Cortinas de humo
Signos y Señales
MÉXICO, DF, 28 de julio de 2015.- La semana pasada participé en un Foro llamado ‘Hacia un Sistema Nacional de Presupuesto Público’, en la mesa sobre Gasto Público, donde participaron una serie de ponentes con diferentes enfoques, muy plural y propositiva. Me tocó participar con el tema del Gasto Federalizado, que incluye las transferencias no condicionadas y las condicionadas.
El tema que provoca esto es lo referente al Presupuesto base Cero, del que se han hecho varios seminarios, tanto en el Instituto Nacional de Administración Pública, como en el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados. Este lo organizaron entre otras organizaciones, entre ellas, el PAN, el IMCO, México Evalúa, GESOC, CIEP.
Pero para poderlo analizar con objetividad es necesario hacer una revisión integral de las finanzas públicas, por ello se consideró en primer lugar lo referente al gasto público y después los ingresos. Primero qué necesito y después cómo lo voy a pagar, cuando en México siempre se ha hecho lo contrario.
Participaron economistas como Carlos Tello y Aníbal Gutiérrez de la UNAM, Fausto Hernández Trillo del CIDE, Luis Foncerrada del CEESP, representantes del IMCO, México Evalúa, GESOC, CIEP, Jonathan Heat de la UAM, Gabriela Ríos del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, etcétera.
El gasto federalizado representa alrededor del 90 por ciento de los ingresos totales de las entidades federativas, está integrado por las transferencias no condicionadas, esto es las participaciones, que son de acuerdo con la Ley de Coordinación Fiscal, recursos propios, se consideran en el PEF, gasto no programable, ya que están en función del comportamiento de la recaudación participable, fundamentalmente de los impuestos concurrentes.
Asimismo, forman parte del gasto federalizado, las transferencias condicionadas, como es el caso de las aportaciones, los subsidios y los convenios. Se trata de recursos que al transferirse no pierden su naturaleza federal, son fiscalizados por la Auditoría Superior de la Federación y por la Secretaría de la Función Pública. La primera tiene el monopolio de la fiscalización de las aportaciones, donde destacan los recursos transferidos para educación, salud, seguridad pública y combate a la pobreza.
Algunos de los fondos de aportaciones se presupuestan como referencia, subrayo referencia, respecto a la recaudación participable. Según las previsiones, el próximo año el gasto federalizado condicionado será menor, con un precio estimado del petróleo menor, aunque se mantenga el alto nivel del precio interno de las gasolinas, que se importa a precios inferiores. En países que no tienen petróleo, el precio de la gasolina ha bajado y es un incentivo al mercado interno, aquí los precios son muy altos.
Hay elementos, se dijo, que hace que el impacto sobre las finanzas federales será menor, incluso este año tienen un plus, debido a los ingresos que se derivan del precio de la gasolina, que más que compensa los ingresos perdidos por la menor producción de petróleo y el menor precio de exportación. Lo que se reciba de las coberturas es un ingreso adicional, un aprovechamiento, que sería útil se utilice para compensar deficiencias en el gasto social o para eliminar los déficit que ha dejado el FAEB, ante un cambio de fórmulas a partir de 1998 y una irregular presupuestación, que afectó a las entidades de menores recursos y con mayores problemas derivados de una responsabilidad que nunca pidieron.
Se hicieron comentarios interesantísimos de Jonathan Heat y de Luis Foncerrada sobre la situación macroeconómica del país. Luis comentó sobre la sustentabilidad de la deuda pública nacional, que a partir de 2007 se ha incrementado, revirtiendo la disminución que se inició en el gobierno de Salinas, hasta el de Fox. Siempre se relaciona con el PIB, está bien, pero si se compara con la carga de ingresos fiscales, es muy alta. Si se ve con preocupación que la deuda de entidades federativas y municipios asciende a un promedio de 85 por ciento de sus participaciones, la de la deuda federal rebasa muchas veces el total de los ingresos fiscales corrientes.