MADRID, 20 de septiembre de 2015.- Crisis, desorientación, desbordamiento de emociones, vivencia interna de caos, túnel oscuro para el que algunas personas encuentran como única salida la muerte.
Para salir de esta situación de desestructuración personal es necesario encontrar la orientación; vivir orientados es una característica de la vida humana.
No quiero emitir juicios de valor respecto a si es correcto o no suicidarse, si está bien o mal. El suicidio no es un defecto del carácter ni de la moral, es un desequilibrio entre el dolor y los recursos para vencerlo. Por tanto, una manera de enfrentar la situación es fomentar y potenciar los recursos personales y orientarlos de forma que nos permitan reducir el sufrimiento.
A menudo el suicidio es una solución permanente para un problema pasajero. Todos hemos vivido situaciones que veíamos negras, sin solución, y, después de unos días, el horizonte se despeja y vemos con más claridad. La mayoría de las personas con las que he tratado que habían contemplado alguna vez el suicidio como solución, me verbalizaron claramente su alegría por no haberlo hecho. En realidad no querían poner fin a su vida, solo querían evitar la pena y el sufrimiento que las desbordaba.
Todas las situaciones tienen solución de una u otra manera. Como dice el refrán, “cuando se cierra una puesta se abre una ventana”. La dificultad radica en que, cuando estamos ante una puerta que se nos cierra, a veces no vemos más allá. Por eso es necesario buscar ayuda, no intentar solucionar las situaciones a solas, hablar con personas de nuestra confianza o recurrir a la ayuda de un profesional ya sea psiquiatra o psicólogo.
El vínculo es lo que cura, el encuentro libera, compartir descarga y alivia, el valor abre un mundo de posibilidades.
Es necesario poner distancia emocional de nuestros problemas, o como me gusta llamarlos “situaciones a resolver”. Cuando le sucede algo a otras personas, logramos verlo con claridad, comprendemos la situación, ayudamos y apuntamos posibles soluciones. ¿Por qué cuando nos ocurre a nosotros no hacemos lo mismo?
La crisis es pasajera y es una oportunidad para descubrir el gran potencial que tenemos, enriquecernos y salir fortalecidos. Quizá no recibamos del mundo todo lo que queremos, pero el mundo necesita de cada uno de nosotros. ¿Qué quieres darle al mundo de ti?
(Artículo proporcionado por el Centro de Colaboraciones Solidarias)
María Guerrero Escusa
Psicóloga, profesora de la Universidad de Murcia