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Oaxaca, Oax. 19 de noviembre de 2012 (Quadratín).-Contra viento y marea, la calidad musical de Hungría sigue imponiendo en el mundo, como lo hizo la noche de este domingo el Kelemen Quartet en el concierto de apertura del festival Instrumenta Oaxaca, en el teatro Macedonio Alcalá.
Ni la crisis económica por la que atraviesa Europa, ni el desplome del bloque comunista en los años ochenta, han hecho mella en una tradición musical de hondas raíces, que ahora se siente más libre y que gracias a la crisis financiera ha recobrado a su público, manifestó Barnabás Kelemen, director del Keleman Quartet.
El músico formado desde los seis años como violinista, aceptado a los once en la Lizt Ferenc Academy of Music, de la cual es profesor desde 2005; a poco más de 30 años Barnabás Kelemen es una referencia del virtuosismo húngaro por todo el mundo, afirman sus críticos en varios portales de internet.
Procedente de San Paulo, Brasil, acompañado de su esposa Katalin Kokas en la viola, de su cuñada Dóra Kokas en el violoncello y de su compadre (padrino de su hijo menor) Gábor Homoki en el violín; Barnabás Kelemen ofreció un concierto que sólo provocó dos reacciones del público: el absoluto silencio mientras interpretaban y la estruendosa ovación al culminar cada obra.
Jóvenes, apuestos y virtuosos, los integrantes del Keleman Quartet ofrecieron un repertorio compuesto por el Cuarteto de cuerdas número 3 en Mi bemol menor, Opus 30 de Tchaikovsky; el Cuarteto de cuerdas número 5 del compositor húngaro Béla Bartok y Seis momentos musicales de György Kurtag, su maestro.
La crisis económica abre los corazones y las almas de la gente, especialmente en Hungría, la gente se ha vuelto más sensible, comentó el joven Kelemen en entrevista al final del concierto.
La crisis económica por la que atraviesa Europa, reconoció, ha obligado al gobierno a destinar menos dinero para las cosas de la cultura, pero la atmósfera no es trágica aclaró.
Desafortunadamente, dijo, mucha gente ha tenido que abandonar Hungría por la crisis económica, y los que se quedan son quienes, como ellos, pueden pagarse su estancia, tratan de ayudar y esperan a que la situación mejore.
Barnabás Kelemen sostuvo que en Hungría se vive en la música una gran libertad creativa después del derrumbe de la llamada Europa del Este. Ahora nada está prohibido, podemos ir a Viena, a dos horas de Budapest, a escuchar un concierto; los maestros vienen de occidente a dar clases.
Además, agregó, ahora se toma en cuenta el estilo auténtico, tradicional, de las cuerdas de Hungría, que tienen mucho que ver con la música gitana. Estos cambios son importantes y estamos felices porque ya no hacemos música para museos, sino para la vida real.
Barnabás y su esposa Katalin tienen dos hijos: una niña de nueve años que toca el piano, y uno de cuatro años que ya empezó con el violín. Después de su presentación en Oaxaca, Barnabás Kelemen parte hacia Finlandia donde ofrecerá un concierto de Strauss, y su esposa a Londres, a ver a los hijos.