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OAXACA, Oax. 21 de septiembre de 2015.- Memoria viva es el título de la obra colectiva de los primeros niños migrantes de Santa María Tavehua en la que relatan cómo en la década de los 50 salieron de su comunidad, ubicada en la sierra norte de Oaxaca, y caminaron descalzos 120 kilómetros hasta llegar a la ciudad de Oaxaca en donde luego de ganar algún dinero, unos se trasladaron en ferrocarril o en tren hacia la ciudad de México y otros más a Los Ángeles, California, donde hoy son exitosos profesionistas, empresarios o prestadores de servicio.
A la edad de 5 años, sin hablar español, solos o acompañados de familiares o amigos los indígenas zapotecos después de ayudar a sus padres en labores del campo abandonaron su pueblo, perteneciente al municipio de San Andrés Solaga del municipio de Villa Alta, ante la falta de comida, educación y las carencias propias de la región, incomunicada, sin escuelas ni servicios.
En 1940, Tavehua tenía unos 400 habitantes; hoy no llega a 100.
En el marco de la Presencia de Oaxaca en México que se celebró en la colonia Del Valle de la Delegación Benito Juárez de la ciudad de México, el periodista Ángel Soriano Carrasco dio a conocer la obra de los tavehuanos en donde relatan cómo fueron explotados en las casas que les dieron alojamiento luego de deambular por las calles, marginados por ser indígenas y hablar zapoteco, cómo “limosneaban” en las calles, sin conocer a nadie, o en busca de parientes o paisanos que les dieran alojamiento.
María Elena Sánchez Fernández en su periodo como presidenta de la Fundación Tavehua Acción Social y Cultural, recopiló las crónicas de cuatro generaciones de los primeros migrantes en 1955 hasta sus descendientes quienes siguen conservando su lengua, sus tradiciones y sus costumbres y han establecido una alianza ante el infortunio para ayudar a su pueblo y auxiliar a sus paisanos para que no sufran las condiciones adversas que ellos enfrentaron cuando abandonaron su comunidad.
De cómo era la ciudad de Oaxaca en esa época, sus calles y su gente, de cómo se vivía en la ciudad de México, sobre todo en sus barrios más peligrosos como La Merced, Tapito, La Lagunilla, a donde llegaron en busca de refugio, todo describen los tavehuanos en lenguaje propio de los hombres del campo y ahora habitantes de la gran capital o de Los Ángeles California.
“Muchas veces al llegar a rancherías o pueblos encontrábamos a familias gritando o llorando su desgracia porque acababa de fallecer algún niño o familiar o una mujer por un parto mal atendido, también había personas muy enfermas, con tos crónica, con expectoraciones de sangre, en aquel tiempo no sabíamos que existieran centros de Salud, Cruz Roja, mucho menos un hospital”, indica la presentación del libro editado con apoyo de la Comisión Nacional de Pueblos indígenas.
Epifanio Isaías Méndez Pérez recuerda que su padre Emilio Méndez Luna se enroló como bracero en 1940 y en los primeros tres meses de trabajar en los EU les envío 100 dólares que don Felipe Robles, comerciante de Zoogocho, se los cambió a su madre Josefa Pérez Sánchez por 600 monedas 0.720 onzas plata que pesaban tanto que se turnaban para cargarlas hasta Tavehua.
Junto con su madre elaboraban artesanías de barro anaranjado que salían desde las 3 de la madrugada a vender a Natividad.
Perfecto Lorenzo Hernández, relata que: Llegué a Oaxaca en 1949. Trabajé sin sueldo en la casa del licenciado Esteban Silva y Escobar, duré tres meses, “sólo me compraron una muda de ropa” y fui cobrador en los urbanos de la Choferes del Sur.
Con gran amor a su tierra, algunos relatos como el de María Elena Domínguez Cristobal, indican: “Si oigo decir Oaxaca no puedo evitar cerrar mis ojos y conectar mis recuerdos y corazón hasta la sierra Juárez en donde se ubica un lugar maravilloso lleno de luz, aire fresco, de sonidos del río, de olor a barro rojo, del canto de pájaros, de texturas, de árboles, flores, hierba silvestre, del sabor del maíz en una tortilla, del café, mezcal y champurrado. Si señores, señoras, hablo de esa sierra de Guacamayas, Santa María Tavehua”.
Hay relatos de profesionistas exitosos como el Dr. Narciso Solano Jacobo, de la primera generación, con brillante trayectoria académica y profesional, respetado por sus paisanos y que ha aportado mucho a su pueblo.
Ángel Soriano destacó el carácter, la decisión y el coraje de los tavehuanos para salir de su tierra y enfrentarse a las adversidades, desde sortear un camino escaparpado como el de la sierra, enfrentar a los animales feroces de la región, de larga caminata a pie, hasta llegar a las ciudades donde se enfrentaron a otro tipo de peligros en los barrios “bravos” y salir triunfantes lo que los ha llevado a mantener la unidad en torno a sus familias y a su pueblo y vivir en armonía con sus vecinos de la región y en donde radican actualmente.
Agradeció la generosidad de don José Estefan Acar, presidente del Patronato de Cultura Popular que organizó la Presencia de Oaxaca en México, del 5 al 20 de septiembre, así como a la Delegación Benito Juárez a través de don Manuel Servín, el proporcionar el espacio para la presentación del libro “Crónicas de emigrantes de Tavehua” que es una aportación a la cultura nacional.