Día mundial de la información para el desarrollo
Los erizos y el zorro
OAXACA, Oax. 21 de febrero de 2016.- Existe un denominador común entre los precandidatos a la gubernatura de Oaxaca, que surge de sus expresiones al recorrer el Estado en los tiempos de precampaña: Que el problema del Estado es un problema de gobierno y de quién gobierna.
Para uno de ellos, el problema se resuelve no permitiendo el regreso del “autoritarismo representado por el PRI”, esto significa que el problema de Oaxaca se deriva del gobierno de un partido. En esta lógica, el problema se resuelve impidiendo el regreso del PRI y este precandidato es el único capaz, como gobernador, de resolver el problema de los oaxaqueños.
Otro precandidato afirma que el problema principal de Oaxaca es la división que existe entre los oaxaqueños, por tanto, el problema se resuelve uniéndolos, claro está, bajo la dirección de este personaje.
Uno más sostiene que el problema de Oaxaca es un problema de eficacia política, que las cosas se han hecho mal, que este precandidato se siente capaz y con experiencia política y administrativa para resolver los problemas que aquejan a los oaxaqueños.
En cualquiera de las expresiones de estos precandidatos resaltan: voluntarismos, de la creencia que de la sola voluntad de un solo hombre es suficiente para resolver los problemas de un Estado, que el problema es de conducción del barco del Estado, que el problema principal es de índice político y de eficacia administrativa.
En las percepciones de estos precandidatos no cabe la posibilidad de cuestionar seriamente el modelo en que se desenvuelve la vida de todos los oaxaqueños. Puede suceder, en su descargo, que estas son simplemente sus primeras ideas, que en plena campaña podrán desarrollar ideas más acabadas sobre la realidad oaxaqueña. Sin embargo, las primeras expresiones, a veces resultan ser las únicas.
Tener como referencia un solo modelo de vida, una sola percepción, idea o conceptualización de las cosas, los asemeja al erizo. Se asemeja mucho a la idea que se forjaron los conquistadores de nosotros los indígenas al pisar suelo americano: Éramos unos salvajes y personas sin razón, para superar este problema nos aplicaron un modelo de vida basada en la religión católica y en la razón europea. Sólo seríamos civilizados si nos convertíamos en la cultura del viejo mundo, nuestra cultura no serviría para el progreso y el desarrollo, según ellos.
Por eso, tiene razón el gran pensador Isaiah Berlin cuando afirma que: “La idea central de la ilustración del siglo XVIII era la fe de que las causas principales de la injusticia, la opresión y la miseria humana se hallaban en la ignorancia y la necesidad del hombre. El conocimiento preciso de las leyes que gobiernan el mundo físico, descubiertas y formuladas de una vez para siempre por el divino Newton, capacitarían a los hombres, llegado el momento, a dominar a la naturaleza; al comprenderlas y adaptarse a las inalterables leyes causales de la naturaleza, vivirían también y tan felizmente como es posible vivir en el mundo; sea como fuere, evitarían los dolores y las discordias engendradas por los vanos e ignorantes esfuerzos de oponerse a tales leyes o de evadirlas”(Berlin, Isaiah. Pensadores Rusos. Edit. FCE. México, 2014, p. 166). Esta fe en la razón y en la ciencia, no nos ha traído lo que formularon los ilustrados.
Existieron y existen una serie de creencias que se derivan de este pensamiento único, que rayan en lo absurdo, tales como: Pensar que se puede acabar con la pobreza mediante leyes que prohíban ser pobre; o que se puede acabar con ella estableciendo casas de asistencia o cocinas comunitarias como las establecidas por el gobierno de Gabino Cué; o la pobreza se puede acabar institucionalizando un programa político—-administrativo y creando una Secretaría para Pobres; o en su caso, pensar, que el problema de la existencia de los pobres se debe al partido político en el poder.
Se hicieron leyes en contra de la pobreza, se establecieron casas de asistencia para pobres, se crearon programas específicos para la atención a los mismos, se crearon instituciones para la atención a los pobres, se cambió al partido gobernante, sin embargo, los pobres seguían y siguieron existiendo. Entonces, ¿cuál es el factor fundamental de la existencia de la pobreza? No puede ser más que el modelo económico, social y político de la vida imperante.
El erizo, piensa que el mundo es inteligible racionalmente, que el progreso es inevitable, que existe un solo espíritu que guía el destino humano, que el fracaso humano es síntoma de irracionalidad, que las ciencias y las técnicas inexorablemente son un bien para la humanidad, se quiera o no; que oponerse a estos manifiestos humanos es una necedad y motivo de ignorancia.
Por el contrario, para el zorro, no existe un plan determinado para el hombre, ni por Dios, ni por la naturaleza, ni por la ciencia; el hombre hace su historia en su actuar diario, en sus contingencias. Por eso, para el zorro, no puede existir el superhombre que pueda resolver los problemas, la solución de los mismos es posible en la definición de la ruta a seguir, en la formulación de modelos alternativos consecuentes con la realidad, en la supeditación de las ciencias y técnicas al interés común y a la salud de la naturaleza.
Que los fines son particulares para cada caso, no existen fines universales para todo ni para todos. Que cada pueblo oaxaqueño tiene su propia lógica, su propia razón, su propia necesidad de acuerdo a su cosmovisión, se trata de ubicarlos en tiempos reales y lugares concretos. Que para solución de los pueblos de Oaxaca no existen veredas reales sino caminos escabrosos, tampoco es posible, por prontitud, por contingencia, por necesidad ir por atajos que más adelante terminan en un laberinto inexplicable. Tampoco es deseable invocar a los grandes hombres, que supieron plantear soluciones adecuadas de acuerdo a sus épocas, la cita de estos grandes hombres se hace para ocultar fracasos de proyectos o para implantar nuevos sueños, nuevas utopías, que por sueños y utopías son poco favorables para resolver los problemas del momento.
En resumidas cuentas, el zorro no solicita más sacrificios de los oaxaqueños por supuestos sueños, por utopías, por el progreso, por el desarrollo, que nos han conducido a una espantosa desigualdad. No más sacrificios para ganarnos el cielo eterno. Redimir al oaxaqueño debe ser en este mundo y en este tiempo. Basta ya de ser considerados culpables de nuestra condición:
Nuestra sumisión al progreso, al desarrollo, a una sociedad homogénea, ha significado un sacrificio para los pueblos de Oaxaca, no exageramos al decir que hemos sido crucificados, a un solo concepto, a una sola idea, a una sola bandera, sin asegurar la tierra prometida, hemos caminado por un desierto sin fin, guiados por erizos de ayer y de siempre.
No necesitamos de nuevos profetas, de nuevos apóstoles, seguidores de la Única Palabra, necesitamos volver a las antiguas prácticas de nuestros antepasados: La Palabra es sólo del pueblo y nada más.