
Los datos no garantizan éxito para la elección judicial
Oaxaca, Oax., 5 de noviembre de 2011 (Quadratín).- En los días que corren se define el futuro de las izquierdas. El acuerdo que los dos activos políticos más importantes con los que cuentan las llamadas fuerzas progresistas en nuestro país tomaron desde el 2006, se define de aquí al martes 8 de noviembre en que concluirá la aplicación de tres mil encuestas por cada una de las empresas contratadas por los precandidatos Marcelo Ebrard y Andrés Manuel López Obrador.
Contra todas las opiniones que se dejaron correr a lo largo de estos años; ambos políticos asumieron con la madurez política que les caracteriza, y en el marco de los de los espacios que a cada uno les correspondió, construir una precandidatura para aparecer en las boletas electorales como candidatos de la coalición que impulsarán el PRD, el PT y el hoy Movimiento Ciudadano (Partido que hoy reconoce que perdió identidad con su cambio de nombre).
Andrés Manuel López Obrador, reconoció en las plazas públicas que el momento político por el que hoy atraviesan ambos llegaría finalmente, pues siempre reiteraba una y otra vez que el candidato de la izquierda sería el que estuviese mejor posicionado. De ahí que haya recorrido todo los municipios del país; dado más de dos vueltas a las principales ciudades de cada entidad, construido su base social y política a través de MORENA y en los últimos meses moderado el discurso contra lo que ha llamado la mafia del poder que le arrebató la presidencia, para recuperar algunos puntos negativos que sus propias encuestas y otras le indicaban sobre la imagen; imagen que le fue construida desde el poder de los medios de comunicación por instrucciones de quien ocupa la titularidad del Poder Ejecutivo.
Al poder político y sus aliados les interesó sobremanera continuar con la estrategia que habían definido en el 2006 sobre la imagen de rijosidad de AMLO y seguirlo mostrando así ante los potenciales electores.
Diferente fue la estrategia elegida por el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, quien asumiendo que como alcalde de una de las más grandes ciudades del mundo tendría sobre sí los reflectores y la mirada de los militantes y simpatizantes de la izquierda, así como de ciudadanos sin partido, construyó una agenda de gobierno basada en ejes estratégicos: bienestar social, inversión pública y privada, educación, seguridad pública y procuración de justicia, pero también una intensa promoción internacional de la Ciudad de México.
En materia de política social y de garantizar los derechos universales para todos, Ebrard en los cinco años que lleva como alcalde garantizó las becas para niños talento y el seguro de desempleo, uniformes y útiles escolares gratuitos, entre otros.
Marcelo Ebrard definió una política de inversión pública, ejemplo de ello es la construcción de la línea 12 del metro que beneficiará a cientos de miles de capitalinos, la inversión pública más grande de toda Latinoamérica, se invirtieron millones de pesos en el drenaje profundo; con inversión privada hoy se construye el segundo piso del periférico.
En educación bajo la perspectiva de que los jóvenes requieren ser apoyados para continuar con sus estudios, se implementaron programas como el Prepa Sí; y en seguridad pública, se impulsó de manera decidida el programa de cámaras de videovigilancia, que hoy hacen de la Ciudad de México, una ciudad segura.
Mientras uno caminaba y recorría el país organizando el movimiento, el otro gobernaba de manera eficaz y eficiente; mientras uno reiteraba su negativa a las alianzas políticas y dejaba de apoyar a los partidos de la coalición de las izquierdas, el otro las impulsaba, promovía y apoyaba de manera decidida a los candidatos que hoy son gobierno en entidades como Oaxaca, Puebla y Sinaloa.
Cada uno en rutas paralelas, hoy se encuentran finalmente en la decisión política más importante para ambos, esperar a conocer los resultados de las encuestas, reconocer sus resultados y apoyar a quien resulte el mejor posicionado de las mismas. No se trata de vencedores y vencidos, sino de quien es que hoy representa, desde la opinión de los consultados, quien mejores posibilidades tiene de darle a la izquierda y al proyecto que representa, la garantía de triunfo frente a una candidatura construida desde la televisión y quien ya se asume como el presidente de México.
Si ambos líderes han construido y mantenido con el mayor cuidado su relación política, respetado el acuerdo y posibilitado una solución para evitar el choque de trenes, mayor es la responsabilidad política de los dirigentes de izquierda para llevar a buen término el resultado de la misma.
La encuesta que en estos días se aplica nos permitirá conocer a más tardar el 15 de noviembre quién encabezará los esfuerzos de millones de mexicanos para cambiar el rumbo de México.