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OAXACA, Oax. 23 de febrero de 2014 (Quadratín).- Bajo el argumento de crear una salida de emergencia ante posibles contingencias, directivos de la Casa de la Cultura Oaxaqueña del gobierno estatal autorizaron horadar la pared de cantera y crear una puerta en la parte posterior de su inmueble sede, el ex convento de los Siete Príncipes, que data del siglo 18.
Después de más de dos meses, concluyeron los trabajos en que se derruyó un espacio de al menos tres por dos metros, sobre una pared de cantera de aproximadamente un metro de grosor, en la que se colocó una puerta metálica.
Iniciación artística
La Casa de la Cultura es una institución dependiente de la Secretaría de las Culturas y las Artes de Oaxaca y su función principal es ofrecer cursos y talleres de iniciación artística, entre las cuales se encuentran las artes escénicas, artes plásticas, música, talleres artesanales y talleres alternativos.
Está ubica en la esquina de las calles González Ortega y Colón, en el Centro Histórico de la ciudad de Oaxaca de Juárez, en lo que anteriormente fuera el convento de los Siete Príncipes.
De acuerdo con los datos de la propia institución, fue a mediados de la década de los 60 cuando el ex convento fue restaurado y convertido en la Escuela de las Artes y Oficios de Oaxaca. En 1971 se decidió cerrar la escuela debido al poco éxito alcanzado y el edificio fue ocupado para la creación de la Casa de la Cultura Oaxaqueña, con lo que se convirtió en una de las pocas instituciones de ese tipo que existían en esos años en el país.
Según el Periódico Oficial del gobierno, el 28 de noviembre de 1970 en el Suplemento 48, Tomo LII, se estableció el primer decreto de creación.
Fue el 12 de enero del 2005 cuando a la institución se le otorgó una personalidad jurídica como organismo descentralizado, especificando en el Plan Estatal de Desarrollo sus acciones a seguir.
Legado colonial
El historiador Luis Castañeda Guzmán describió que el barrio de los Siete Príncipes era la parte sureste de la ciudad donde «el señorial caserío pierde altura para confundirse con los campos de labranza».
Entre los indígenas que poblaban la zona no faltaban los señores o caciques, que habían conservado los títulos de nobleza a cambio de predisponer a sus súbditos hacia los dominadores hispanos.
Una de las medidas para imponer el catolicismo fue la creación de monasterios exclusivos para las hijas de los señores indígenas, como una forma de inculcar directamente entre las naciones indias el fervor cristiano.
A fin de fomentar estas separaciones y, al mismo tiempo, el adoctrinamiento de los nativos, a fines del siglo XVIII, tuvo lugar la erección del convento de Santa María de los Ángeles, en el cual fueron depositadas las «monjas cacicas» de la orden de las Capuchinas Descalzas.
Según el historiador oaxaqueño, el templo original fue comenzado a construirse en 1730 o muy poco después, con fondos provenientes del legado de Lucas Núñez de Estrada.
Castañeda estimó que la conclusión del edificio ocurrió en algún momento entre 1755 y 1764, cuando Buenaventura Blanco y Helguero hizo la dedicación de la obra. Además el historiador apuntó que durante el obispado de Anselmo Álvarez de Abreu (1765-1774) la iglesia de los Príncipes gozaba ya de importancia, sobre todo por el culto al Señor de los Trabajos.
El templo original de Santa María de los Ángeles, según los rastros que Castañeda Guzmán hizo en la arquitectura, debió caracterizarse por su sencillez. Sin embargo, el erigir el convento anexo al templo, en 1781, los diseñadores tuvieron que modificar la fachada de la iglesia y añadirle un portalón abovedado con un arco en la entrada, añadido distingue a la edificación de las demás de su tipo en la ciudad de Oaxaca.
Los daños
El historiador Castañeda Guzmán describe los estropicios que el monumento sufrió a manos de su propietario principal, el italiano Emiliano Brachetti, cuyos sucesores conservaron la propiedad hasta 1963. “Por la codicia de Brachetti, la huerta del claustro fue estropeada, y el edificio fue rodeado de un cinturón de miseria´’ al lotificarse los terrenos adyacentes.
En 1963, sin embargo, el gobierno adquirió los terrenos y el edificio del convento, a las señoras Irma Couttolenc Lundert y Beatriz Brachetti, para rescatarlo de la ruina. En dos años de trabajo empeñoso, la estructura fue limpiada y restaurada.
Desde 1971, el antiguo convento aloja la Casa de la Cultura Oaxaqueña. Lo que fue el curato de los Siete Príncipes es la sede del Archivo General del Estado.
Aunque no hay datos precisos acerca de la primera horadación a la pared, en la lateral izquierda del inmueble, sobre la calle de Colón, existe una puerta que no corresponde a la estructura original.
La más reciente perforación del inmueble ocurrió a principios de este año, en que se retiraron gruesas piedras de cantera, escombros que fueron amontonados por varios días a un lado del edificio, para formar una salida, sobre la calle Santos Degollado.
Hasta el momento, ni el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ni el director de la Casa de la Cultura Oaxaqueña, Guillermo García Manzano, han dado una explicación formal acerca de los daños.