracia, la negligencia política es tanto del que la comete, como del que la deja pasar.
Los problemas del país, nos exigen dejar la apatía; recuperar el espíritu cívico que se ha manifestado con ejemplaridad en diversos episodios de nuestra historia reciente.
Retomemos el ejemplo de los ciudadanos de la Ciudad de México, que luego de los terremotos de 1985, salieron a las calles para ayudarse, con determinación y generosidad, supliendo el pasmo inicial y la falta de resolución de las autoridades.
Nunca debemos olvidar a los hombres y mujeres que lucharon por la democracia que hoy tenemos, y los principios que le dan sustento. Hace pocos años, la libertad de prensa y una institución como el IFE, eran vistas como quimeras; como imposibles.
Ellos cambiaron a México, porque alzaron la voz, creciéndose ante la censura, la intimidación y la represión. Formaron agrupaciones políticas independientes y compitieron en elecciones en total desventaja, frecuentemente siendo víctimas de fraudes, calumnias y muchas veces amenazas.
No lo hicieron para alcanzar algún puesto de poder por sí solo, sino para que México fuera, de verdad, un país de ciudadanos. A nosotros nos toca cuidar esta herencia, fortalecerla y consolidarla, cada día.
La democracia en México es una tarea inconclusa. Nos toca acelerar su evolución; sacarla de la fase de estancamiento en que ha caído. La culpa es de los partidos políticos, pero también de la omisión de nosotros los ciudadanos, que les hemos permitido apropiarse de las instituciones.
Nuestra culpa, por permitir que el mundo de los partidos y los políticos, siga separándose del mundo de los ciudadanos, con visiones divergentes de la magnitud de los problemas y la urgencia de las soluciones.
Por aceptar que se responda con postergaciones a desafíos graves y estructurales. Por tolerar la falta de congruencia entre lo que se dice y lo que se hace; por no reaccionar contra el gatopardismo: una política de hacer cambios superficiales para no enfrentar el reto de transformar lo esencial.
Qué oportuno recordar, lo que en los años de la lucha democrática decían los presidentes de nuestra querida Coparmex. Nos exhortaban a dejar de lamentarnos por el México que se frustró, para construir el que todavía puede y debe de ser.
Advertían que no se puede dar la libertad y la democracia a quien no la quiera; que no basta desearlas, sino que hay que conquistarlas con trabajo y compromiso. El llamado a los empresarios, fue a dejar la pasividad política: que actuáramos como ciudadanos, preocupados y ocupados por el bien común.
Por eso, en Coparmex respondemos a quienes nos critican por hacer política, que tenemos el derecho y la obligación de hacerlo, desde una posición ciudadana y apartidista.
A quienes dicen que pedimos reformas políticamente inviables en ámbitos como el laboral, el hacendario y el político, respondemos con convicción: lo que parece imposible, no sólo es posible, sino indispensable.
Aun más imposible parecía en los años 70 y 80 que hubiera democracia, y hoy aunque con fallas y rezagos la tenemos, gracias a la presión de millones de ciudadanos que creyeron y actuaron en consecuencia.
Si hay responsabilidad y exigencia ciudadana, también habrá reformas estructurales y una política que responda a los intereses de los ciudadanos y les rinda cuentas, al margen del partido o las personas que estén en el poder.
Las soluciones que no encuentran los políticos o que no tienen la voluntad de ejecutar, están en la sociedad; en la creatividad de los ciudadanos y en su capacidad de encontrar coincidencias e impulsar el cambio. Como aquí dijo el fundador de Twitter, Biz Stone, la creatividad es un recurso renovable, infinito, el más poderoso que tenemos.
Es sobre la base de estas convicciones y en ejercicio de nuestra ciudadanía, que los empresarios Coparmex nos amparamos contra las disposiciones violatorias a la libertad de expresión contenidas en la reforma electoral del 2007.
Con los mismos fundamentos, interpusimos una demanda contra la Cámara de Diputados, por incumplir con la obligación constitucional de nombrar a tres consejeros del IFE, que deberían de estar en funciones desde hace un año.
Como ciudadanos, demandamos una reforma política de fondo, que empodere a la sociedad; que incluya la reelección de legisladores y alcaldes, candidaturas ciudadanas y mecanismos de democracia directa, sin candados que las hagan inoperantes.
