Iguales, Chile (1971) y México (2018)
Virtudes y candidatos
OAXACA, Oax. 27 de marzo de 2016.- Es fundamental conocer las virtudes de los candidatos a gobernador del Estado oaxaqueño, es la palanca que puede mover cualquiera de los proyectos que pueden plantear. Sus propuestas, desde luego, son importantes, sin embargo, sin un personaje que sea capaz de instrumentarlas, de hacerlas realidad, las buenas propuestas se pierden en el transcurso del tiempo de gobierno.
El conocimiento de los gobernantes y de los que pretenden serlo es sólo capacidad del pueblo, ningún otro sujeto colectivo es capaz de este conocimiento, asimismo, el conocimiento del pueblo es sólo capacidad del gobernante, además, es su obligación.
De acuerdo a la tesis anterior, es decir, a partir de la sabiduría del pueblo. A los gobernantes, a los que han permanecido mucho tiempo en el poder, se les puede aplicar el principio de Maquiavelo, quien sostuvo que a estos gobernantes mientras más autoridad se les otorga, peor la usan y más insolentes se vuelven. La insolencia les viene de la falta de control de su personalidad privada.
Habría que mostrar atención en la dualidad de las virtudes del gobernante en lo privado y en lo público, relegar las cualidades públicas a las privadas, es en principio, una mala conseja. El gobernante deberá de mostrar cualidades públicas muy superiores a las que pudiera tener en lo privado. Sus cualidades naturales, humanas o propias tienen que relegarse a las necesidades de las cualidades públicas.
Un político formado implica la victoria total de su personalidad pública sobre sobre su personalidad privada, los que no son capaces de ello, el pueblo es muy severo en sus juicios.
Es de destacarse una gran diferencia en la formación del gobernante: aquellos que la fortuna les ha beneficiado y aquellos que se han hecho en base a trabajo y tesón. Al primero se le puede acabar la fortuna y arruinar su Estado, mientras que al segundo le será más complicado perderlo. Sin embargo, la formación del político, para muchos, se da en la práctica, en el ejercicio del poder, que hace posible la constitución de su carácter público.
La personalidad y el carácter del gobernante son importantes para entender los modos de gobierno, ambas cosas no se pueden separar. Los modos de gobernar son el reflejo de la personalidad y carácter del gobernante. Ambas cosas, estudiadas por separado en los gobiernos, casi siempre se llega a los mismos resultados.
Luego entonces, en la medida en que un gobernante deje de actuar bajo las virtudes públicas, es decir, con objetivos públicos, con objetivos de Estado, con fines políticos que se deben referir al bien común, este gobernante pierde su condición de sujeto político, actúa por intereses y beneficios privados, es decir, se corrompe.
Sobre este tema Erasmo de Rotterdam escribe en 1515:”Si un pintor goza con un cuadro bien hecho, si un agricultor, si un hortelano, si un artesano disfrutan de sus propias obras, ¿qué debe resultar más agradable al príncipe que contemplar su república convertida, gracias a su trabajo, en mejor y más floreciente?
“Como no puede negarse que actuar como buen príncipe es cuestión trabajosa, así mucho más trabajoso es conducirse como buen príncipe. Bastante menos trabajo comporta lo que sigue a la naturaleza y a la razón de lo honesto que lo que se basa en argucias y artificios”(Rotterdam, Erasmo de. Educación del Príncipe Cristiano. Edit. Tecnos. Madrid, 1996, pp. 73-74).
La dualidad del gobernante, en suma, se explica políticamente y por razones de poder. Son estas razones lo que explican esta dualidad, de aquí la preeminencia de lo público sobre lo privado.
De aquí resulta que no existen cualidades naturales, todas son adquiridas, son producto de la relación entre el sujeto, su historia, su medio cultural y las relaciones de poder prevalecientes. La historia y el contexto crean al gobernante. Es culpable de sus excesos o de sus debilidades. La bondad natural de un gobernante se puede tomar como una debilidad en su formación política. Las bondades naturales habría que transformarlas en políticas.
José Sánchez –Parga nos dice al caso: “Maquiavelo se queja de la falta de visión y de poder dominar y moldear políticamente las condiciones naturales o personales: “teniendo los hombres la vista corta y no pudiendo conducir su naturaleza, resulta de ello que es la Fortuna con sus cambios la que conduce a los hombres y los somete a su yugo”(Cartas, 13-21.09.1506). Sólo el conocimiento de sí mismo permite al político ejercer un dominio sobre sí mismo, cuando sabe qué hay que corregir y controlar a su persona, qué debe reforzar o completar, qué tendencias más espontáneas neutralizar en unos casos y reforzar en otros”(Sánchez-Parga, José. Poder y Política en Maquiavelo. Edit. HomoSapiens. Argentina, 2005, p. 39).
De aquí que es fundamental que el gobernante sea capaz de dominar su cualidad natural so pena de fracasar en el ejercicio del poder en la cual se exige eficacia en el ejercicio de dominación. El florecimiento de las cualidades naturales sobre las políticas trae consigo el florecimiento de gobernantes especiales, trastornados, ególatras, tiránicos, desordenados, por decir lo menos.
Transformarse de persona natural en gobernante no sólo significa un cambio profundo de condición, de estado, de personalidad, sino de una transformación real y efectiva de la persona. El político tiene el deber indiscutible de gobernar su propia naturaleza. Por eso, los políticos “demasiado naturales” deben de producir las preocupaciones debidas.
Mientras más complejas sean las acciones de gobierno, Oaxaca por ejemplo, más necesita el gobernante la simbiosis entre la acción de gobierno y su personalidad. Los grandes gobernantes no tuvieron personalidad particular o privada, pero fueron capaces de controlar las insolencias del poder.
Este desarrollo en la formación del político le implica al gobernante una constante adquisición de personalidades públicas que le son inherentes a la importancia del cargo. Además, los tiempos y las circunstancias son cambiantes, de la misma manera deben ser los cambios de los gobernantes.
Si bien cierto esto es una regla general, adaptarse a los cambios y a las circunstancias, sin embargo, sujetarse a los vaivenes de la fortuna no es conveniente para el gobernante, pues sujetarse a ella significa no tener control, por ello, deberá mantenerse firme, constante en sus posiciones y disposiciones, sin dejarse afectar por las variaciones de la fortuna, nos indica Maquiavelo.
Dejarse llevar por las variaciones de la fortuna implica tener una personalidad débil, timorata, blandengue. Conjugar adaptación con la firmeza en la conducción del gobierno, habla de un buen gobernante.
Todo esto viene a colación por la intensa disputa por la gubernatura a cargo de Alejandro Murat, José Antonio Estefan, Benjamín Robles Montoya y Salomón Jara. Todos ellos políticos, con formación en distintos niveles, con sus personalidades públicas y privadas.
Su calidad de políticos lo irán demostrando en la campaña, ya se tiene algunos indicios, pero sobre todo, se espera mucho de ellos como gobernantes. El pueblo oaxaqueño ya tiene algunas percepciones de los mismos, en donde lo negativo supera lo positivo.