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Tareas de Claudia sin AMLO: economía y Casa Blanca
Oaxaca, Oax. 15 de agosto del 2011(Quadratín).- Una de las tradiciones del sistema político mexicano establece que el área más importante que deben mantener quienes tienen la alta responsabilidad de gobernar es el de tener siempre márgenes manejables para conducir la política interior. Encontrar a un responsable con capacidad de diálogo con todas las fuerzas políticas, sectores sociales y productivos no es fácil; encontrar mano firme y capacidad de interlocución menos.
El responsable de la política interior ya sea del poder federal o estatal se nombra siempre con base en la coyuntura política o en los efectos que en el sistema político tienen determinados hechos. En la tradición priista, hasta antes del salinismo, los secretarios de gobernación además de mantener una estrecha amistad con el presidente de la república en turno, se colocaban en una posición estratégica que miraba al futurismo.
José López Portillo cambió la percepción cuando nombró en su momento como su sucesor a Miguel de la Madrid iniciando con ello el ascenso de los responsables de las áreas financieras al poder. Tradición que continuó el mismo presidente cuando después de las pasarelas nombra a Carlos Salinas de Gortari como sucesor, dando paso a lo que se conoció en su momento como el ascenso de la tecnocracia al poder político.
Salinas de Gortari nombró en 1988 a Don Fernando Gutiérrez Barrios como secretario de gobernación, de estrecha cercanía con los militares, conocedor de los recovecos de la inteligencia política, amigo de muchos líderes políticos y sociales de izquierda, nombramiento que tuvo entre otros fines mandar el mensaje de que su gobierno mantendría la mano dura contra el incipiente pero fuerte movimiento cardenista.
La tradición se rompió con sus sucesores, al grado de que hoy tenemos responsables de la política interior que más que grises tienen el cometido de medio conducir esa área y su capacidad de interlocución se da con base en las ocurrencias del presidente.
En los estados esa tradición también se mantuvo. Pero en Oaxaca la experiencia de inaugurar un gobierno de transición que generó en su momento muy altas expectativas no fue comprendido por el grupo que rodea al gobernador y en su afán por abarcar todo y demostrar que el poder de decisión, pero sobre todo, el de interlocución no pasaba por la responsable de la política interior llevó finalmente a la exsecretaria de gobierno a tomar la decisión de renunciar sin antes comentarlo con el titular del ejecutivo, señalando que el principal responsable de su decisión era el exsecretario particular del gobernador.
Esa decisión hizo que el gobierno de Cué enfrente hoy una crisis que no se manifiesta aun, pero que tendrá repercusiones políticas en torno a las relaciones de poder político que había establecido con la poderosa líder del magisterio nacional.
El nombramiento de Don Jesús Martínez estaba anunciado desde semanas atrás, tratará de recomponer las relaciones políticas internas y externas, destrozadas, como me decía un diputado local, por el absurdo del exsecretario particular de absorber la mayor parte de las áreas y tomar casi todas las decisiones.
Quizá la frase que resuma el cambio de la responsable de la política interior es la que me confiaba el diputado local en Oaxaca ya no se puede hablar con nadie-, de ahí que seguramente don Jesús Martínez asumirá la tarea de darle sentido, rumbo y conducción al gobierno de Gabino. Su experiencia habla por sí sola, su capacidad está más que demostrada.
Porque el cambio de la responsable de la política interior a menos de ocho meses del arribo del gobierno de la transición muestra que al interior del mismo hay una crisis política de la que hay que salir pronto, si no se quiere que la percepción ciudadana en torno a las esperanzas y expectativas que se tenían del gobierno del cambio se sigan agudizando.
Por otro lado, la salida de Carlos Altamirano de la secretaría de desarrollo social es primero, una muestra de que en política nadie agradece nada; todos saben lo que el exdiputado federal invirtió en recursos, experiencia y compromiso, así le pagan; y segundo, es un movimiento que debe leerse también en la estrategia política que ha diseñado el exgobernador Diódoro Carrasco rumbo al 2012, pero sobre todo rumbo al 2018. En su lógica los tumbos que está dando el gobierno de Cué por la voracidad con la que se conducía el exsecretario particular pone en riesgo la continuidad del actual grupo en el poder frente a la percepción del inminente retorno del PRI. De ahí que Diódoro Carrasco haya puesto a Gabino Cué contra la espada y la pared al nombrar a un integrante de su grupo como secretario de desarrollo social, pero sobre todo, al convertirse en operador político de Josefina Vázques Mota, que será sin duda alguna, la candidata del PAN a la presidencia de la República.
Qué pasará al interior del gabinete, cuál será la reacción de los militantes del PRDy el PT frente al empoderamiento del diodorismo en Oaxaca. Si Gabino ya olvidó los apoyos que tuvo para llegar a la gubernatura significa entonces que el PRD no es adversario que le ocupe y le preocupe.
Parecería que los dirigentes del PRD y PT no tienen memoria, ya olvidaron lo que el diodorismo representó para Oaxaca, la historia negra de su gobierno está olvidada; hoy se pasea libremente por Oaxaca y con el apoyo del gobernador llegará al Senado de la República.
El cambio al que aspiraban los oaxaqueños lamentablemente esperará para mejor ocasión.