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CHILPANCINGO, Gro., 1 de septiembre de 2014.- Más de dos mil pobladores de la sierra de San Miguel Totolapan, Guerrero, se levantaron en armas contra la delincuencia organizada.
El sábado 30 de agosto, las autoridades municipales, comunales y habitantes de 12 poblados se reunieron en el poblado de Petlacala, para organizar los grupos de autodefensa.
Encapuchados y con armas de bajo calibre, anunciaron el inicio de un movimiento armado contra los grupos delictivos que operan en la zona: La Familia Michoacana y los Guerreros Unidos.
Los comuneros se colocaron frente a la escuela primaria y dos representantes leyeron un comunicado, en el que advirtieron del inicio de su movimiento armado.
«Lamentamos informar a la sociedad que pese a todas nuestras gestiones, no hemos logrado que el gobierno, en cualquiera de sus tres niveles, atienda nuestras demandas. Por eso ahora, ante el hartazgo, impotencia, coraje y desesperación ante tantos atropellos de que somos víctimas, hemos decidido levantarnos y tomar las armas para hacer frente con nuestros propios medios y aún a costa de nuestras vidas, a los grupos delincuenciales que flagelan gravemente a toda la región», indicaron en un manifiesto.
En el mismo, puntualizaron que su fuerza la componen dos mil 300 hombres y 380 mujeres, dispuestos a encuadrarse en el esquema de Policía Estatal Rural (PER). La nueva autodefensa emplazó a los gobiernos federal, estatal y municipal a atender el problema de inseguridad que se vive en la sierra, a causa de la confrontación entre dos grupos delictivos antagónicos.
En el manifiesto, lanzaron un mensaje al gobernador de Guerrero: «Esperamos que Ángel Heladio Aguirre Rivero resuelva de inmediato este grave problema y no espere a que ocurra un derramamiento masivo de sangre, que venga a manchar aún más su mal gobierno, ya que estamos dispuestos a ofrendar nuestra vida en este propósito».
Los habitantes de las 12 comunidades que integran esta autodefensa comentaron que los delincuentes abusaron de las mujeres, raptaron a niñas menores de edad, los extorsionaron, robaron bienes y los obligaron a darles techo y alimentación en varias ocasiones, por tiempo indefinido.
«Si no hacemos lo que esa gente nos pide, nos exponemos a ser levantados, secuestrados, golpeados y en muchos casos, oponerse a sus pretensiones es sinónimo de muerte», recriminaron en el posicionamiento que leyeron en el centro de Petlacala, frente a la escuela primaria en la que un destacamento del Ejército instaló su campamento hace dos semanas.
Los comuneros exigieron que el presidente Enrique Peña Nieto designe a un comisionado especial, para atender el problema de violencia e inseguridad en la sierra guerrerense. Criticaron al gobernador Ángel Aguirre Rivero, porque durante su mandato no ha visitado en ninguna ocasión la sierra de San Miguel Totolapan.
También criticaron al diputado local Elí Camacho Peñaloza, quién se niega a visitar estos pueblos, bajo el pretexto de que no existen condiciones de seguridad para desplazarse. Los pobladores de la sierra de San Miguel Totolapan se lanzaron contra el alcalde Saúl Beltrán Orozco, a quien calificaron como «inepto», por no resolver el problema de la inseguridad.
Denunciaron que la Policía Preventiva trabaja para la delincuencia organizada y que incluso detiene a los pobladores para entregarlos ante los grupos criminales.
La confrontación entre la Familia Michoacana y Guerreros Unidos se convirtió en una ola devastadora que dejó sin habitantes a 22 pueblos de la sierra, de los municipios de Heliodoro Castillo, Tlacotepec y San Miguel Totolapan.
Ocultas entre la niebla, las comunidades de Hierba Buena y Hierba Santa, pertenecientes al municipio de Heliodoro Castillo, están en el olvido. Desde hace al menos dos años, ningún ser humano habita en las decenas de viviendas de madera. En la sierra de Tlacotepec, las comunidades de El Jilguero, Vuelta del Sur, Escalerilla, Banco de Grava y La Guitarra se convirtieron en pueblos olvidados. En una loma de El Jilguero se observa desde lejos el templo católico al que asistía la población.
Actualmente la iglesia está cerrada y las viviendas a su alrededor están ocultas entre la hierba que creció con las lluvias. En Vuelta del Sur solamente hay una casa habitada, en Escalerilla no vive ninguna familia, al igual que en Banco de Grava.
En La Guitarra tampoco hay pobladores, únicamente el rastro de la devastación que dejó la delincuencia: casas quemadas y un Volkswagen desvalijado que se oxida con el paso de los meses. En los poblados serranos de San Miguel Totolapan también se respira el abandono.
En la comunidad de La Galera, al menos la mitad de los habitantes huyeron de los criminales. En La Gallinita no queda ningún poblador, mientras que en Toro Muerto ya hay varias casas abandonadas. En Cruz de Ocote sólo habitan dos familias, que se quedaron para proteger su único patrimonio. La misma situación se vive en El Chachalaco y El Descombro, donde el número de viviendas olvidadas crece mes con mes.
El pueblo más grande de la sierra de San Miguel Totolapan es Linda Vista; anteriormente habitaban cerca de mil pobladores, pero al menos la mitad huyó de los embates de la delincuencia. Puerto Progreso también es un pueblo fantasma, pero ahí la historia es distinta: los habitantes que antes se dedicaban a la siembra de durazno y pera, se unieron a la delincuencia organizada.
