Mantiene Oaxaca éxito rotundo en el Festival Internacional Cervantino
OAXACA, Oax. 1 de febrero de 2014 (Quadratín).- En medio del intrincado entorno de la capital oaxaqueña a tan solo hora y media se encuentra en San Agustín Etla, el Centro de las Artes de San Agustín, mejor conocido como el CaSa, un lugar que nos traslada a otra dimensión, ¡no!, no solamente es turístico, sino que es un recinto para la cultura y las artes.
Así que comenzamos nuestro recorrido a aventurarnos a lo desconocido, cogimos las llaves del auto y en medio del intenso calor de la tarde ascendimos a la curva del Cerro del Fortín de donde se puede observar la fantástica “Verde Antequera”.
Desde este punto se logran distinguir los vestigios y rastros de una ciudad colonial, siglos atrás la orden de los Dominicos crearon lugares con gran belleza y esplendor; con esa panorámica quise ser gigante para poder atrapar todo ese paisaje en mis manos.
Pasamos el monumento a la madre, la escultura que hace referencia a esas mujeres que nos han llevado durante nueve meses en sus entrañas; casi de la nada aparece aquel sujeto que aprovecha el alto del semáforo para vender piñas, y cuyas gotas de sudor se hacen presentes, él también tiene que trabajar para llevar el sustento al hogar y cubrir sus necesidades.
Proseguimos nuestro camino; para después detenernos un momento por la fuerte carga vehicular que se concentraba en ese momento por Brenamiel, y en cuyos lados se ven los autos exhibidos en el tianguis que cada fin de semana se pone en ese sitio.
Llegamos al crucero de Viguera, en cada avance era sorprenderte, era como ir deshilando parte por parte la carretera, desprenderse un momento del ‘celular’, redes sociales era fenomenal; bastante tenemos con preocuparnos por las carencias económicas, los problemas y ¡claro! las subidas de peso que dejaron todos esos antojos con los que despedimos el 2013.
El CaSa era nuestra próxima parada, llegamos a la entrada que nos conducía a San Agustín Etla. Los taxis avanzaban, deteniéndose para subir y bajar al pasaje junto con ello dimos vuelta a la izquierda, cuyo camino nos conduciría a nuestro destino, los tonos amarillos y verdosos que pudimos apreciar en el trayecto de la carretera parecían decir: “¡Bienvenidos!”.
Cada vez estábamos más cerca de llegar a nuestro destino, a lo lejos podíamos observar una cúpula triangular, que se encuentra en la entrada de el CaSa, las ansias por estar ahí, admirar el lugar crecían cada vez hasta que, por fin llegamos, bajamos con cámara lista, libreta, bolígrafo y bolsa en el hombro.
Una cuadra antes estaba una señora, quien tenía una vitrina y en esta había; desde ‘nenguanitos’, ‘gaznates’, ‘barquillos’ y toda clase de dulces regionales que puedan antojarse o acompañarse con una nieve que vendía una jovencita de escasos 16 años.
Miramos el reloj, eran las 15:30 horas, el momento perfecto para acceder al CaSa; en la entrada el policía nos saludó y siguiendo la instrucción de su trabajo nos dijo: “¡Bienvenidos!, podría hacerme el favor de registrarse y si gusta dejar un donativo el que usted guste”, cumplimos con lo solicitado y ya estando en el lugar, comenzamos a tomar las placas del recuerdo.
Familias entraban, mientras otras salían del lugar; no había señal en el celular lo cual sería lo mejor que podía pasar, todo parecía estar puesto en el lugar correcto como para poder ser apreciado, admirado una y mil veces más.
La monotonía de la ciudad y la tan agitada vida que vivimos, a veces impide que nos aventuremos a lugares tan mágicos, lo cual es una lástima.
En los alrededores de el CaSa puedes disfrutar de una buena caminata admirando cada paisaje, para después sentarse uno a gusto en una de las bancas, o bien visitar el Taller del Papel, cuyo camino te conduce a un pequeño bosque que encierra secretos de los enamorados, para después oír el correr del agua.
Las horas se diluyeron rápidamente ya habíamos entrado a ver la exposición del maestro Francisco Toledo, esa titulada “Zoología Fantástica”, que evoca a Jorge Luis Borges con aquel cuadro de los mil seres y muchos más, simplemente nos trasladamos a otra dimensión.
En este viaje que se celebraba el Día Mundial del Medio Ambiente, nos dimos la tarea de conocer parte de nuestro Oaxaca. Y junto con ello ver que en nuestro entorno hay lugares maravillosos, llenos de cultura, magia e historia.
Es el momento de decir: ¡por hoy hemos terminado! había llegado; regresamos a casa y volveremos a el CaSa no sin antes haber alimentado o empezado a alimentar parte de nuestro acervo cultural. Así sea.