De la misma forma, a los tres niveles de gobierno les exigimos coordinación, corresponsabilidad y posturas claras en la lucha contra la delincuencia y frente a los dos grandes males que hay que erradicar en México: la terrible corrupción e impunidad que socavan nuestra vida pública.
En ejercicio de nuestra ciudadanía, ponemos en la agenda pública propuestas como la de una cruzada nacional contra la corrupción, el fraude y la impunidad, con un zar u ombudsman que se encargue de darle proyección, integralidad y continuidad.
Amigos de Coparmex: en 2012, los ciudadanos tenemos un gran reto: asegurarnos de que la agenda ciudadana esté por encima de la de los partidos.
No permitamos que se ignoren las inquietudes y propuestas que surjan de la sociedad. No aceptemos que la relación entre los políticos y los electores se limite a las encuestas, los spots y los slogans sin contenido.
Mantengámonos informados y demandemos a los candidatos debates serios, posturas claras y compromisos: qué van a hacer, cómo lo harán y qué ponen como garantía de cumplimiento. Haremos el recuento de la palabra empeñada y pediremos cuentas.
Lo que México menos necesita en este momento, es otro episodio de confrontación estéril. No permitamos que vuelva a darse una crisis política que ponga en riesgo la estabilidad económica y social.
Los empresarios de Coparmex, fomentaremos la participación cívica en todo el país, a través de nuestra red de 65 centros empresariales, 50 mil empresas, casi 4.5 millones de empleados, y con el Programa de Participación Cívica 2012 como eje rector.
La estrategia se basa en la tradición de participación cívica de la Confederación, que potenciaremos a través de herramientas tecnológicas, redes sociales, foros de discusión y elementos como un semáforo, para que los ciudadanos analicemos y califiquemos a los candidatos.
Estaremos abiertos a escuchar todas las ideas y en contrapartida, ejerceremos a plenitud la libertad de expresión, hablando fuerte y claro, con propuestas.
Hoy, los mexicanos tenemos la responsabilidad de edificar nuestro proyecto de nación para el Siglo XXI. Dentro de la pluralidad, unirnos en torno a nuestras coincidencias para trazar un rumbo fijo. Esa debe ser la finalidad de las elecciones.
Que el 2012 sea el año del despertar cívico definitivo, para superar mitos, intereses, inercias, paradigmas anacrónicos, injusticias, inequidades, círculos viciosos y problemas estructurales que no hemos resuelto.
Queridos amigos: Este es un gran tiempo para ser ciudadanos y formar parte de la familia Coparmex, trabajando para construir la nación que anhelamos, bajo la guía de nuestros principios y valores humanistas; con nuestra tradición de participación gremial y cívica, de carácter voluntario y fraterno.
Es una coyuntura ideal para estrechar nuestra unión y fortalecer la coordinación necesaria, para incidir positivamente en el destino de nuestra nación.
A nuestro favor, tenemos una organización sólida, con 82 años de servir a las empresas y a México. Contamos con una visión de país que nos hermana y da proyección, y que es coincidente con la de millones de ciudadanos.
Nos toca ser intolerantes con la complacencia: es tiempo de que los mexicanos vivamos y construyamos nuestra nación en función de nuestro potencial, necesidades y aspiraciones.
Ya hemos esperado demasiado. Es el tiempo de la sociedad civil.
Coparmex, es participación ciudadana. Lo ha sido durante 82 años, y lo será ahora que el país necesita de ciudadanos conscientes y actuantes.
Movamos a México, con la fuerza de los principios y valores que sustentan nuestro accionar empresarial y político: justicia, paz social, participación ciudadana, solidaridad, subsidiariedad, libertad y responsabilidad social de las empresas.
Renovemos la esperanza y la voluntad nacional: Mayor exigencia ciudadana, mejor democracia.
México no es un país pobre, sino injusto para muchos. Es un país de abusos, pero también de omisión ciudadana.
México puede y debe tener un gran futuro para todos, pero hay que construirlo, como ciudadanos libres y responsables. Este es el pacto que proponemos a los mexicanos.
El hombre puede recargarse en sus sueños y en su voluntad. Hagamos historia.
Aprovechemos nuestro paso por el mundo para hacer algo trascendente.
Coparmex, cuenta con su apoyo para ayudar a que México salga adelante. Podemos y vamos a lograrlo.
Viva Coparmex y viva México.