Mantiene SSPO activo el Plan de Apoyo a la Población en el Istmo
Ciudad Ixtepec, Oax. 10 de noviembre de 2013 (Quadratín).- Azules y blancas, las taparroscas de plástico hacen la función de fichas. Sobre la mesa de madera cuadriculada Marvin mueve las primeras decididamente.
Cada movimiento arrincona a su oponente. Espera.
Observa el rostro sonriente de Roger, intentando avanzar en la jugada.
Marvin no quita la mirada sobre los cuadros negros y azules. Se arma de paciencia, esa condición humana que no domina a sus 17 años, aunque la practica desde hace 12 días, cuando arrancó sus pies de Tegucigalpa, Honduras.
Dos saltos más sobre el tablero y gana. Grita triunfante. El otro golpea la mesa en señal de derrota.
La celebración la comparte Alejandro, su amigo, que siguió todo el juego. Nadie más lo aplaude. Los demás viajeros no están por las damas chinas, intentan dormir en el piso de la galera que sirve de templo en el refugio “Hermanos en el camino” de Ciudad Ixtepec, en el Istmo de Tehuantepec (Sur de Oaxaca), mientras esperan el rugir de La Bestia, anunciando la partida.
Marvin Pineda Mendoza, Roger Bustillo y Alejandro Martínez, son hermanos en Cristo por profesar la religión protestante, son camaradas desde el 31 de octubre, día que se toparon en la central camionera de Tegucigalpa y se treparon al bus con rumbo a la Unión Americana, son amigos desde que se cuidan los pasos y las mil lempiras que carga cada uno en la bolsa del pantalón.
“Lo más cabrón comienza en México” les dijeron en la frontera entre Honduras y Guatemala. Se armaron de valor y pagaron la cuota correspondiente. No pasó nada en nueve días. Lograron treparse al tren en Arriaga, Chiapas y la buena providencia los acompañó.
“Después de Ixtepec, entrando a Veracruz, antes de Medias Aguas, si no traen plata los tirarán del lomo de La Bestia” les volvieron a decir a los tres hondureños. Casi no traen dinero, pero confían que la suerte seguirá con ellos hasta la frontera con los Estados Unidos.
Son inexpertos. La aventura mezclada con necesidad los impulsa. El primer viaje los hace confiar que todo saldrá bien. Los peligros asechan en cada paso, en cada estación que llegan.
La nueva modalidad de los Zetas y Los Maras en toda la ruta migratoria es el cobro obligado a cada uno de los migrantes centroamericanos para utilizar los vagones del tren, en caso de que los viajeros no traigan dinero, los tiran en el camino, indicó Alberto Donis, coordinador del refugio “Hermanos en el camino”.
“Es casi imposible cruzar México sin dinero, en todo el camino les cobran, ya sea en las estaciones o sobre el tren. Logran cobrar hasta mil dólares en todo el trayecto por persona”, explicó el defensor de derechos humanos.
En últimas fechas el cobró disminuyó entre Arriaga, Chipas y Ciudad Ixtepec, Oaxaca, debido a las denuncias, pero se reactiva entrando a Veracruz.
Marvin, Roger y Alejandro llevan dos días descansando en el albergue católico junto con una docena de guatemaltecos, salvadoreños y hondureños, el tiempo que todos esperan antes de volverse a montar al tren en cada punto del recorrido.
En el refugio que fundó hace ocho años el cura Alejandro Solalinde Guerra en el sur oaxaqueño, los migrantes descansan del pesado viaje, algunos ayudan en la limpieza del lugar, otros se desestresan jugando cartas, fútbol, muchos más como Marvin, Roger y Alejandro se retan con las damas inglesas mientras esperan.