
Denuncia Ucizoni impedimento para enterrar a sus 3 muertos por ataque
La tradición de los oprimidos nos enseña que el ´estado de emergencia´ en que vivimos es la regla
Walter Benjamín
Oaxaca, Oax., 24 de agosto del 2011(Quadratín).- Este día amaneció sombrío, de luto, nublado por nuestra tristeza, nuestra indignación, nuestras dudas e inconformidades. Estamos conmemorando el peor crimen colectivo de su índole en toda la historia contemporánea de México, y a la misma vez olvidado por muchos por involucrar a personas anónimas, sin rostro, desechados y desechables.
Pero la infamia tiene nombre y apellido: es un crimen genocida de la humanidad, un crimen de estado, con un origen inconfundible, atribuible directa o indirectamente a autoridades estatales en los tres niveles de gobierno, civiles, militares y policiales, a través de sus actos y omisiones, y de todas sus responsabilidades y complicidades- desde Felipe Calderón y el General Guillermo Galván Galván, hasta Genaro García Luna, Alejandro Poiré, Guillermo Valdés, Francisco Blake, Marisela Morales, Cecilia Romero, y Salvador Beltrán del Río, sus antecesores y sucesores, y sus equivalentes estatales y municipales, y todos los que los sostienen en el poder y en la ignominia desde los Estados Unidos.
La primera masacre de dimensiones continentales- sólo superada o quizá igualada en el contexto mexicano, cuando se descubran e identifiquen a todas las víctimas en todas las fosas- por el 2 de octubre. Peor que Acteal, que Salvárcar, que Aguas Blancas, que El Charco o El Bosque. ¿Y qué puede, que podría ser peor que Acteal? ¿Cómo imaginarlo?
Y a un año no hay un sólo sentenciado, ni un sólo funcionario estatal procesado que haya dado o dejado de dar alguna orden, o que se haya hecho el ciego o el sordo o que nos haya dado la espalda. Por eso estamos aquí. Las palabras y el dolor nos rebasan. Pero en medio de la oscuridad comenzamos a intuir que nuestro lugar, nuestra única morada, y una de nuestras fuentes más militantes y creativas de esperanza, está aquí: en el lugar de las víctimas.
Todos y todas, cada una y cada uno, somos migrantes en tránsito.
Todos somos hondureños, salvadoreños, guatemaltecos, nicaragüenses, ecuatorianos y brasileños, expulsados, perseguidos, violadas y masacrados, sin papeles, ilegales…por ellas, por ellos, reafirmamos hoy nuestro compromiso desde el Tribunal Internacional de Conciencia de los Pueblos en Movimiento, desde la Comisión sobre ejes migratorios del capítulo mexicano del Tribunal Permanente de los Pueblos, y desde el Posgrado para la Defensa y Promoción de los Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, y desde cada una de las trincheras de lucha de los 500 adherentes, individuos y organizaciones, en más de 60 países que nos han acompañado en este camino, desde Arizona y Alabama- donde Martin Luther King y el pueblo negro nos enseñaron el camino hace 50 años, al demostrarnos cómo los derechos nacen en la conciencia pero se hacen en la historia, y dónde hoy se multiplican las políticas xenófobas y racistas de terror impuestas por la ley HB 56, contra la cual nos comprometemos también a luchar hoy, sin detenernos hasta frenarla- desde Colombia, desde el pueblo rom y mapuche, saharaui y palestino, desde los pueblos indígenas y afrodescendientes, desde las mujeres y los jóvenes, desde todos los braceros, jornaleros y trabajadores, desde abajo, no descansaremos hasta que se haga justicia, hasta que se cumpla plenamente sus derechos a la verdad, a la justicia, a la reparación integral de sus daños, a las garantías efectivas de la no repetición de estos hechos, de este horror, de esta pesadilla.
¡Todos somos San Fernando!
Camilo Pérez Bustillo