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JUCHITÁN, Oax. 14 de mayo de 2014 (Quadratín).-Juchitán es una suma de territorios que se excluyen y se convocan a partir de la expresión artística y de su vida cotidiana.
En el restaurante de la calle 16 de septiembre llegan los españoles a beber café, tomar sus alimentos, torear el calor desde el aire climatizado. Son los trabajadores de las empresas eólicas.
Contra esquina de la Casa de la Cultura, a un costado de la iglesia de San Vicente, patrono del pueblo, dos adolescentes cuchillo en mano asaltan por la madrugada a los parroquianos que acuden a beber cerveza al establecimiento que se ubica a una cuadra del palacio municipal.
En la tarde de algún día de mayo suenan los cohetes de las fiestas populares conocidas como “velas”.
En una calle espera el festejo un tráiler cargado de cartones de cerveza que consumen todos, mujeres y hombres, hasta que llega la luz del día siguiente a un costado de una laguna de meados.
Guillermo Coutiño Aquino, poeta y ensayista de las nuevas letras de Oaxaca, salió de este municipio del Istmo de Tehuantepec hace siete años.
Como buena parte de los jóvenes de su generación hizo sus estudios universitarios en la ciudad de México.
Ahora está de vuelta, observa y opina sobre su comunidad:
___ ¿Es pesado Juchitán?
___ Sí, muy pesado.
___ ¿Cómo encuentras la actividad cultural?
___ Hay un grafiti patrocinado. La estética costumbrista, flores y huipiles y enaguas, fiestas tradicionales, personajes del pueblo, convierte al discurso contracultural en un discurso político del poder. La rebeldía del joven no lo es tanto, se sienten irreverentes pero lo que hacen es validar el estado de las cosas en que viven y son dominados.
___ ¿Qué opinión tienes de los pintores juchitecos?
___ El pintor de Oaxaca, en general exagera su localismo, utiliza muchos colores tierra, por ejemplo. Los pintores de este municipio no están alejados de esa presencia costumbrista. En este tiempo la juventud está más urbanizada, forman hibridismos.
La gente sale y vuelve, en algunos casos. Otros salen y no regresan. Y hay los que no salen, pero tienen expresión artística. Todos no dejan de ser juchitecos.
___ Pero hay jóvenes – agrega-, que están en otro movimiento. Se expresan artísticamente pero sus estudios son de ingeniería o ciencias.
___ ¿Cuál es tu imagen de Juchitán?
___ Este municipio es la suma de sus territorios que se buscan y se repudian. Hay racismo en Juchitán. Tenemos una zona urbanizada clase media alta, La Riviera, y contamos con los espacios de las clases populares, la Séptima sección, la novena, Cheguigo. Y los asentamientos irregulares fundados por los políticos.
Toda esa juventud se expresa con violencia en las paredes, en el rap en zapoteco y en la delincuencia.
___ ¿Es la misma división en el plano artístico, de producción y consumo?
___ Las clases populares históricamente traen un discurso de marginados, excluidos. Por ejemplo en la novena sección, la forman principalmente pescadores. Hijos de pescadores. Con las crisis recurrentes del siglo pasado se volvieron albañiles, trabajadores de la construcción. Ahora son obreros de las empresas eólicas. Ahora con los despidos en esas empresas, son delincuentes.
Juchitán es una expresión territorial, desde su fundación. Lo mismo ocurre con el arte, se expresa desde una marginalidad concreta.
___ ¿Qué salida observas para la integración de los jóvenes a la expresión cultural, artística?
___ Debemos tener orgullo de nuestro origen, pero no como discurso marginal dentro del uso político. Recuerdo un personaje de mi infancia, el iriridiacu, el pachuco juchiteco, el hombre que vestía elegante y de huaraches y sombrero. Esa figura nuestra desapareció.
La fortaleza del espíritu juchiteco está en la Séptima y la Novena. Sólo debemos ser contestatarios, sin complejos ni matices. La rebeldía nos integrará como generación y nos hará existir como artistas.