Diferencias entre un estúpido y un idiota
JUÁREZ Y GERMÁN MARTÍNEZ
La mediocridad ideológica del momento en el sistema político, nos ha llevado a tener en Juárez uno de los principales referentes para diferenciar a la derecha respecto de la izquierda y del centro progresista, hoy devenido en socialdemocracia mexicana.
El espantoso pragmatismo político haría de los partidos la misma cosa con personajes prestados e intercambiables y pintados de diferente manera, de no ser hoy, por Juárez. Luis Parra Meixueiro, de El Imparcial, da cuenta puntual de ello en su trabajo: Desde la llegada del Partido Acción Nacional (PAN) a la presidencia de México, el nombre de Benito Juárez ha sido borrado de 417 plazas, calles y monumentos del país, revela el Archivo General de la Nación.
¿En qué momento volvió la historia a ser patrimonio de la clase política? Y es que Juárez debía estar ya por encima de la política y con mucha más razón de la agenda de los partidos.
Es patrimonio de la historia, de todos los mexicanos y no punto de distinción entre ideologías políticas. Negar a Juárez es negar una de las ideas fundamentales hablando con rigor académico- de nuestra constitución, como lo es el Estado laico, la supremacía de la ley civil sobre cualquier otra siempre que se trate de nuestras relaciones como integrantes de la comunidad política.
Pareciera que el PAN eligió equivocadamente el tema para distinguirse como partido de derecha. Desafortunadamente el tema no es político, ni siquiera ideológico; es histórico y se llama Juárez. Para muchos, incluidos quienes no militan ni simpatizan con partido político alguno, es una afrenta a nuestro gentilicio; otros lo toman con más calma porque seguros están que Juárez no pierde estatura y seguirá siendo el laico patrono de los asuntos públicos en México.
Una cosa se deja ver. Que todo blanquiazul sería por definición un anti juarista. Desde el partido en el mejor de los casos- se le niega y hay hasta quienes le detestan. No lo soportan. Le borran de los discursos en los más importantes actos republicanos. Descuelgan sus óleos de las paredes y sugieren que se erijan estatuas de ellos mismos como sucedió en Boca del Rio. Bautizan calles, avenidas, mercados, plazuelas con el nombre de sus gurús. Ahí están los Cloutier, los Gómez Morín, los Castillo Peraza, los Cosío Villegas y hasta los H. Álvarez, que no decimos que sea malo si es la ley la que lo autoriza. Pero nunca PRI ni PRD han siquiera insinuado que Colosio, Reyes Heroles, Carlos A. Madrazo, Lázaro Cárdenas, Heberto Castillo, Cuauhtémoc Cárdenas o cualquier otro, sean más o estén en lugar de Juárez.
El viernes pasado, legisladores locales de 11 entidades del país y del senado de la república, firmaron en Oaxaca la Declaración Benemérito de la Américas para Preservar el Estado Laico en México, que se pronuncia porque las instituciones religiosas se ciñan en todo momento al respeto irrestricto de las leyes civiles que nos gobiernan y que entre otras cosas señala que ninguna legislación natural puede estar por encima de las leyes civiles que los mexicanos nos hemos dado.
La firmaron todos los legisladores a excepción de los diputados panistas de Guanajuato, la cuna de nuestra independencia. Que pretenden los panistas, ¿que Juárez sea también materia de debate electoral? Con mucha autosuficiencia y seguridad de sí, por boca de su presidente nacional, recriminan al PRI (porque su estrategia y sus cálculos ya definieron que los demás partidos no les interesan) cuanto se les ocurre.
Sería interesante ver cómo les iría si priistas y perredistas subieran con la misma intensidad a los medios de comunicación y en todos los estados donde no gobierna el PAN, la defensa de Juárez. La última encuesta de grupo GEA-ISA, coloca a Germán Martínez, como el segundo hombre más impopular de México solo detrás de López Obrador. Lugar al que ha llegado meteóricamente.
Las resonancias de un posible efecto Juárez le situarían sin problema alguno en un inalcanzable primer lugar, arrastrando también a su partido. A ello se expone el PAN y su líder y no es que no lo sepan. Simple y sencillamente del tamaño del riesgo tiene que ser la temeridad de la acción y parece que se sienten perdidos este año electoral.