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Almuzara Libros México, presente en la FIL de Palacio de Minería
Oaxaca, Oax. 12 de agosto de 2013 (Quadratín).- Vecino de las ruinas del Templo Mayor en la Ciudad de México, Bernardo Esquinca relata en su nueva novela Toda la sangre, una serie de asesinatos inspirados en diversos ritos antiguos prehispánicos.
Miembro de una familia de escritores, principalmente poetas, Esquinca optó por la narrativa como su forma de expresión literaria, y el crimen y el horror como sus temas favoritos. Dan cuenta de ellos novelas como Belleza roja, La octava plaga y Demonia.
Respecto a Toda la sangre (Editorial Alamdía), que presentó en la ciudad de Oaxaca el fin de semana, su autor explicó que el propósito de la novela es reconciliar al mexicano con ese pasado prehispánico violento que fue reprimido por los conquistadores españoles.
Me interesa hacer una resonancia del pasado prehispánico y cómo nos ha costado trabajo a los mexicanos reconciliarnos con este pasado, sobre todo con sus aspectos más incomprensibles como los relacionados con los sacrificios humanos, los cuales, contrario a lo que pensaban los conquistadores, eran parte de una cosmovisión, de una comprensión de la guerra, de la política, de la religión, dijo.
Con base en una historia de ficción, Bernardo Esquinca trata de mover a la reflexión sobre la forma en que viven ese pasado los habitantes del Distrito Federal que conviven todos los días con los vestigios de la antigua Tenochtitlan, y que están a la vista de todos .
Aunque se trata de una novela de ficción, contiene una parte de investigación histórica que tiene que ver con los antiguos dioses y la cultura mexica. Pero mi apuesta es, como en toda novela de suspenso, tener al lector al filo de la página y que no la suelte. Me gustaría también que el lector se quedara picado y empezara a investigar por su cuenta sobre esa parte de nuestro pasado que quedó enterrada en la Ciudad de México, apunto el escritor tapatío.
Esquinca reconoció que para escribir Toda la sangre se inspiró en Chac Mool de Carlos Fuentes, y que también tiene rasgos de Fiesta brava de José Emilio Pacheco, La noche boca arriba de Julio Cortázar y El signo de la muerte de Chan Urueta.
Por último, dejó en claro que su nueva novela no tiene nada que ver con la sangre que se ha derramado en los últimos años a lo largo del país debido al crimen organizado: No es una reflexión sobre eso, creo que la parte de la realidad que vemos a través de los noticieros, los periódicos y medios de comunicación es muy contundente. A mí no me interesa retratarla ni reflejarla, puntualizó.