Algunos pobladores se sumaron a La Familia Michoacana, otros a los Guerreros Unidos. «Se mataron entre ellos y los que quedaron vivos mejor se fueron», relató un habitante de una comunidad vecina, a quien apodan «El Mezcalero». En Piedra Concha, El Barroso, Santa María Sur, La Mesa de Tehuetla y Barranca de Iguala, no queda nadie. Las familias se fueron y abandonaron sus viviendas y su ganado, que ahora corre libre por los caminos.
De San Miguelito se fue más de la mitad de la población y en Pericotepec únicamente quedan cinco casas habitadas. En El Querengue, El Carrizal y Santa María de las Flores ya no queda nadie.
Petlacala es un pueblo inmerso en la sierra de San Miguel Totolapan, caracterizado por la calidez de su gente y su clima frío. Este año se desató una ola de la violencia y en los últimos meses, al menos dos familias abandonaron esta comunidad que anteriormente fue pacífica. El 28 de mayo, los Guerreros Unidos se enfrentaron a la Familia Michoacana y el pueblo de Petlacala quedó en medio del tiroteo. La escuela primaria, el centro de salud, la iglesia y la comisaría fueron alcanzadas por las balas de rifles de alto poder. El cura se fue del pueblo, al igual que los doctores y los maestros; los habitantes se quedaron sin acceso a los servicios religiosos, de salud y de educación.
También se suspendieron los programas sociales, porque los pobladores de Petlacala ya no pueden salir del pueblo hacia la cabecera municipal. «Ya habíamos ingresado a los programas para el campo, pero no pudimos bajar a firmar, mejor perdimos los apoyos por el miedo a salir del pueblo y que nos apañen los delincuentes en el camino, ahí ellos montan sus retenes y detienen a la gente», comentó un campesino.
Uno de los motivos que orillaron a los pobladores a levantarse en armas contra la delincuencia, fueron los abusos que cometieron los criminales contra las mujeres y niñas del pueblo.
Indicaron que el jefe de un grupo delictivo es Baltazar Bernal, alias ‘El 11’, quien en los últimos meses se robó a 13 adolescentes de los poblados de Las Tunas, El Aguacate y Huerta Vieja.
«Se roba a las niñas, las amenaza con que va a matar a sus padres si ellas no se van con él, ya lleva 13, apenitas se llevó a la última», denunció un habitante de Petlacala.
Una madre de familia sostuvo que, por el temor de que se lleven a su hija, incluso ha pensado en deformarle el rostro o hasta «enterrarla viva».
Otro señaló que fue un hombre llamado Juan Cruz, alias ‘Piriguas’, quien mató a una familia de predicadores en una emboscada, entre ellos cuatro mujeres, dos hombres y un niño.
«El 11 y Juan Piriguas son los sicarios más sanguinarios, hay otro al que le dicen El Pájaro, pero de ese no sabemos cómo se llama», indicó. En su posicionamiento, los habitantes que conformaron la autodefensa puntualizaron la situación en la que viven: perdieron los apoyos para el campo porque no pueden acudir a la cabecera municipal a reinscribirse; las familias no reciben el apoyo de Oportunidades porque los encargados de los pagos se niegan a ir a las comunidades; los médicos y enfermeras huyeron; incrementó el número de pueblos abandonados; los niños no reciben clases porque los maestros se niegan a subir a la sierra.
También se detuvo el servicio de transporte público, porque los choferes eran interceptados por los delincuentes en el camino y sufrían de robos, amenazas, extorsiones, golpizas y secuestros.
Los camiones de Coca Cola, Sabritas, Bimbo y otras empresas encargadas de surtir productos básicos dejaron de subir a las comunidades.
«Por si esto no fuera suficiente, en las poblaciones donde existe comunicación telefónica estos delincuentes cortan las líneas y decomisan los aparatos telefónicos o radios de corta frecuencia, con la clara intención de sembrar el pánico entre la población y así asegurarse de que los pobladores no puedan pedir auxilio», indicaron en el manifiesto. Agregaron: «Ya basta de que estos grupos de facinerosos se burlen de nosotros como ocurrió en la comunidad de Petlacala, donde rafaguearon con armas de alto poder la iglesia y la escuela; luego en el colmo del cinismo, a la imagen de San Judas Tadeo le colgaron un morral repleto de cartuchos de diversos calibres».
Los pobladores informaron que hace 15 días llegó un destacamento del Ejército Mexicano, que instaló su campamento en la escuela primaria de Petlacala. Entre sus primeras acciones, los militares destruyeron las imágenes de la santa muerte que encontraron en una capilla que construyeron los delincuentes a pocos kilómetros del pueblo. Los pobladores relataron que, tras romper las imágenes, un vehículo del Ejército se desbarrancó de regreso al pueblo y murieron tres elementos.
Durante la visita a la sierra, se constató la presencia de varios grupos de militares, que realizan recorridos a pie por los pueblos, caminos y cerros que los rodean. Los habitantes reconocieron que la delincuencia se replegó tras la llegada del Ejército, pero lamentaron que su estancia sólo es temporal. Este domingo 31 de agosto, a pesar de la presencia militar, un grupo armado «levantó» a tres personas en la comunidad serrana de Yolotla. La autodefensa conformada por 12 pueblos de San Miguel Totolapan se movilizó, pero al cierre de esta edición se desconocía el resultado de sus acciones.