“…que le están degollando a su paloma”
OAXACA, Oax. 23 de enero de 2015.- Andresito ha vencido su primer reto importante, nacer; el segundo reto, lograr sus apegos. Su madre y su padre están envueltos en una carne que se deteriora por los insanos demonios de la mente, que los lleva a pisar piedra tras piedra en los límites de la realidad.
En cuanto él nace, ellos se separan; su madre se casa y su padre vive en la calle, su rutina es colgar su imagen por los muros de la ciudad.
Andresito es acogido por sus abuelos, los únicos que conocerá y su tía, pero quien siente renacer sus entrañas es María, la sirvienta de tantos años, quien lo amará toda su vida.
El bebé no sabe que quien que más lo protegía, lo quería, lo arrullaba, le cantaba, muere… su abuelo.
La abuela no se siente preparada para hacerse cargo de él así que Andresito, desde su primera edad, forma imágenes de señoras jugando canasta y tomando el té. Los naipes y comodines fueron parte de su actividad rectora, es la experiencia cultural que se va incrustando en él, así como el humo de cigarro y miradas que nunca lo miran.
María es quien se encarga de bañarlo, cambiarlo, alimentarlo, y posteriormente llevarlo al preescolar, ponerle el uniforme, ayudarlo con sus primeros trazos y tareas. María nunca le enseña, todo se lo hace ella.
Andrés come, “no bien, pero si todas las golosinas que puede” y duerme “no bien” pero la cama es suave y espaciosa en su recámara; tiene juguetes y todo lo que a veces se piensa que puede compensar a un niño.
Sin embargo, ese aislamiento moral está empezando a manifestarse, a su corta edad de 7 años, ya que según Luis Quintanar ningún proceso o aspecto aislado de la psique puede considerarse como más importante para el desarrollo y que el criterio real debe ser toda la actividad del niño, no porque se tenga que considerar de manera global pero sí de manera estructurada. Así que las cosas materiales no ayudarán en la estructura que da lugar al motivo, objetivo, orientación, ejecución y control.
El motivo surge a partir de una necesidad la cual puede ser orgánica o social; en el caso que nos ocupa, Andrés tenía una necesidad social ya que la orgánica estaba sustentada.
El motivo concreto es esa adulta cercana, la cual no dirige su cariño al niño, ni su atención, menos su alegría y límites; es ignorado, la actividad de comunicación afectivo-emocional no se dio, en este sentido, lo que es más importante no es la cantidad de tiempo que se le dedica al pequeño, sino la calidad de la comunicación que es importante en la primera edad, acercarle la cara, cantar canciones, escuchar música junto con él, bailar con él tomándolo en sus brazos.
Sus neo formaciones, es decir la estructura de la personalidad a lo largo de sus etapas de vida, no se concluyeron de manera exitosa, por lo que no puede ejecutar y controlar la imaginación, la personalidad reflexiva, la esfera voluntaria, la mediatización, que deberían estar integradas, entonces se manifiestan comportamientos totalmente negativos.
La abuela muere y es la tía quien irrumpe en la vida de Andrés, cuando este cumplía los 9 años.
No solo es la parte emocional lo que se trastoca, ahora también la física, ya que lo envía a casa de María, el dolor de perder a la abuela aún está a flor de piel y sin más es confinado de su propia casa.
Ahí con María no come igual, no duerme igual, no tiene los espacios a los que estaba acostumbrado, su escuela ya no es particular, es oficial, no habrá más juguetes ni gustos caros, su ropa es la que María recoge de las amigas de la abuela, su transporte ha cambiado de automóvil a autobús; objetivamente podría haberle servido porque María lo quiere y no hay dinero para golosinas y cosas materiales, pero ella sigue tomando el papel de sirvienta y no lo introduce en los deberes.
La tía que no solo lo despoja, de lo que le corresponde, sino que María y él tienen que ir a verla para recibir algo parecido a una limosna.
¡Él se rebela ante la nada! Quien puede oír las voces de los indefensos.
Andresito ya es Andrés y esto es lo que hay en él ahora:
su característica principal es que tiene anestesia afectiva, no siente culpa, él se ha bloqueado para no sufrir, sea cual sea la situación.
Las emociones que siente son cólera, ira, tristeza, cuando las cosas no son como él lo desea.
Lo mueve su propio interés y para llegar a ello, que es obtener dominio y poder sobre su ambiente, puede llegar a simular, “no a sentir”, amor, compasión, solidaridad, ternura, sentimientos de amistad, solo hasta conseguir sus objetivos.
Cualquier estrategia es válida para llegar a anular la voluntad del otro para explotarlo, atacarlo y demostrar su superioridad y su desprecio hacia su víctima, ya sea en el área laboral, de sus relaciones personales; tiene encanto superficial, todo lo que narra es producto de su imaginación, autovaloración exagerada, arrogancia, manipulación ajena y utilización de la mentira y el engaño como una constante.
Ausencia de empatía en las relaciones interpersonales, conducta antisocial, es impulsivo, irresponsable, su bienestar siempre recaerá en otros, conducta sexual promiscua, falta de objetivos realistas, necesidad de estimulación constante y tendencia al aburrimiento y conductas delictivas. Esta es su esencia.
Me despido con un verso de Alfonsina Storni:
Con el paso lento, y los ojos fríos
y la boca muda, dejarme llevar;
ver cómo se rompen las olas azules
contra los granitos y no parpadear;
ver cómo las aves rapaces se comen
los peces pequeños y no despertar;
pensar que pudieran las frágiles barcas
hundirse en las aguas y no suspirar;
ver que se adelanta, la garganta al aire,
el hombre más bello, no desea amar…
En febrero inicia el taller literario para niños de 8 a 12 años. Informes al correo: [email protected]