Cortinas de humo
OAXACA, Oax. 20 de marzo de 2014 (Quadratín).-El periódico el Tiempo, dio a conocer la declaración del presidente del Consejo Estatal de Participación Ciudadana de Oaxaca, Manuel de Jesús Silva Sumano, en el sentido de que el Congreso local debe ”cancelar los contratos firmados entre el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) y la Sección 22 del SNTE y desaparecer a la actual institución educativa para crear una Secretaría de Educación Pública que permita hacer una redefinición de la educación en Oaxaca” (El Tiempo. 19 de marzo 2014).
No es mala idea, tampoco es nueva. Desde los tiempos del gobernador José Murat se había planteado la posibilidad de que el organismo encargado de administrar la educación se convirtiera en una secretaría.
En los tiempos del gobernador Ulises Ruiz, después del grave conflicto de 2006, en el que la APPO y la Sección 22 intentaron derrocarlo, se retomó la idea de convertir al IEEPO en una secretaría. Conozco incluso un proyecto bastante desarrollado de una eventual Secretaría de Educación Pública de Oaxaca (SEPEO).
En 1992, uno de los argumentos con mayor peso para no establecer una secretaría de educación tenía que ver con la titularidad del contrato colectivo de trabajo bajo un esquema de administración centralizada.
Hoy en día, por ejemplo, es el Sindicato de Trabajadores de los Poderes del Estado e Instituciones Descentralizadas de Carácter Estatal de Oaxaca (STPEIDCEO), quien tiene la titularidad de la relación laboral, mismo que ya incluye aquello de “instituciones descentralizadas”, quizás para que no vuelva a suceder lo que ocurrió con el IEEPO en ese año.
Por las anteriores razones, entre otras, se decidió crear al IEEPO como organismo descentralizado. Vale aclarar aquí que dicha institución, hasta ahora, nunca funcionó con todas las atribuciones de un organismo de esa naturaleza.
Al triunfo electoral del actual gobernador Gabino Cué, allá por el lejano noviembre de 2010, un alto funcionario de su equipo de transición me comentó la intención del gobierno entrante de establecer un consejo estatal de educación, presidido por el gobernador e integrado por ex secretarios de educación pública, representantes de padres de familia, empresarios, intelectuales y otros actores sociales.
Dicho organismo debía definir e impulsar la política educativa de la administración y echar a andar la reforma educativa de Oaxaca. Eran tiempos de buenos deseos.
Me interesó el planteamiento y pregunté si lo anterior lo sabía la Sección 22 del SNTE, porque desde luego el sindicato se opondría por sistema.
En aquel año, los compañeros de viaje del gobernador electo confiaban mucho en que los maestros eran aliados del nuevo gobierno, y así me lo dijo. Le manifesté respetuosamente mis dudas.
De cualquier manera, esperé con interés el anuncio del gabinete y las propuestas de acción del nuevo gobierno.
Estaba en Guadalajara cuando se anunció el gabinete de gobierno y tanto la forma como el contenido me dejaron sorprendido: el gobierno del cambio comenzaba mal.
La integración del gabinete fue desordenada y atropellada; la formulación del plan estatal de desarrollo fue terreno de conflictos, encuentros y desencuentros; la reforma administrativa anunciada en enero de 2011 fue un desastre; los funcionarios designados, destacaban por su impericia, en fin, todo parecía estar mal.
Del proyecto para la reforma educativa de Oaxaca no se supo nada más; comenzó el idilio con la S22, que por cierto duró poco.
Debo hacer una acotación al margen. La dirigencia de la Sección 22 teme a los funcionarios con experiencia; al menos desde Ulises Ruiz, los encargados de operar la relación con la S22 fueron improvisados y los resultados están a la vista.
Una de las tácticas que los dirigentes de los grupos políticos de la Sección 22 utilizan en su relación con los funcionarios públicos se podría llamar “estilo de Jano”, por aquello de las dos caras: mostrarse amigos en la intimidad y prometer que todo irá bien; para después en público amenazar y golpear, y luego en lo obscurito pedir disculpas y afirmar que actuaron de tal manera, para que su actitud posterior no fuera cuestionada por las “bases”.
Mientras tanto, obtienen recursos de un funcionario público que no sabe como interpretar dicha conducta y que temeroso de su amigo/¿enemigo? ofrece más de lo que se le pide para mostrar “buena voluntad”.
Con los funcionarios del gobierno del cambio, emplearon la misma estrategia, sólo que al más alto nivel de la jerarquía política.
En las condiciones en las que se encontraba la administración, esto es, dividida, internamente confrontada, sin coordinación, sin experiencia, sin recursos y desorganizada por la reforma a la ley orgánica del poder ejecutivo, el efecto que produjo la táctica Jano al interior del gobierno fue similar al que ocurre cuando se lanza una granada dentro de una cueva: los despedazó y quienes sobrevivieron no atinaban a comprender lo que pasaba.
A todo lo anterior hay que agregar la labor sistemática de la “grilla” interna para evitar que alguien, hiciera lo que algunos funcionarios debían hacer; pero no sabían cómo.
Tuve la oportunidad de platicar con algunos altos funcionarios del gobierno del cambio, varios de ellos hombres con mucha experiencia a quienes no dejaron actuar. Resumo: el problema del actual gobierno no sólo es la ausencia de estructuras organizativas; sino la falta de integración del equipo y el vacío de liderazgo.
El caso entonces es que no se trata de desaparecer o no al IEEPO, sino de definir con precisión la compleja problemática que plantea el gobierno del cambio en su gestión de los servicios de educación pública.
Al respecto, señalaré algunos aspectos que me parecen relevantes: a). La indefinición de prioridades en los propósitos de gobierno, que provoca acciones desarticuladas y deficiencias en la identificación de los verdaderos factores de riesgo; b).
Un marco político-normativo deficiente, que no instituye liderazgos ni permite la relación funcional entre los poderes y los niveles de gobierno; c). La falta de criterios de integración de los recursos humanos a la administración pública, sobre todo de los mandos medios y operativos, basados en el conocimiento, la experiencia, la eficacia y el cumplimiento de la ley ; d). La ausencia de una plataforma programática que facilite el diálogo y acuerdo con el gobierno federal en materia educativa; e).
La aparente incomprensión de la gravedad de los problemas de la administración educativa, de la creciente selectividad del sistema educativo que produce un rezago espantoso que se complementa con un bajo aprovechamiento de los escolares, el incumplimiento del derecho a la educación, la opacidad del modus operandi de la S22 y el aparente sometimiento del gobierno a los designios del MDTEO.
Aclarado lo anterior, se podría discutir si conviene o no desaparecer al IEEPO.