Diferencias entre un estúpido y un idiota
Vidal Gabriel Candelaria Santiago / Quadratín
Oaxaca, Oax. 11 de diciembre de 2009 (Quadratín).- En estos tiempos de molestia generalizada por la aparición y el incremento de impuestos, es necesario preguntarnos ¿Qué es los que nos toca hacer como ciudadanos? Al hacer un seguimiento en foros, declaraciones, redes sociales; he podido constatar una enorme indignación por el actuar de la clase política y los gobernantes.
Sin embargo, sólo me he encontrado con una multitud que critica y reclama sin tomar en cuenta las obligaciones que conlleva el ser ciudadano. De la misma manera he encontrado un sinnúmero de llamados a levantarse y hacer la nueva revolución, pues afirman que el momento histórico nos ha alcanzado.
Es sobre esto puntos que quisiera hacer una reflexión. En primer lugar ante la creciente indignación es necesario asumir una posición más comprometida, quizás no podamos revertir el asunto de los impuestos, pero podemos vigilar y procurar que los recursos públicos se usen de manera honesta y se aprovechen al máximo.
Si asumimos esa postura crítica estaremos preparados para enfrentar el momento histórico que se nos presenta. Con una ciudadanía informada y participativa es posible cambiar el principio base de la revolución y la cultura política mexicana; la no reelección.
Por eso hoy que estamos a punto de celebrar 100 años de la gesta revolucionaria, podemos ver claramente que no hay una relación recíproca entre gobernantes y gobernados; es claro que hay muestras de impotencia ante la poca capacidad ciudadana para incidir en los grandes temas, y más claro aun que es necesario que las cosas cambien.
Es momento de cambiar la relación entre gobernantes y gobernados, pues es necesario que los legisladores rindan cuentas a sus electores y no a los partidos y sus dirigentes. Lo anterior sólo será posible si asumimos nuevas prácticas democráticas como la reelección legislativa, que será el instrumento por el cual el ciudadano castigará o en su caso premiará al legislador con un periodo más en el cargo.
Me pregunto: ¿Cuántos de nosotros votaríamos nuevamente por quienes nos representan? ¿Han hecho lo suficiente para premiarlos con otro periodo? ¿Cómo me han defendido? ¿Qué hicieron por el distrito?
Sin duda pocos legisladores lograrían la reelección, pero esas preguntas de poco sirven en tanto la decisión siga en las cúpulas partidistas y no en sus verdaderos jefes, los ciudadanos.