Día 23. Por oportunismo, crisis en Ciencias Políticas de la UNAM
Oaxaca, Oax., 15 de mayo 2011 (Quadratín).- Los maestros de Oaxaca reconocen que han perdido la confianza de sus aliados funcionales: los padres de familia. Al menos así lo percibe José Luis García Henestrosa, representante de la Sección XXII en valles centrales, en entrevista para la televisora local transmitida el pasado viernes.
La lucha política y el intenso activismo social del magisterio oaxaqueño han tenido a esta pérdida de confianza, como una de sus más grandes consecuencias. Para el ciudadano común resulta labor difícil distinguir entre el activismo militante de la cúpula sindical y el apostolado formacional que la inmensa mayoría de los profesores ejercen más allá de preferencias o antipatías políticas en literalmente hablando- todos los rincones del estado. No hay comunidad que no cuente con un maestro y es, en mucha medida, edificación de los mentores, el Oaxaca que hoy gozamos y sufrimos.
No conozco a un solo oaxaqueño que guarde en su alma impresiones de rencor hacia sus primeros maestros. Yo mismo, crítico de sus círculos directivos y de las prácticas acordadas por la mayoría de su élite, recuerdo con gratitud y cariño a quienes me abrieron las puertas del mundo desde la modestia de un aula pública. Para nosotros, como para los niños de ahora, no existen yerros que opaquen la luz del dantesco guía. La confianza pueden perderla los primeros padres, pero no los segundos hijos.
Una importante lección la recibimos el mismo viernes en el Certamen Estatal de Oratoria de las Escuelas Primarias de Oaxaca en que 35 niños provenientes de las 8 regiones de nuestro estado, vinieron la capital a competir por un premio, pero indirectamente a patentizar esa alianza indisoluble entre ellos y sus profesores que fungieron en la mayoría de los casos como verdaderos padres.
El que hablaba no era enteramente el niño que, a su corta edad, encuentra imposible la elaboración de un discurso; hablaron los profesores. No se ocuparon egoístamente de sus luchas por mejores salarios, ni de exigencias de renuncia de servidores públicos, mucho menos se apesadumbró el ambiente con el fantasma de 2006, ni con la desaparición de connotados miembros de la clase dirigente magisterial. Hablaron sí de Oaxaca, de sus carencias, del medio ambiente, de la crisis de valores, de la inseguridad, de la pobreza y de todos sus problemas; pero también dejaron en claro que la solución está en las aulas, no en las calles ni en las dependencias gubernamentales.
Quienes vinieron a competir no vinieron a demostrar más que dos cosas: que son dignos representantes de una nueva camada de ciudadanos en potencia y que están dispuestos a responder por los miles que no tienen oportunidad de ejercer liderazgo a través de sus palabras.
Liderazgo y palabra son indisolubles. Niños con una escala de valores bien puesta son la esperanza de este estado y de este país. Esa escala de valores se hace y se pone en el salón de clases con los materiales de casa y a esos ciudadanos en potencia es a quienes necesitamos para eludir la necesidad de marchas que griten su precio a los políticos en las calles, porque los políticos serán ellos; para volver innecesarios los plantones y los bloqueos como una estrategia de presión política; para evitarnos la pena de ofendernos y lastimarnos entre herederos de una misma cultura e idéntica vocación de trabajo.
Paulo Freire sintetizó con toda claridad: No hay palabra verdadera que no sea una unión inquebrantable entre acción y reflexión y, por ende que no sea praxis. De ahí que decir palabra verdadera sea transformar el mundo. (Pedagogía del oprimido. 1970. Siglo XXI P. 99). La oratoria es el arte de accionar hablando, dijo Enrique Abisaí ,el campeón del año anterior en su discurso de bienvenida.
Por nuestra parte lo único que pedimos a los mentores en la brevedad de nuestro discurso desde la mesa del jurado, fue correspondencia. Que los dirigentes hagan el trabajo político y social.
Los mentores en el aula deben corresponder el amor y la confianza que mentes y corazones vírgenes depositan en sus personas. Antes que ser de la sección XXII, los maestros oaxaqueños tienen que ser del siglo XXI para hacer posible lo deseable: que todos los ciudadanos sean políticos
buenos políticos, en un estado y un país donde la inmensa mayoría de los políticos son ciudadanos a medias.
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