Bloquean vecinos de la Gómez Sandoval por obra inconclusa
ECATEPEC, Estado de México, 14 de febrero de 2016.- Desde el sábado miles de personas llegaron al predio de la Unidad de Estudios Superiores de Ecatepec.
Lo hicieron con la intención de conseguir el mejor lugar para la misa del Papa Francisco, para lo cual dicho predio fue elegido por su capacidad de cupo de 300 mil personas.
Algunos llegaron de Puebla, de Coahuila u otros estados del país o hasta de Venezuela, como fue el caso de Joanna Lugo. Muchos de ellos llegaron desde el sábado y pernoctaron ahí, con cobijas para combatir el frío y que en algunos casos resintieron el cansancio y en plena misa debieron ser atendidos porque no resistieron el sol mexiquense o el hambre.
Pero también hubo gente que tuvo lugar de “príncipe” cerca del Papa, o que a la hora de la salida tenía salidas rápidas y transporte a la mano como un grupo de invitados del gobierno de la Ciudad de México que llego en seis camiones.
No fue el caso para la mayoría de los asistentes que debió esperar a que salieran primero los príncipes y luego irse a sus camiones pero antes pasar a unos baños que tenían largas filas de interesados en desahogar su cuerpo.
Otros comenzaron a retirarse a pie de la avenida Insurgentes en la colonia Las Américas y veían los bebederos portátiles, que apenas pasen una horas serán retirados y dejarán de ser destacados en el pasaje árido de la zona.
Aunque previo a la misa del Papa había cantos y porras para Cristo Rey y el pontífice, minutos antes a través de los altavoces se pidió no cantar, echar porras o subirse a las sillas mientras se desarrollaba la eucaristía y menos cuando diera su homilía Francisco.
Solemnemente, la mayor parte de los asistentes escuchó la misa donde el Papa pidió no caer en las tentaciones de la riqueza, la vanidad y el orgullo y alertó de que con el Diablo no se puede dialogar porque se pierde.
Pero también escuchó su mensaje final donde pidió hacer de México un país de oportunidades y fue su propia Santidad la que rompió el hielo cuando con su voz clara y pausada pidió a los 300 mil que no se les olvidara rezar por él.
Los asistentes respondieron con un cariñoso y suave aplauso. Pero apenas terminó la gente rompió filas, algunos aprovecharon para llevarse los maceteros colocados al pie del altar como si fueran centros de mesa de unos 15 años.
Afuera comenzaba el martirio para los que no llevaban coche, la mayoría, quienes debían caminar a una vialidad que no estuviera cerrada o esperar a que salieron los grupos privilegiados para después salir ellos.
A pesar de lo anterior, del calor, de los zapatos sucios y del cansancio, mostraban estar contentos y satisfechos de haber ido a la misa del Papa.
Fuente: Quadratín México