Aunque lo nieguen, sí hay terrorismo
Oaxaca, Oax. 7 de marzo 2011 (Quadratín).- Humberto Moreira es ya presidente en funciones del PRI. Afrontará la conducción del proceso de mayor envergadura en nuestro sistema electoral: el de Presidente de la República.
Comienza bien. Las señales que su postulación única como candidato a presidir el CEN mandaron, fueron más que de antidemocracia, de unidad. No existe memoria reciente de un PRI unido, en la realidad o en la apariencia. Ese ha sido el Waterloo del partido. Mucho se ha dicho en este espacio que el peor enemigo del PRI ha sido el propio PRI, pero hoy vista la peculiar coyuntura podemos decir, que el PRI puede mostrar exitosamente una imagen monolítica.
Moreira eligió el 4 de marzo para su toma de protesta. El aniversario número 82 del Partido Histórico de México manda un mensaje de guerra. No se reunió solamente el
Consejo Político Nacional, como lo marcan los estatutos. Querétaro recibió a miles de priistas de todos los estados del país para hacer una clara demostración de fuerza. En Querétaro se cristalizó la revolución con la incubación del documento que rige la vida colectiva del mexicano; por ello también el escenario está preñado de significaciones.
Para nadie es secreto que Peña Nieto escogió a Moreira quien, debiera ser el hombre fuerte que el priismo necesita; al gobernador del Estado de México hay que cuidarlo y mantenerlo públicamente al margen de las decisiones torales que se tomen, aunque en privado es, indiscutiblemente, el primer priista de México. Moreira será su brazo ejecutor y tiene, como es tradición de los hombres del norte, temple para hacerlo. Fácil de palabra y ágil de pensamiento, desarrolla un liderazgo natural. Visto su perfil, Moreira parece ser el dirigente que el PRI en estos momentos necesita.
El PRI hoy es oposición y demanda un liderazgo responsable pero combativo, no una figura decorativa que delegue excesivamente funciones en subalternos con mucha más capacidad que el propio líder. Ese liderazgo responsable y combativo parece, hasta el momento ser el sello del coahuilense. Su cercanía con Elba Ester es también reveladora.
Innegablemente y a pesar de todo la maestra mantiene dimensiones de poder sub valoradas. El ajedrez se está jugando y Humberto es una pieza clave de las que quedan en el tablero.
Como presidente electo provocó más de una polémica, despertó más de un agravio, propició que el presidente de la república se subiera al ring a través de sus secretarios.
Todo ello lo observan los ciudadanos cautivos de la mediocracia: somos homo videns. ¿Cuáles serán sus primeras acciones como presidente nacional del PRI? No lo sabemos, pero indudablemente en sus pendientes debe figurar el tratamiento de los comités directivos de los estados, comenzando por aquellos donde el PRI es oposición y prioritaria y urgentemente aquellos que se perdieron recientemente; caso concreto Oaxaca, Puebla y
Sonora, entidades que comparten la característica de ser bastiones históricos del priismo.
Moreira habrá de pronunciarse ineludiblemente sobre Oaxaca donde la inconformidad crece. Interlocutores de la más diversa índole tratan con Moreira y la posibilidad de una nueva elección de la dirigencia estatal comienza a cobrar tintes de certeza. El consenso es la piedra angular de toda agrupación política con posibilidades de triunfos y en Oaxaca evidentemente no hay unidad en torno a la actual dirigencia. Se requiere que el PRI en Oaxaca vaya unido y Moreira ha de buscar y encontrar una salida que deje conformes a los más posibles.
No se trata de ir contra personas, de satanizar nombres o apellidos; se trata de respetar los disensos y cobrar conciencia de que el PRI no tiene título de propiedad. El PRI no es un bien, jurídicamente hablando, por ello no se puede comprar, vender ni usufructuar.
Quienes intolerantes, se vean como dueños del PRI estarán faltando no solamente a los valores democráticos, sino a su misma condición de priistas y lo más grave: le estarán fallando a miles de priistas en el estado que han dejado de creer, que han perdido la mística revolucionaria y que participan en procesos o mítines sólo a cambio de beneficios. Seguro estoy que esos mismos miles de priistas quieren volver a creer y tienen derecho a vivir una nueva etapa del PRI.
Dice la sabiduría popular que no hay mal que por bien no venga y de la derrota se deben aprender lecciones para futuras victorias. Más allá de nombres y apellidos, Oaxaca merece un nuevo PRI donde todos tengan cabida.