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Xochitlalyocan, jardín que resguarda la memoria verde de México
Oaxaca, Oax. 27 de agosto 2012 (Quadratín).-Rufino del Carmen Arellanes Tamayo nació en la casa marcada con el número 3, de la segunda calle de Cosijopí, en el barrio del Carmen Alto, el 25 de agosto de 1899; primogénito de Florentina Tamayo, de oficio costurera, y Manuel Arellanes, zapatero.
Hacia el mediodía de aquella fecha Florentina inicio el trabajo de parto asistida, probablemente, por su madre o una partera: En tanto que Florentina era asistida en el parto, el reloj de la torre de catedral señaló la una de la tarde: en ese instante, de nuevo, el más complejo secreto que es la vida misma, se repitió: igual que cualquier recién nacido, con su vagido, un varoncito marcaba el inicio de la que sería su imperecedera historia. Había llegado Rufino Tamayo, uno de los pintores mexicanos más representativos del siglo XX, escribe Ingrid Suckaer en su libro Rufino Tamayo, Aproximaciones, de editorial Praxis.
La investigadora asegura que Tamayo nació el 25 de agosto y no el 26, como se asienta en su biografía oficial; el error, sostiene, se debe a la fecha que declaró el padre del niño al inscribirlo en el registro civil. Ingrid Suckaer deduce lo anterior con base en el relato bautismal que a la letra dice que el 26 de agosto de 1899, a un día de nacido, el niño fue bautizado en la Iglesia de la Preciosa Sangre de Cristo.
En la amplia biografía escrita por la curadora y crítica de arte guatemalteca, reconoce que no existe prácticamente información sobre los primeros años del artista, salvo los testimonios que él mismo aportó, en los cuales afirmaba que su padre había abandonado a su madre cuando él tenía apenas seis años.
Florentina, con su oficio de costurera y el apoyo familiar, sostuvo a su hijo Rufino hasta los doce años. La muerte de la madre, el 22 de mayo de 1911, dejó al niño en la orfandad y desde entonces fueron las tías maternas quienes se hicieron cargo de él.
Afirma la biógrafa de Tamayo que al artista le afectó tanto la ausencia del padre y a tal grado que, simbólicamente para él, su padre murió a los pocos meses de haber fallecido la madre. Desde entonces adoptó como su primer apellido el de Tamayo y promovió oficialmente, lo cual consiguió el 21 de mayo de 1987 cuando el registro civil expidió un acta en la que se invirtieron sus apellidos y se omitió el segundo nombre del pintor.
Actualmente, lo único que identifica la vivienda donde nació el artista plástico oaxaqueño hace 113 años es una placa de cantera donde se consignan los datos de su nacimiento. El inmueble, que antiguamente fue una vecindad, se encuentra a un costado de una tienda de abarrotes y un frecuentado bar.
La fachada recién pintada en tono rosa dista mucho de lo que se atisba al interior: un largo muro sin bruñir, macetas en el abandono y algunas cajas con envases de refrescos. Al tocar varias ocasiones la puerta nadie abrió. Sólo se escucharon los chillantes ladridos de un perro.