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Periodistas del New York Times podrán utilizar IA de forma legal
En memoria del poeta binnizá
Mario Molina Cruz
Oaxaca, Oax. 22 de marzo del 2012 (Quadratín).- En los pueblos del Istmo oaxaqueño cada día que pasa se debilita y deteriora la lengua de los binnizá, la lengua diidxazá, la que los nahuas llamaron, zapoteco. Si los miembros de esta cultura no nos preocupamos por hacer algo ahora para preservarla, fenecerá mucho muy antes de lo que presagió el poeta Gabriel López Chiñas: ¡ay!, didxazá, diidxazá,/ diidxa rusibani naa,/ naa nanna zanítilu,/ dxi guiniti gubidxa cá. ¡Ay! zapoteco, zapoteco/ lengua que me da la vida,/ Yo sé que morirás/ el día que muera el sol. Y con la muerte de esta lengua maravillosamente musical (Carlos Montemayor), desaparecerá una manera particular de entender la vida, la cosmovisión zapoteca, una manera -entre muchas- de ser hombre en el mundo.
Dice el Dr. Miguel León-Portilla que: Cuando desaparece una lengua muere una parte de lo más íntimo y valioso de la humanidad. Octavio Paz, el nobel mexicano, expresó lo mismo de esta manera Los hombres somos hijos de la palabra. Ella es nuestra creación; también es nuestra creadora; sin ella no seríamos hombres. (
) El lenguaje nos da el sentimiento y la conciencia de pertenecer a una comunidad. Estamos unidos por la lengua a una tierra y a un tiempo. Somos una historia. (
) En cierto modo, la lengua nos fundó o, al menos, hizo posible nuestro nacimiento como naciones. Sin ella, nuestros pueblos no existirían o serían algo muy distinto a lo que son. (
) La palabra es nuestra morada (
) y nos da conciencia de lo que somos y de nuestra historia. (
) La lengua es un signo, el signo mayor, de nuestra condición humana.
Sin embargo, muchos no hemos entendido la importancia de respetar la existencia de las lenguas originarias de México, y quienes debieron y debieran de implementar políticas que favorecieran su permanencia y desarrollo, los gobiernos de ayer y de hoy, no lo hicieron, no lo hacen. En México, los gobernantes que hemos padecido, creyendo que estas lenguas constituyen barreras para la comunicación y desarrollo de los indígenas con el resto de la población moderna, implementaron políticas etnocidas bajo el ropaje de la castellanización y alfabetización en la cultura nacional. Hoy en nada varía esta política de exterminio de las culturas oriundas de este país, los gobiernos globalifílicos, es decir, los vende patria, los que desean ver seres humanos que piensen uniformemente, desarraigados, y con habilidades concretas para el mercado laboral, dejan intactas las políticas de discriminación y empobrecimiento de las lenguas indígenas que sobreviven, y orondamente se desatienden del asunto.
En Juchitán de Zaragoza (Guidxiguie), Oaxaca, además de que el número de hablantes del diidxazá se reduce de manera alarmante (en 1990, de cien habitantes, 73 hablaban diidxazá, y en 2010, de cien lo hablan 54: censos respectivos de INEGI), esta lengua decae por el fenómeno de homogenización entre el español y el zapoteco. Los binnizá, nos estamos dejando invadir por los hispanismos. Nuestra forma de decir las cosas y de razonar son más propias de la lógica de la cultura española que de la cultura zapoteca. Aunado a este gravísimo problema, está también el que generan las familias binnizá que no quieren que sus hijos aprendan como lengua materna el idioma zapoteco, quieren que hablen español porque sienten que así estarán mejor preparados para sobrevivir en la escuela y en la vida misma. En suma, la perduración del zapoteco está en riesgo.
¿El español acabará por relegar al olvido las lenguas habladas por los indígenas de México? ¿El tercer milenio será la tumba de las lenguas originarias de este país? Lo cierto es que, en gran medida, de nosotros, los hablantes indígenas, dependerá el destino de las lenguas mexicanas. Mientras luchamos por una profunda reforma que establezca nuevas relaciones entre el Estado y los pueblos de México, así como entre estos pueblos y el resto de la nación (Una reforma que rectifique la política cultural y económica del Estado, orientada hacia el ideal de una nación monocultural y hacia la exclusión de los pueblos indígenas del acceso y control sobre los recursos naturales de sus territorios, y en general de la toma de decisiones económicas y políticas sobre las cuestiones que afectan su vida), debemos construir las estrategias que propicien no sólo la perduración de nuestras lenguas, sino también su enriquecimiento.
Los gobiernos estatales y el federal deben entender que es del todo falso que la conservación de las lenguas indígenas signifique un riesgo de fragmentación cultural y menos todavía un peligro para el fortalecimiento de la lengua española. Reconocer esta verdad los llevaría a crear las estructuras y a aportar los medios para que los ordenamientos existentes en la materia se cumplan, disponiendo por ejemplo, como bien dice León-Portilla : la obligatoriedad de la enseñanza bilingüe en las respectivas áreas indígenas, abarcando los varios niveles del sistema educativo; Sensibilizar a los grupos mayoritarios para que valoren la riqueza cultural que significa la presencia de los más antiguos americanos, con sus lenguas, dueñas de antiguas y nuevas literaturas; Fomentar, al igual que el cultivo del español, el de las otras lenguas, estableciendo para ello talleres literarios, academias y centros de lenguas o casas de escritores en lenguas indígenas; Aportar recursos para la publicación de periódicos, revistas y libros en lenguas indígenas, así como para la producción de programas en la radio y la televisión.
En el caso de los binnizá, urge crear un Centro de estudio y desarrollo de la cultura y lengua binnizá y conformar un equipo interdisciplinario que diagnostique la hondura de la crisis y promueva las acciones que la revitalicen.
Los binnizá queremos vivir íntegramente nuestros valores sin despreciar en lo más mínimo la riqueza cultural de otros pueblos. El futuro del idioma diidxazá va depender de la conciencia y amor que todos tengamos para preservarlo. Nunca es tarde para que empecemos a poner nuestros esfuerzos al servicio de esta cultura milenaria y lengua deslumbrante.