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Bloquean vecinos de la Gómez Sandoval por obra inconclusa
MÉXICO, DF, 18 de octubre de 2014.- En México, más de 50 millones de personas viven en condiciones de pobreza por ingresos. Para atender su problemática y garantizarles una vida digna se requiere una estrategia integral, con generación de empleos formales, redistribución de la riqueza, aprovechamiento del potencial productivo de todas las regiones del país y preservación del entorno.
La solución debe basarse en una política social enfocada a los derechos humanos y articulada con la financiera y ambiental, planteó Adolfo Sánchez Almanza, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.
Para avanzar en el rubro se precisa un crecimiento superior al registrado en años recientes. Los rezagos deben eliminarse y no sólo administrarse. En esta tarea, el ingreso, la educación y el desarrollo territorial para la justicia distributiva desempeñan un papel central, recalcó en ocasión del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, que se conmemora este 17 de octubre.
Una década perdida
El académico adscrito a la Unidad de Investigación en Economía Urbana y Regional del IIEc, subrayó que la pobreza es un problema histórico y multidimensional, vinculado a la desigualdad.
En el modelo de apertura comercial, en marcha desde 1983, se registra un crecimiento económico anual promedio de 2.5 por ciento y un producto por habitante de menos de uno por ciento, insuficiente para generar los empleos necesarios para la población, detalló.
Además, en las últimas tres décadas los salarios perdieron más del 70 por ciento de su poder adquisitivo, causas directas que explican la falta de recursos de más de la mitad de los mexicanos.
En 1996, el 69 por ciento de la población vivía en pobreza por ingreso, que disminuyó a 43 por ciento en 2006 debido, en parte, a la instrumentación de programas sociales de transferencias monetarias condicionadas a los beneficiarios y a algunas mejoras en necesidades básicas, refirió.
Entre 2006 y 2012, a pesar del gasto público, los niveles referidos repuntaron al 53 por ciento, con niveles altos de carencias, sobre todo en seguridad social y salud.
El diseño asistencialista de la política social falló al no articularse con la económica: sin crecimiento aumentó la desocupación y disminuyeron las oportunidades para los jóvenes que demandan una plaza laboral. “Perdimos una década de ataque y se desaprovecha el bono demográfico”.
Además, la pauperización se manifiesta en la polarización entre distintas regiones del territorio nacional, con entidades en el sur-sureste rezagadas respecto a las del norte y centro, más prósperas.
Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Veracruz tienen los mayores índices de marginación y es en las zonas rurales donde las personas padecen más hambre. En todas las estrategias deben considerarse áreas prioritarias de atención e invertir más en educación, salud, vivienda y proyectos productivos, recomendó.
Es necesario, concluyó, aprovechar el potencial de los recursos en las entidades referidas.
Los pequeños productores y los agricultores requieren apoyos económicos y tecnológicos para tener acceso a opciones de desarrollo y salidas estructurales.