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OAXACA, Oax. 19 de febrero de 2014 (Quadratín).- No escuchan, ni hablan, pero por su agudeza visual son los ojos de la ciudad. Desde hace dos años, la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) en Oaxaca rompió con el paradigma de la discapacidad e insertó a un grupo de hipoacústicos en las tareas de seguridad.
Creado por el ex secretario de Seguridad Marco Tulio López Escamilla, este grupo hace tareas de vigilancia. Son policías, pero su función la desarrollan observando las imágenes que proyectan las cámaras instaladas en la ciudad.
Su discapacidad, lejos de ser un impedimento, potencializa su visión y optimiza su actividad: el ruido no los desconcentra, el diálogo mediante señas no interfiere con la productividad.
Son 20 personas sordomudas las que fueron contratadas para tareas de monitoreo en el Centro de Control, Comando y Comunicación (C4). La mayoría de ellos cuenta con la educación básica, pero después de seleccionarlos, recibieron tres meses de capacitación y ahora varios ya son expertos.
Ignacio Villalobos Carranza, subsecretario de Información de la Secretaría de Seguridad Pública del estado, advierte que su inclusión ha permitido la atención oportuna en la comisión de delitos o encontrar las pistas necesarias para casos que se investigan.
“Aquí su discapacidad es la fortaleza para su desempeño”, explica, ya que cada uno puede monitorear hasta 17 cámaras. “Ven mucho mejor que quienes no tenemos su discapacidad”, dice.
En la ciudad de Oaxaca están instaladas 230 cámaras y su monitoreo permanente permite la intervención de los elementos de la Policía Estatal más inmediata.
El avance del programa, en cifras, muestra que mientras en 2012 le dieron seguimiento a 4 mil 78 casos, en 2013 fueron 17 mil 82 servicios atendidos por medio del monitoreo de los 104 mil 404 incidentes recibidos en el servicio de llamadas de emergencia 066.
A diferencia del servicio telefónico, en el que se registra un alto porcentaje de llamadas de broma, el monitoreo permite atender hechos al momento.
Para interar el grupo, Marco Tulio López Escamilla contactó con la Asociación de Silentes del Estado de Oaxaca, AC, en el que hay más de 200 miembros. Se emitió una convocatoria, se revisaron los perfiles y se pidió al Centro Nacional de Evaluación y Acreditación que valorara los mismos.
El equipo lo integran 20 hipoacústicos, de los cuales 16 son mujeres. Hay cuatro intérpretes de señas mexicanas; dos de ellas hablan inglés mediante lenguaje de señas. Cubren un turno de ocho horas, por equipos de seis personas y la mayoría muestra un gran compromiso con su trabajo.
Hay un sicólogo que otorga atención permanente, ya que uno de los primeros problemas fue la alta sensibilidad. “Si veían a un atropellado, se dolían, se ponían nerviosos, ahora están capacitados para informar y tomar distancia de lo que acontece cotidianamente, saben que pueden ayudar, pero muchos hechos no los pueden evitar”.
Para Cinthya Zepeda, directora del Centro Estatal de Emergencias, la creación de este grupo significó que las personas con discapacidad tuvieran una oportunidad real de desarrollo y cambio de vida, además de demostrar su pericia.
“Se pudo haber contratado a personas sin discapacidad, pero haberlo hecho fue un acierto, porque hemos tenido muy buenos resultados”. Tanto, que han llegado hasta Oaxaca funcionarios de seguridad de Arabia Saudita, Estados Unidos, Inglaterra, Buenos Aires y otros países que quieren explorar este tipo de modelo.
También para quienes integran el equipo ha sido benéfico.
Antes, la mayoría trabajaba como afanadores. La condición de discapacidad auditiva y de lenguaje servía de pretexto para que sus tareas fueran de tipo eventual. Mal pagados y discriminados, este grupo de sordos halló en el C-4 una opción que les da solidez financiera y estabilidad.
Ahora perciben un ingreso mensual de 6 mil 800 pesos, tienen prestaciones y la opción de continuar sus estudios, pues ya la mayoría de ellos cuenta con la educación básica.
Jesús (nombre ficticio por cuestiones de seguridad) llegó con la secundaria terminada. Ahora cursa la preparatoria y tiene interés en seguir estudiando hasta la universidad. Antes trabajaba en una embotelladora de agua, sellando los botes, debido a que consideraba que era lo único que podía hacer.
Cuando se invitó a sus padres y a su hermano gemelo al C-4, no podían creer lo que su hijo hacía. “Su hermano estaba muy orgulloso del trabajo, jamás pensó que fuera tan importante para la sociedad lo que hacía”, explica la funcionaria.
Cinthya Zepeda, su jefa inmediata, asegura que Jesús es un líder natural, “contagia a sus compañeros a que sigan estudiando, lo han imitado y es muy claro en ellos que sí quieren, pueden hacerlo, no hay límites, ni la discapacidad es un límite, pueden trascenderla”, expuso.
El Club Rotarios de Oaxaca les entregó un reconocimiento y les llamó “Los ángeles del silencio”, sin embargo, más que ángeles, son personas con un gran entusiasmo por la vida, asegura Jaime Ariel Martínez Ponce, presidente de la Asociación de Silentes del estado de Oaxaca.
Mediante su intérprete, Laura Patricia Espinoza López, menciona que este proyecto debe servir a la sociedad para decirle “que las personas con discapacidad no son inútiles” y que se puede confiar en lo que hacen.
Sin embargo, de la continuidad del proyecto dependerá la permanencia de las personas hipoacústicas. “Debemos contar con lineamientos y protocolos para que trascienda, en una política de Estado las cosas buenas deben trascender”, comenta Ignacio Villalobos, quien menciona que por lo menos en este sexenio, seguirá este grupo de sordos operando el C-4.
Texto publicado en El Univesal