Día 23. Por oportunismo, crisis en Ciencias Políticas de la UNAM
Indicador Político
CIUDAD DE MÉXICO, 3 de febrero de 2016.- En 1990 la asamblea nacional número 14 del PRI abrió nuevas reglas para la designación de candidatos a cargos de elección popular. Una de ellas permitía las precampañas de aspirantes. Pero la gran reforma de Luis Donaldo Colosio fue enterrada por el propio Luis Donaldo Colosio.
En 1992 el político Luis Martínez Fernández del Campo inició un recorrido por el estado para fijar su interés por la candidatura estatal, pero fue el propio Colosio quien lo detuvo en seco: la candidatura de Oaxaca obedecería a una lógica presidencial. Por dedazo del presidente Carlos Salinas de Gortari y con el apoyo de su hermano Raúl, Colosio hizo candidato a Diódoro Carrasco Altamirano.
Oaxaca no le ha importado a ningún político del sistema priísta. Por eso el PRI, el nuevo PRI, el PRI de la restauración del ancien régime, decidió extender aún más el cacicazgo político dinástico de José Murat Casab haciendo candidato a su hijo Alejandro Murat.
La historia política del poder en Oaxaca no comenzó con Murat.
1.- De 1846 a 1912, 66 años, Oaxaca fue un coto de poder de dos apellidos: Juárez y Díaz. De 1968 a 2016 –48 años– Oaxaca es víctima de las mismas élites políticas que ahora son dinastía.
2.- En 1924, Obregón y Elías Calles le aplicaron a José Vasconcelos un enorme fraude electoral para impedir que ganara la gubernatura.
3.- A partir de 1968 Oaxaca quedó atrapada en las redes de la sucesión presidencial: Echeverría puso gobernador en 1968 como adelanto sucesorio; López Portillo y Muñoz Ledo transaron la senaduría oaxaqueña en 1976 para dársela al PPS a condición de que el PPS aceptara la derrota del líder social opositor Alejandro Gazcón Mercado, que había ganado la gubernatura de Nayarit en 1975 –el candidato priísta era Rogelio Flores Curiel, jefe de la policía del DF durante el halconazo de 1971–; Salinas impuso a su exjefe Heladio Ramírez López en 1986 como parte de la sucesión presidencial; Colosio derrotó en Oaxaca a Manuel Camacho en 1992 al imponer a Diódoro Carrasco; Zedillo designó por dedazo a Murat en 1998; Roberto Madrazo como precandidato presidencial instaló a Ulises Ruiz en la gubernatura en 2004. Luego de la derrota del PRI en el 2010, ahora de nuevo el PRI desdeña a Oaxaca e impone a Alejandro Murat como candidato, perpetuando una de las dinastías más desprestigiadas en el estado.
4.- Oaxaca es tierra de caciques, caudillos y señoríos políticos. Es, por así decirlo, una metáfora del poder priísta. La lucha por la candidatura de este año afloró a los jefes de las familias del poder: los exgobernadores Ramírez López, Carrasco Altamirano, Murat Casab, Ruiz Ortiz y Cué Monteagudo. La solución fue, así, un acuerdo cupular.
5.- La candidatura a gobernador de Oaxaca era la gran oportunidad del PRI para cambiar la correlación de fuerzas políticas y sociales locales luego del fracaso de la alternancia aliancista que no hizo más que profundizar la corrupción y extender la dominación priísta; pero la nominación de Murat — el continuismo de los Murat– no hizo más que seguir hundiendo a la entidad en la lucha elitista por el poder.
La candidatura de Murat –Alejandro/José– fue producto de un acuerdo político entre los jefes de las familias oaxaqueñas del poder para mantener sus territorios políticos. En Oaxaca el PRI perdió la oportunidad de ofertar un cambio político.
Política para dummies: La política sólo sirve al poder y no al ciudadano, si no dejaría de ser política.
Sólo para sus ojos:
• La lucha política por Oaxaca apenas comienza. López Obrador, Morena, la CNTE, lo que queda de la APPO y los movimientos sociales van por la ruptura institucional. Y dentro del PRI se han profundizado por desacuerdos tras la candidatura de Alejandro/José Murat.
• A pesar de la derrota en Iowa, no hay que cantar el fin de Donald Trump. Eso sí, Hillary Clinton podría ser rebasada por el socialista Sanders.
• La meta de 3% de inflación para 2016 tratará de absorber el efecto de las devaluaciones con mayores controles de la demanda; por tanto, habrá que sacrificar PIB.
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