Quiénes somos | Cipriano Miraflores
SANTA CRUZ ITUNDUJIA, Oax. 9 de julio de 2014 (Quadratín).- Epafrodito ha culminado un viaje de una hora 30 minutos. Lo hace a pie, caminando entre la Sierra, pues la telesecundaria a la que asiste queda en la agencia “Morelos” y su casa, está ubicada en la ranchería El Arenal.
Convertido en un adolescente, lo primero que hace al llegar de la escuela es ver a su madre, Irene. Le coloca un pabellón para evitar los mosquitos, que en época de lluvia son más en esta región de la Sierra Sur, casi colindante con la Mixteca.
Ha salido tarde, explica, porque están ensayando los bailes de fin de curso.
Donde vive es una ranchería que pertenece a la agencia “Barranca Fiera”, del municipio de Santa Cruz Itundujia.
Quiere ser ingeniero, cuenta, en sistemas computacionales para arreglar computadoras y ganar dinero. Junto a esta aspiración, mantiene viva la esperanza de que su madre, Irene, se pueda recuperar del estado vegetativo en que quedó hace 13 años, cuando él nació, por una negligencia médica de la que hasta ahora no hay ningún responsable.
—Yo le hablo y le cuento todo de la escuela, hay veces que mi mamá está agitada y quejándose, pero llego yo y la abrazo y le platico, entonces es cuando se calma—, dice Epafrodito mientras aprieta sus manos y cierra sus ojos.
Para escuchar su historia el recorrido es de más de ocho horas de la ciudad de Oaxaca, en una de las carreteras ubicadas con mayor índice delictivo. Ha sido el argumento para que el Sistema DIF, en Oaxaca, no acuda a revisar el caso.
Han dicho que no pueden ir hasta esa zona de Itundujia porque unos gavilleros emboscaron y mataron a dos policías, pero esto fue apenas hace menos de dos meses, explica.
La Federación apenas está conociendo el caso, pero nadie ha llegado. En 13 años, solo les han enviado un colchón y una despensa, aunque la familia Cruz Zúñiga ha pedido una beca para Epafrodito, un colchón de agua para aminorar las dolencias de un cuerpo que lleva más de cuatro mil 700 días de inactividad y una indemnización al Instituto Mexicano del Seguro Social.
Irene está suspendida entre la vida y la muerte, dicen sus familiares. No olvidan que a sus 27 años, perdió el movimiento de su cuerpo como consecuencia de anestesia mal suministrada en el Hospital Rural del IMSS-Oportunidades de Tlaxiaco.
Irene tiene ahora 40 años y su hijo Epafrodito, está por terminar el primer grado de secundaria.
La familia Cruz Zúñiga la integran cuatro hermanos: Carlos, Bartolomé, Irene y Maura. Su vivienda se compone de tres piezas de madera y techo de lámina.
En la de en medio, permanece inmóvil Irene. Se queja, respira, unas veces agitada, otras veces lo hace lento.
Tenía el sueño de una familia numerosa por una sola razón: era muy trabajadora en el campo y por eso decía que con eso le valía, cuenta su hermano Carlos Cruz, quien interrumpe las labores del campo que realiza a un kilómetro de distancia para contar la historia que cambió la tranquilidad de su familia.
Después de dar a luz a Epafrodito, recuerda su hermano mientras se seca el sudor que sale de su frente de cultivar platanares en las laderas de la sierra, Irene fue trasladada gravemente al hospital civil de la ciudad de Oaxaca, ahí permaneció dos meses y cuando la dieron de alta “nos dijeron que a partir de ese momento solo comería papillas y agua”.
Mientras sucedía esto, continua el recuerdo, mi cuñado acompañado de un abogado demandó a los doctores pero nunca se logró nada, después fue imposible seguir el caso porque con los gastos médicos y los viajes de tres horas de traslado a Tlaxiaco nos quedamos sin nada.
Añade ahora con más tristeza: quise continuar el trámite legal pero en la Procuraduría de Justicia de Oaxaca me dijeron que no eran enchiladas y que si quería revisar el avance de los expedientes debía tener un abogado. Ahí se acabó mi esperanza porque esas palabras me desmoralizaron, resume don Carlos.
A partir de entonces los cuatro hermanos y sus padres que ya rebasan los 60 años de edad adoptaron el papel de madre que desempeñaría Irene.
Epafrodito fue el hijo de todos al igual que su madre a la que tienen que alimentar, vestir y asear.
El esposo de Irene se fue y dejó a Irene a los pocos meses. Fue la desesperación, justifican quienes fueron sus suegros.
El silencio que dejó su segunda hija fue menos doloroso que el de las autoridades, cuenta Maura Zúñiga, quien voltea a ver a su hija Irene y vuelve a decir que ya la desesperación la está venciendo, porque ella se ha hecho cargo de todo el aseo, alimentación y consuelo de Irene.
Solo han encontrado refugio en Dios, a quien le pide que un día su hija se presente, de pie y con los brazos extendidos, en la escuela de Epafrodito y le dé la sorpresa.
Sus abuelos y tíos también narran su calvario.
NO HUBO NEGLIGENCIA MÉDICA: IMSS
En la ciudad de Oaxaca, el delegado Víctor Octavio Pérez del Valle, delegado del IMSS en Oaxaca, revela que sobre el caso de Irene Cruz Zúñiga ya hubo una sentencia: la doctora responsable fue detenida pero en un juzgado se determinó que no tuvo ninguna responsabilidad, no hubo negligencia médica y así lo dictaron los tribunales.
Añade, en el hospital del IMSS-Oportunidades de Tlaxiaco, que le queda a tres horas de distancia, una hora y media de terracería y la otra mitad de asfalto, Irene tiene pase directo y medicamentos que es la serie de apoyos que la institución le ha brindado a la familia de su paciente.
Aclara también que la familia demandó a la doctora y nunca se señaló a la institución.
El rezago en salud pública para los indígenas de esta zona de la sierra sur de Oaxaca se define en una sola respuesta de acuerdo con el presidente de Itundujia, Alejandro Cruz Juárez: en su municipio solo hay dos doctores y cuatro pasantes para atender una población indígena de 10 mil 975 habitantes.
A 13 años de distancia la familia sigue en espera de los apoyos, una beca para el niño Epafrodito que lleva un nombre de origen griego que a su madre Irene le gustaba mucho.
¿Quién, además de Dios, hará justicia?, preguntan sus familiares.