Mantiene SSPO activo el Plan de Apoyo a la Población en el Istmo
Juchitán, Oax. 28 de agosto de 2015.- La vieja libreta de hojas amarillentas marca en su última página que el 4 de agosto, María Luisa Thompson Fuentes, Na María Partera, ayudó a traer al mundo a un niño que pesó 3 kilos 200 gramos, su hijo número 3 mil, quizás más, la anciana de 72 años ya perdió la cuenta de cuántos niños ha visto nacer en medio siglo.
En uno de los tantos callejones de la Séptima Sección, colindando con la iglesia de los Pescadores y con el canal de riego, está la casa – consultorio de esta partera zapoteca que aprendió el oficio de comadrona frente al mar, en Bernal Díaz del Castillo (Tapanatepec), de su madre, Na Fidelia Partera.
Na María es alta, de tez blanca, herencia de su padre, un norteamericano que la engendró con la zapoteca. Amable y de voz fuerte, la anciana recibe a sus pacientes en el cuarto que hace más de 2 décadas convirtió en consultorio en el patio de su casa.
Desde los 13 años, María recorría las chozas de los pescadores auxiliando a su madre, le gustaba el oficio heredado. El primer parto le tocó en la pesquería, sin luz, sin medicina y traumático.
Ella tenía 17 años, a la paciente se le adelantó el niño mientras orinaba y detrás de su casa se sostenía de lo que podía para no desfallecer, de entre las piernas de la madre la sangre y la mano del niño colgaba. Na María reaccionó asustada, pero no podía huir, ese era su oficio, ayudar a las mujeres a dar vida.
“Para que voy a mentir, me asusté mucho, me traume. Era la primera vez que me tocaba sola un parto. Me acobardé. Gracias a Dios reaccioné y logré acostar a la mujer, luego metí la manita del bebe mientras lo acomodaba en el vientre , hasta que logré sacarlo. No tenía experiencia, pero como era la única partera en la zona del mar, pues a cada rato iban por mí y nunca más dejé este trabajo”, explica satisfecha mientras enseña la libreta repleta de nombres de mujeres parturientas.
Cinco décadas son suficientes para que Na María reconozca la posición de un bebe en el vientre, 50 años han curtido sus dedos para detectar si una mujer podrá tener de manera natural a su producto o necesitará de un cirugía. La experiencia la guía para tratar a una embarazada, no se equivoca, nunca se ha equivocado y nunca se le ha muerto una en sus manos.
“Mi corazón está satisfecho. Ni una mujer ha muerto en mis manos, porque me preparé, el sistema de salud me buscó y me capacitó. Yo tenía los conocimientos empíricos, pero ellos me dieron herramientas para mejorar mi trabajo. Muchos hijos tengo, más de 3 mil y todos los tengo registrado en esta libreta”, comenta esta mujer que sufre de la columna y el corazón.
Na María , como buena partera, no sólo atiende el parto, también todo el proceso del embarazo, dando masajes prenatales a las embarazadas para mantener en buena posición al feto, después del parto y antes da atención algunas situaciones ginecológicas para evitar problemas futuros como la esterilidad.
Al recién nacido también recibe los conocimientos de la partera para evitar el mal de ojo, la caída de la mollera y el susto, así como los primeros baños y la alimentación.
Los tiempos han cambiado, reconoce Na María, los paciente disminuyeron con los años, aunque su situación física delicada no le permite atender partos, tampoco se puede negar si en una emergencia en la madrugada tocan a su puerta.
La última, hace unas semanas, una joven de 20 años dio a luz en su hamaca, en el centro de salud le dijeron que aún faltaba para el alumbramiento, que se fuera a su casa, apenas se acostó y el cuello de la matriz se le dilató, ya no se pudo mover, Na María auxilió.
Otra más, hace un mes, las enfermeras de otro centro de salud tampoco supieron leer las dilataciones de una embarazada de 9 meses y la retornaron a su casa, en el triciclo, en la puerta de su casa el sangrado, Na María volvió ayudar , es su destino asegura sonriente.
Ayudar a dar vida.