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MÉXICO, DF, 7 de julio de 2015.- El Zarco y Los bandidos de Río Frío en el siglo 19, los narcocorridos y el tortilla western de los hermanos Almada en el 20, y más recientemente la literatura, la plástica y la cinematografía de creadores como Élmer Mendoza, Luis Estrada y Teresa Margolles develan el sentido y la función social del crimen en México.
A diferencia de autores como Fuentes, Revueltas y Paz, para quienes la violencia y lo terrible expresan cierta esencia de lo mexicano, Héctor Domínguez Ruvalcaba sostiene en su nuevo libro ‘Nación Criminal’ editado en el sello Ariel, que la criminalidad ha de interpretarse a partir de la incompetencia del Estado y como forma de control social.
Pone así al descubierto un México donde las leyes son irrealizables desde la invención misma del país, y donde la criminalidad constituye a la vez rebelión y contención social.
He aquí un mundo donde el crimen se imprime en figuras de masculinidad, en cuerpos rotos, en muertos anónimos y excluidos de la memoria, en feminicidios y otras violencias de género. Un mundo que narrativiza la corporeidad de la violencia.
Héctor Domínguez Ruvalcaba (Hermosillo, Sonora) es doctor en Literatura Hispánica por la Universidad de Colorado y profesor investigador de Estudios Culturales Latinoamericanos y Literatura en la Universidad de Texas, en Austin.
Entre sus publicaciones se cuentan De la sensualidad a la violencia de género, La modernidad y la nación en las representaciones de la masculinidad; La modernidad abyecta. Formación del discurso homosexual en Hispanoamérica; y en coautoría con Patricia Ravelo, Desmantelamiento de la ciudadanía. Políticas del terror en la frontera norte.